Pieza del mes en el Museo de la Alhambra: Panel de yesería de Bahw de la Dar al-Malaka al-Sa'Ida (Generalife)

El emir Ismail I tras su victoria en 1319
decidió redecorar el mirador del
patio de la Acequia con un paño de yesería
que se colocó sobre el anterior de época
de Muhammad II o Muhammad III
(siglos XIII- XIV), así la policromía
original de la yesería que quedó debajo
se conservó en muy buenas condiciones
al haber permanecido oculta, lo que
hace de éste una pieza de gran interés


Este mes, la pieza seleccionada del Museo de la Alhambra es explicada por Nani Biedma Molina, especialista historiadora del arte, quien ya en noviembre de 2013 desarrolló la explicación de la celosía de la qubba mayor expuesta en el mismo museo. La peculiaridad de esta pieza, lo que la hace más especial, es que conserva los tonos originales con los que se decoró en el siglo XIII.

El yeso, en árabe yiss, es un material pobre utilizado desde la Antigüedad, que proviene de un mineral de sulfato de calcio hemihidratado que se cuece en el horno para deshidratarlo y convertirlo en polvo.  Durante tres días seguidos, manteniendo una temperatura de entre cien y ciento ochenta grados, se cuece hasta convertirlo en un polvo deshidratado, que al contacto con el agua se fermenta y se convierte en una pasta maleable que se puede tallar con punzones y jubiles. Particularmente los yesos empleados en la decoración de La Alhambra se extrajeron en el municipio de Las Gabias, cercano a la capital, de dos tipos:
  • Yeso negro: llamado así por sus impurezas, no por su color, es empleado para rematar detalles "in situ" en piezas de mayor tamaño, o como adherente para planchas terminadas.
  • Yeso blanco: es el más utilizado en las decoraciones de La Alhambra. A partir de una talla original, los artesanos yeseros nazaríes fabricaban moldes de barro para elaborar paneles con los que decorar las paredes de los palacios, adheriéndolos a la pared con clavos, barro y yeso negro.
Para fabricar el molde se crea una primera pieza original en yeso, con todos sus detalles, y sobre ella se aplica barro y arcilla para conseguir un molde de su negativo. Posteriormente estos moldes se rellenaban con yeso para obtener múltiples copias. Sin embargo, a menudo se quedaban imprimaciones anaranjadas provenientes de la arcilla del molde, que a pesar de taparlas con yeso y pintura, con el paso del tiempo vuelven a aparecer, como en el caso de esta pieza. 

Esta pieza de yesería, de época Mohammed III,
 estaba colocada originalmente
 en una qubba mirador del
Palacio del Generalife.

Esta pieza data del reinado de Mohammed III pero fue ocultada bajo una nueva plancha decorativa de yeso en época de Ismail I tras vencer en la Batalla de Sierra Elvira. Esta decoración fue descubierta durante los trabajos de restauración del Generalife tras el incendio sufrido en 1958. Esto permitió mantener los colores originales de la decoración al quedar preservada del aire y la luz. Estos colores son el rojo (almagro), azul (lapislázuli), verde y negro. La pieza conserva unos clavos de cabeza cuadrada, de doce centímetros de longitud, pertenecientes a la pieza que se superpuso. Estos clavos se cubrían con yeso para que quedaran ocultos y mantener la homogeneidad del paño.

Patio de la acequia del Generalife; el corredor que vemos
a la derecha de la imagen estaba cegado en época nazarí,
salvo una qubba en el centro que servía de mirador. 

La composición decorativa, está formada por bandas horizontales independientes unas a otras. La inferior es igual a la superior. Muestra repetido el lema dinástico nazarí en caracteres cursivos en color rojo almagra: "No hay vencedor sino Dios". El fondo de la epigrafía lo ocupa un tallo serpenteante del que brotan palmas y frutos con decoración digitada. La segunda banda muestra un tema de lazo de ocho. La cinta que forma el lazo, muestra dos temas decorativos diferentes: el lema dinástico policromado en azul, y el otro, muestra en su interior decoración de palmas redondeadas en color verde claro. Este friso fue realizado por paneles rectangulares que sitúan a la estrella en el centro. Las cintas quiebran en los límites superiores e inferiores enmarcando el friso.

En esta imagen se ve claramente in situ la superposición de
ambos paneles de yesería lo que permitió que la pieza citada
haya llegado tan bien conservada hasta nuestros días

La banda siguiente está bordeada por dos cenefas de lazo, ambas policromadas en negro, pero con distinta solución geométrica. El espacio que queda entre estos frisos lo forma otro con representación de arcos de palmas, sirviendo como soporte unas pequeñas columnitas completas con base, fuste y capitel cúbico de palmas.

Este friso está formado, en losetas
que se unen unas a otras, estando
disimulada la unión con la
superposición de las columnitas
que fingen sostener la arquería

El interior de cada arco, está decorado con un tema vegetal de palmas digitadas, dispuesto de forma alterna en rojo y verde. El espacio reservado para las albanegas lo ocupa otra composición de palmas digitadas.

Qubba de donde procede este fragmento de paño de yesería.
Originalmente tres ventanas se abrían en tres de sus frentes.
En época cristiana, una de esas ventanas se convirtió en
pasillo para unir esta sala con el corredor lateral.

Como en la exposición de las celosías, Nani Biedma, finaliza la explicación con una frase que nos permite reflexionar sobre la pieza, de como de un material pobre como el yeso se puede llegar a la belleza de esta composición decorativa. En este caso es una frase del arquitecto Louis Kahn: "Hasta un ladrillo aspira a ser algo más".

Hay que imaginar esta qubba adornada con los vivos colores
del fragmento analizado, con la vista de La Alhambra desde ella.

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