Mezquita Mayor de Granada

Vista de la Catedral de
Granada desde la alcazaba
de La Alhambra
La Mezquita Mayor de Granada se encontraba en el barrio de Abu-l-Assí, junto a la Madraza, la Alcaicería y varios edificios públicos más. La rahhat Maysid al-Azam, la plaza a la que se abría la Mezquita, era el centro neurálgico y administrativo de la ciudad, la zona de mayor comercio, donde se alzaba el principal mercado de la ciudad. Los vendedores pululaban por las calles cercanas y abundaban trovadores y charlatanes, contadores de leyendas, magos y trileros, videntes y sanadores, que mezclaban sus gritos con el alboroto del regateo entre tenderos y clientes.
Vista de la catedral de Granada desde el Albaicín. Similar sería
la visión de la Mezquita Aljama de la medina de Granada en
época de los nazaríes.
La Mezquita mayor de Granada fue construida antes del año 1055, año en el que se terminó su mimbar, que dirigió el cadí 'Alí b. Muhammad b. Tawba y bajo el reinado de Zawi ibn Ziri, destructor de Medina Azahara y de Córdoba. Su construcción debió ser muy pobre, pues las naves se apoyaban en simples pies rectos y sus muros eran de argamasa. Según Ibn al-Jatib,  el damasquino 'Abd al-Rahman b.Muhammad al-Ma'firi la reformó entre 1116 y 1117, decorándola espléndidamente, sustituyendo sus soportales por columnas de mármol, haciendo labrar en Córdoba sus capiteles y sus puertas de madera de castaño y fragante cedro del Atlas africano, enriqueciendo los techos y losando de piedra el zaguán, a la vez que construyó junto a ella un baño público. Según Jerónimo Münzer, que la visitó en 1494, por su decoración y dimensiones era la mezquita más amplia y suntuosa de la ciudad y su patio plantado de naranjos y situado al norte tenía en su centro una fuente de abluciones y cerca un pozo o aljibe muy profundo con escalera de descenso hecha de rosca de ladrillo, aljibe conservado hoy al lado de la Capilla Real.

Plano de la Mezquita Mayor y la Catedral de Granada
en construcción por Juan de la Vega (1594), conservado
en el Instituto Valencia de Don Juan, Madrid

En la plaza Maysid al-Azam que se encontraba a la entrada de la Mezquita Mayor de Granada, los perfumeros y drogueros bendecían los aires con la fragancia de sus esencias y contaminaban el sagrado ambiente de los alrededores del templo islámico con el bullicio y la opulencia de su actividad. Sobre los muros de la mezquita se adosaban los tenderetes de los testigos juramentados y de los ya comentados drogueros y perfumeros.

Esta entrada gótico-plateresca fue mandada construir por los
Reyes Católicos y en ella se ubicaba la lonja, heredera de la
plaza Maysud al-Azam, antigua entrada a la Mezquita Mayor
La gran mezquita de Granada, la mezquita aljama, era el centro religioso y cultural de la ciudad.  Su majestuosa riqueza invitaba al creyente a orar en el interior de sus once naves de 10 pies de ancho, (salvo las de los lados y el centro que eran mayores) rematadas con tejados a dos aguas, sostenidas por hileras de treinta columnas de mármol blanco de Macael coronadas por capiteles califales cordobeses procedentes del expolio de la antigua capital omeya. Su extensión, de NE a SO era de 140 pies y de NO a SE de 110 y, en esta dirección había diez series de arcos, de quince cada uno, apoyados en columnas de mármol jaspeado sin basas. Cientos de lámparas de plata, cientos de candelabros, acrecentaban la luz de los ventanales; lujosas alfombras cubrían el suelo de mármol y ladrillo. Los cristales coloreados duplicaban los colores que adornaban también las paredes. Una gran fuente presidía el nartex, el patio de entrada, centro del patio de abluciones y el Gallo del Viento remataba el alminar principal que se situaba frente al patio, una torre exenta de planta cuadrada de 4.5 metros de lado, de piedra franca, con una altura de 13.5 metros. Fue demolido en 1588 por estorbar las obras de la Catedral, pues ocupaba un lugar donde se alzó uno de los pilares de la nave mayor.

Planta de la mezquita aljama de Granada, dibujado
por José Sánchez y Sebastián Díaz en 1704. Los
muros de la mezquita estaban compuestos por
sillarejos estrechos y largos, labrados en resalto a
la manera cordobesa.
Desde el alminar, la voz obicua y ondulante del almuédano llamaba a la oración: Alah akbahr, Alah akbahr -Dios es el más grande-; ilaha illa-lah -no hay más Dios que Alá-. Esa voz potente rompía el frío del invierno y el cálido y sofocante aire del verano granadino, y la gente, a la espera, acudía presurosa. Al acceder al templo, sus miradas se dirigían a la quibla que señalaba la orientación de La Meca, o mejor dicho, la Kaba, indicado por el mihrab, ese nicho de luz excavado en el muro; a ese punto preciso es hacia el que los musulmanes granadinos dirigían sus esperanzas y oraciones. A la derecha del mihrab se encontraba la Casa del Alfaquí, ocupando la parte que luego se destinó a Lonja y coro de la capilla.

