El Doncel de Sigüenza
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| Excepcional sepulcro en la catedral de Sigüenza, una de las joyas de la estatuaria fúnebre de todos los tiempos y símbolo de la ciudad |
El sepulcro del Doncel de Sigüenza es considerado como una de las obras maestras de la escultura funeraria del gótico español, convirtiéndose en una figura romántica por su aspecto sereno y meditabundo que da sepultura al caballero medieval Martín Vázquez de Arce en la catedral de Sigüenza, quien encontraría la muerte durante la Guerra de Granada, en la acción militar de la Acequia Gorda de la Vega de Granada, en octubre de 1486, con 25 años de edad, luchando a las órdenes del Duque del Infantado junto con su padre don Fernando de Arce que pudo recoger el último suspiro de su hijo (además de cumplir su última voluntad haciendo erigir este monumento), y cuenta el anónimo narrador que el moribundo, llorando al comprender que iba a morir, y al recordar los deseos de su madre: “Rogad a mi hermano don Fernando que se mire en mi ejemplo y trate de complacer a nuestra madre dándose al estudio, ya que no lo hice yo. Y porque el haberme alejado de los libros me trajo tan prematuramente a rendir tributo a la muerte, quiero yacer en efigie sobre mi sepultura, teniendo a perpetuidad un libro entre las manos, para que se consideren desagraviados aquellos a quienes agravié contrariando en vida su gusto y consejos…”.
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| El Doncel aparece recostado sobre su lecho de muerte, con grave y tranquila actitud, abismado en la lectura y meditación acerca de alguna oración del libro de horas que tiene abierto entre sus manos |
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| El Doncel en su sepultura parece un canto a las armas y a las letras más que un monumento funerario |
Apenas se conoce información sobre su nacimiento alrededor de 1461. En realidad la palabra "Doncel" que sirve para referirse a esta figura es errónea pues Martín contaba con unos 25 años y era padre de una niña llamada Ana, y no un joven de entre 12 y 16 años. No obstante los donceles formaban un cuerpo de caballería ligera formado por jóvenes de origen ilustre, que habían sido criados como pajes en la casa del rey; el cargo honorífico y militar de Alcaide del Contino de Donceles de la Real Casa existió en la Corona de Castilla desde mediados del siglo XIV hasta finales del XVI.
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| Escudo de Don Martín Vázquez de Arce realizado en madera policromada por un autor anónimo y conservado en la Catedral de Sigüenza, Guadalajara |
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| Casa de la familia del doncel en Sigüenza |
Sin embargo, su familia estaba compuesta por hidalgos y caballeros cercanos a la nobleza, que es a lo que también se refiere la palabra "Doncel". Don Martín Vázquez de Arce, más conocido como el Doncel de Sigüenza, pertenecía a una familia noble de tradición militar y cristiana, al servicio del duque del Infantado. Aunque no se sabe con certeza si nació en Sigüenza, se le considera tradicionalmente seguntino. Su linaje incluye a varios personajes destacados, como su padre, Fernando de Arce, era Comendador de Montijo y secretario personal de la poderosa familia de Mendoza, con Don Pedro González de Mendoza a la cabeza, residiendo en la ciudad de Guadalajara, donde Martín se convirtió en paje del primer duque del Infantado. Un año después de su muerte en tierras nazaríes, Fernando Vázquez de Arce, obispo de Canarias desde el año 1513, consejero de Fernando el Católico y hermano del Doncel adquirió el 9 de enero de 1487 una capilla en el lado sur del transepto de la Catedral de Sigüenza de donde era originaria la familia, conocida como la capilla de San Juan y Santa Catalina (y que antiguamente formaba parte de una de las capillas absidiales de la catedral románica, la dedicada a santo Tomás de Canterbury), y que desde el siglo XIV pertenecía a la familia de La Cerda, así como el derecho de sepultura, para que sirviera como capilla funeraria para él y sus familiares.
«Primeramente que los dichos señores Dean e Cabildo dan la dicha capilla para enterramiento y sepulturas -del dicho Comendador Fernando d'Arze y Catalina Bazques de Sosa su muger, e de todos sus hijos e hijas, nietos e nietas suyos e de todos los descendientes... 9 de enero de 1487»
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| Árbol genealógico de la familia Arce y Sosa |
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| El interior de la capilla del Doncel es obra de los siglos XIV-XV |
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| Sancha Vázquez, abuela del Doncel yace como dormida |
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| Don Martín Vázquez de Sosa, abuelo del Doncel, viste un hábito sobre la cota de malla y sostiene entre las manos el largo montante |
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| En el centro del panteón se levanta un soberbio mausoleo, que guarda las cenizas de Fernando de Arce y Catalina de Sosa, padres del Doncel |
La entrada a la capilla se realiza a través de una reja ejecutada por Juan Francés entre 1526 a 1532, siendo la portada de estilo plateresco, construida por Francisco de Baeza. En las jambas del arco artesonado se abren dos grandes hornacinas, que contienen las urnas de Martín Vázquez de Sosa y Sancha Vázquez, abuelos del Doncel. En el interior hay varios enterramientos, destacando en el centro del panteón el mausoleo de estilo renacimiento de los padres del Doncel, Fernando de Arce y Catalina de Sosa, sostenido por leones y con estatuas yacentes de ambos, ella con la cabeza sobre un cojín y la de él sobre laureles, indicando que murió guerreando. Destaca también, en el muro, junto a la escultura del Doncel, el sepulcro plateresco de su hermano mayor, el segundo obispo de la Diócesis de Canarias (tras el deán de Toledo, Pedro López de Ayala), quien fallecería entre el año 1518 y 1522.
