Alpujarra (Al Busherat)
Ocho siglos de presencia hispanomusulmana aún se perciben en las tradiciones más genuinas de la Alpujarra, en las conducciones de agua a través de acequias y canales subteráneos, la artesanía, la alfarería, la gastronomía (roscos, soplillos y pestiños), el cultivo de la morera -actualmente ha desaparecido prácticamente-, el olivo y la higuera, y en el encanto y apretura de los pueblos arracimados en las faldas de las montañas. El origen del nombre de Alpujarra es ibérico y condensa en su etimología toda la belleza de sus formas rotundas: "Alp" como lugar alto y "Ujar" que significa diosa de la luz limpia.
A las montañas situadas en la solana de Sierra Nevada se les denomina Alpujarras, en árabe Al Busherat. La Alpujarra granadina se domesticó hace siglos por las necesidades del hombre, mientras que la Alpujarra almeriense es mucho más asilvestrada. También se diferencian por la diferente altitud: la Alta Alpujarra se eleva por encima de los 1.000 metros y la Baja Alpujarra es el resto. Protegidas del viento por cimas de hasta 3.000 metros, ambas regiones no alcanzan temperaturas continentales extremas, salvo Granada, que está separada del mar por la barrera montañosa de Sierra Nevada (Yabal al-Talch).
A las montañas situadas en la solana de Sierra Nevada se les denomina Alpujarras, en árabe Al Busherat. La Alpujarra granadina se domesticó hace siglos por las necesidades del hombre, mientras que la Alpujarra almeriense es mucho más asilvestrada. También se diferencian por la diferente altitud: la Alta Alpujarra se eleva por encima de los 1.000 metros y la Baja Alpujarra es el resto. Protegidas del viento por cimas de hasta 3.000 metros, ambas regiones no alcanzan temperaturas continentales extremas, salvo Granada, que está separada del mar por la barrera montañosa de Sierra Nevada (Yabal al-Talch).
Pampaneira, recreación histórica |
Toda esta zona se caracterizo durante la Edad Media por su relativa independencia e irreductibilidad frente al poder establecido, ya fuese en el seno de al-Ándalus o en el conflicto final que enfrentó a musulmanes y cristianos, lo que generó numerosas revueltas y sublevaciones que finalizaron con la expulsión definitiva de los moriscos en 1610, habiendo desaparecido la mayoría de los edificios civiles y religiosos nazaríes. Prueba de este pasado belicoso son los numerosos restos de fortificaciones medievales: atalayas, castillos, fuertes y torres.
En época nazarí, la administración dividió la región en taas o ta´as -similar a actuales municipos- que pervivieron tras la conquista de los Reyes Católicos. De oeste a este, eran las siguientes: Órgiva, Poqueira, Ferreira, Juviles, Ugíjar, Andarax, Alboloduy y Marchena. Y más cerca de la costa Suhayl, Sahil, Berja y Dalías. En la taa de Laujar residió Boabdil tras la pérdida de Granada.
Dibujo sobre la Rebelión de los moriscos de Ugijar (Alpujarra granadina) de la Historia Eclesiástica de Granado por Justino Antolínez de Burgos; Francisco Heylan, en Granada, hacia 1613 |
En las zonas montañosas, la demarcaciones militares llamadas ta´as de las Alpujarras, la serranía de Ronda y la sierra de Málaga predominaban sobre cualquier otra organización del territorio. Los núcleo rurales estaban supeditados a las ciudades pero disfrutaban de cierta autonomía en su gobierno, lo que provocó que en ocasiones funcionaran como base para diferentes fuerzas políticas durante las sucesivas guerras civiles que sufrió el Reino nazarí de Granada. De hecho existían linajes locales que tuvieron como sede Málaga o Almería (como en el caso de los Abencerrajes y la familia real opositora a la Corona del momento) o Ronda y Algeciras (con los partidarios de los mereníes como los Banu l-Hakim).
Única en España por la originalidad de sus rasgos, la arquitectura popular alpujarreña ha sido puesta en relación con la del norte de Marruecos, representando ambas una pervivencia secular del modelo autóctono mediterráneo de más remoto origen. Los muros de piedra y barro, y los techos de castaño, encna y caña cubiertos con lascas de piedra y launa que impermeabiliza a base del sol y las pisadas. En verano, la vida transcurre en el "terrao" o azotea, que al atardecer ofrece la magia de los colores cambiantes y el olor de los jazmines y madreselva.
Como Pampaneira, los pueblos de la Alpujarra a más de 1.000 metros están dibujados por el perfil escalonado de las azoteas o terraos |
Los "tinaos" son soportales, galerías sobre las calles que se apoyan en los muros de casas y en pilares de mampostería |
Uno de los elementos más peculiares de estas viviendas son los "tinaos", una especie de pórticos o galerías que permiten el acceso desde la vivienda de una de las filas hasta las viviendas que forman el escalón inmediato.
La historia de Las Alpujarras está ligada a su pasado morisco. En su obra "Los Moriscos del Reino de Granada", Julio Caro Baroja escribía: "será difícil encontrar en toda la Historia de España asuntos que hayan interesado tanto (no sólo a investigadores, sino también a poetas, dramaturgos, novelistas y escritores) como los de la conversión forzada, el alzamiento y la expulsión de los moriscos, sus incidentes y sus visicitudes". La Alpujarra constituyó el último gran reducto morisco. En 1500 se alzó contra el trato de los conquistadores y durante todo el siglo XVI estuvo infestada de monfíes, los fuera de la ley dedicados al bandidaje arrojados al monte por la convulsión de la ocupación cristiana. La rebelión de 1568-1570 fue definitiva culminando con el destierro y la dispersión de los moriscos de la Alpujarra.
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