Grabado de Heylan de 1614 de la torre Turpiana o alminar de la
Mezquita Mayor de Granada. El 18 de marzo de 1588, el
 alminar fue derribado a fuerza de pico y martillo. La
torre Turpiana se situaba en lo que hoy es la nave
central de la catedral (detrás del retablo de Jesús Navareno
y cuyos restos aún se conservan en los sotanos de la catedral),
compuesto por dos cuerpos de piedra labrada de La Malahá y
según se dice, coronada por la "veleta del Gallo" que señalaba
la dirección de cualquier enemigo de la ciudad. Entre las
ruinas de la torre aparecieron los llamados "Libros plúmbeos"
que han generado desde entonces gran polémica sobre su autenticidad .
En el mihrab resonaba la palabra que había de ser recibida por los creyentes nazaríes, y junto a él se encontraba el minbar, de maderas preciosas incrustadas en una taracea de nácar y marfil, desde donde el imam dirigía los rezos, leía El Corán o predicaba su sermón. Como cada viernes, los fieles asistían obligatoriamente a la oración del mediodía o Salât al-Yumu'a para rezar juntos, aunque separando a hombres y mujeres, ellas en cara al muro sur, a la espera de que el monarca nazarí (si estaba en la ciudad) dirigiera como imam supremo la plegaria. Desde los barrios y arrabales, ricos y pobres, sólos o en familia, vestidos con sus mejores ropas, se aproximaban a la Gran Mezquita de la medina. En esta mezquita no existía la maqsura, una separación  de hierro o madera entre el emir y el imán del resto de los fieles, para que en tiempos de rebelión quedaran protegidos.

Planta de la mezquita en relación con el Sagrario, la
Catedral y la Capilla Real (Dibujo de M. López Reche)


Vista aérea de la catedral de Granada que en gran parte se levanta
sobre el solar que en su día estuvo ocupado por la Mezquita Mayor
En su interior se proclamaban a los reyes de Granada, se bendecían los estandartes cuando se producían las expediciones de ataque o de defensa, desde donde se leían los documentos oficiales más importantes y desde donde se daban las noticias de mayor interés, la instalación o abolición de impuestos, etc. Además de todo esto, era utilizado para  las enseñanzas que los maestros religiosos impartían a los iniciados en las ciencias divinas. Sólo los alumnos destacados por su precocidad e inteligencia llegaba hasta esta madraza de la enseñanza islámica.

Boca del pozo que conduce al aljibe de la mezquita;
se decía que sus aguas eran curativas
Una vez finalizada la homilía islámica, los fieles recogían su calzado que habían dejado en el patio de abluciones -ya que entraban descalzos y limpios-, dejando paso al rey y a su corte de visires primero y a sus secretarios y consejeros después, junto con los nobles y acaudalados de la corte.

En cuanto a las tres puertas algunas de piedra franca: una donde luego se abrió el postigo del Sagrario, otra hacia la actual comunicación de éste con la Catedral y la tercera hacia occidente. En esa última es donde se alzó la fachada del nuevo templo y en este mismo lado, otras dos más cerradas sobre las que se podía leer: "Asiste a la zalá y teme a Dios, ya que El te ha de pedir cuenta. El es el que creó los cielos y las tierras con la verdad y el día que dice que algo sea hecho, hecho es. Su palabra es verdad y suyo es el reino", así como "Levántate a orar, que la oración quita y aparta del pecado. Y de lo mundano y cierto, el nombrar y mentar a Dios es lo mejor. Y Dios conoce todos nuestros hechos". En otra puerta había otra inscripción en caracteres cúficos y, en fin, la siguiente, recogida por Antolínez y el P. Echevarría sobre la puerta principal: "La alabanza al Dios de los mundos. El que entrare en es templo a orar a Dios con fervor, tendrá del Altísimo todos los premios que concedió Dios a los que leyeren las suras del santo libro (a él sea la paz) y los que concedió Dios a los que hacen la penitencia de Adán. Y le dará a ver su cara y le hará entrar en su paraiso con los justos que esperan la consumación de los siglos. La alabanza a Dios. No hay otro Dios sino El, ni debe ser invocado otro Señor. No hay mas Dios que Dios y El sólo vence".

Por primera vez se ha realizado una recreación virtual
de la mezquita aljama de Granada (siglos XI al XV)
según la planta e indicaciones de A. Fernández Puertas

Los granadinos, espectadores de todo lo sucedido en el interior y exterior del templo regresaban a sus quehaceres comentando los trajes de tal o cual conocido, de una esposa o viuda reciente, las novedades y cotilleos de esta o aquella familia o manifestando sus propias novedades.

La noche del 18 de diciembre de 1490, Hernán Pérez del Pulgar, penetró en la ciudad por el cauce del Darro y, atravesando la puerta de los Curtidores y el Zacatín o al-Saqqâttîn y la llamada calle del Tinte, llegó hasta la puerta de la Mezquita donde clavó un pergamino con las palabras "Ave María" y el nombre de quien, por honrar a la Virgen, tomaba posesión de ella, dejando encendida un hacha en la puerta principal y escapando tras prender fuego a la alcaicería. Tras la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, se erigió en 1501 en recuerdo de este hecho una parroquia sobre la Mezquita bajo la advocación de Santa María de la O. Para ello fue preciso derribar arcos de todas las naves del templo islámico para formar una nave más ancha en dirección oriental.

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