Leopoldo Torres Balbás: Centenario de una mirada conservacionista sobre la Alhambra


En 2023 se celebró el centenario del nombramiento
de Leopoldo Torres Balbás como arquitecto director
de la Alhambra, una efeméride clave para recordar
la figura de uno de los grandes pioneros de
la restauración arquitectónica en España

Nacido en Madrid el 23 de mayo de 1888, Leopoldo Torres Balbás se formó como arquitecto en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid entre 1910 y 1916, a la vez que se sumergía en el estudio de la arqueología bajo la tutela de Manuel Gómez-Moreno, realizando múltiples recorridos por Castilla y el norte peninsular.

Vinculado desde 1915 a la Institución Libre de Enseñanza y a la Fundación Giner de los Ríos, adoptó un pensamiento liberal y moderno que marcaría profundamente su visión del patrimonio. Frente a las restauraciones invasivas de corte francés, inspiradas en las teorías de Viollet-le-Duc, Torres Balbás defendió con firmeza una postura conservacionista: preservar antes que reconstruir. Desde la revista “Arquitectura”, en la que ejerció como secretario, alzó la voz contra las intervenciones agresivas que desfiguraban los monumentos históricos, sumándose a una nueva corriente junto a figuras como Jeroni Martorell, Teodoro de Anasagasti, Emilio Moya o el Marqués de la Vega Inclán.

Su legado en la Alhambra no es solo técnico,
sino también ético: una intervención respetuosa,
que valora la autenticidad del pasado y busca
mantener viva la memoria material
de los monumentos

La sólida formación de Leopoldo Torres Balbás, unida a su sensibilidad hacia el valor histórico y artístico de los monumentos, se refleja magistralmente en una frase que escribió en 1927: "Nuestro criterio al llegar a la Alhambra fue el de estricta conservación y respeto a la obra antigua, pero sin dogmatismos ni intentos de aplicar teorías a priori...". Su enfoque, basado en la flexibilidad y el análisis individual de cada espacio, defendía un conservacionismo riguroso pero adaptado a la realidad de cada rincón del monumento nazarí. 

Para Torres Balbás, “eclecticismo y elasticidad” eran claves para intervenir sobre el patrimonio sin traicionar su esencia. Cada sala, cada muro, cada detalle planteaba un nuevo problema, y debía tratarse con soluciones particulares que tuvieran en cuenta tanto la estabilidad estructural como el valor arqueológico y estético. 

Esta filosofía, que anticipó muchas de las bases actuales de la conservación, obtuvo respaldo internacional cuando, en 1931, formó parte de la delegación española en la Conferencia de Atenas. Allí se redactó la llamada “Carta de Atenas”, documento fundacional de la moderna doctrina de restauración, que recogía los principios defendidos por Camillo Boito, y que Torres Balbás ya aplicaba de forma ejemplar en la Alhambra.

Entre 1923 y 1936, Leopoldo Torres Balbás vivió su etapa más destacada como arquitecto y restaurador, al frente de la dirección de la Alhambra. Nombrado oficialmente arquitecto conservador por Real Orden el 20 de marzo de 1923, y tomando posesión el 17 de abril de ese mismo año, sucedió a Modesto Cendoya Busquets y asumió la enorme responsabilidad de conservar uno de los monumentos más emblemáticos del patrimonio español.

Guiado por el Plan General de Conservación de Ricardo Velázquez Bosco (1917), Torres Balbás centró sus primeras intervenciones en las zonas más amenazadas por la ruina: el Partal, el Patio del Harén y el Patio de Machuca. Gracias a sus esfuerzos, hoy estas estructuras siguen en pie. Su visión fue integral, abarcando la totalidad de la medina de la Alhambra —incluyendo la zona palatina, la Alcazaba y el llamado Secano o medina artesana—, así como la recuperación del inacabado Palacio de Carlos V, al que dotó de nueva vida al convertirlo en el Museo de la Alhambra.


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