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| Acceso a la capilla donde se encuentra la sepultura del Doncel de Sigüenza |
Pero la obra maestra de esta capilla y quizás de la catedral, es el enterramiento del ya mencionado Martín Vázquez de Arce o Doncel de Sigüenza. Se trata de una de las principales esculturas del gótico tardío español. Fue encargada por su hermano, Fernando Vázquez de Arce, y, aunque se desconoce con exactitud el escultor, se le atribuye al escultor español, uno de los artistas que se asocia al llamado grupo de Torrijos, Sebastián de Almonacid (Almonacid de Toledo, 1460-1526), que la realizaría en el taller que tenía en Guadalajara (que también se suele identificar con Sebastián de Toledo, aunque no se sabe con seguridad si son la misma persona). La fecha de realización de este conjunto funerario debe estar entre 1486, año de la defunción del Doncel y 1504 en que sale citado en el testamento de su padre como ya realizado en la capilla de la catedral.
El sepulcro se encuentra colocado sobre tres leones, bajo una hornacina en arco de medio punto, con las pilastras cinceladas en sus arcos y pinturas de la Pasión de Cristo, de estilo seco y expresivo que se han atribuido a Antonio de Contreras. En el frente del sepulcro, ornamentado con delicadas tallas en candilieri, dos pajes sujetan el escudo de armas. La escultura del Doncel está realizada en alabastro policromado, y lo que más resalta es que no es una figura yacente, dormida, sino que se encuentra recostado y apoyando el brazo medio incorporado, en actitud de leer un libro que sostiene abierto en sus manos, descansando de un ejercicio militar al apreciarse el puño de una espada y un pequeño puñal en la cintura, con las piernas protegidas por su armadura, graciosamente cruzadas. La figura está vestida también con armadura y con la cruz de Santiago en el pecho que destaca sobre el blanco alabastro al estar pintada en rojo. Y su cabeza está cubierta con un bonete que se le adapta totalmente. Aparecen a sus pies, cerrando la composición, un niño o paje apenado y un animal.
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| El alabastro blanco y bruñido transparenta las venas que azulean ligeramente, dando sensación de vida y realismo y adorna su pecho con la roja cruz de la milicia Santiaguista |
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| El caballero viste la cota de guerrero |
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| A los pies del Doncel un leoncillo simboliza la inmortalidad |
En la parte inferior de la hornacina, sobre el propio sepulcro, reza la siguiente inscripción anónima: Aquí yaze martí vasques de arce - cavallero de la orden de sanctiago - q mataron los moros socorriendo - el muy yllustre señor duque del ifantadgo su señor - a cierta gente de jahén a la acequa - gorda en la vega de granada - cobro en la hora su cuerpo fernando de arce su padre - y sepultolo en esta su capilla - año MCCCCLXXXVI. Este año se tomaron la ciudad de loxa. - Las villas de illora mocli y mote frio - por cercos en q padre y hijo se allaron.
Aunque no pertenecían a la alta nobleza, los Arce desempeñaron un papel decisivo en las guerras de Granada, participando activamente en los cercos que permitieron a las tropas cristianas establecerse en la vega frente a la capital, entre 1481 y 1492.
La guerra de Granada comenzó en 1481 con la toma sorpresa de Zahara por el emir Muley Hacén, lo que provocó la reacción de los Reyes Católicos, que conquistaron Alhama, ciudad estratégica pero vulnerable. A pesar del intento fallido de Muley Hacén por recuperarla, se iniciaron constantes talas devastadoras en la vega granadina como táctica de desgaste, en una de las cuales, en 1486, murió don Martín Vázquez de Arce.
Durante la guerra de Granada estallan conflictos internos conocidos en los que Boabdil, hijo de Muley Hacén, con el apoyo de la influyente familia de los Abencerrajes, se proclama rey en ausencia de su padre. Mientras tanto, el rey Fernando intenta conquistar Loja, ciudad fuertemente defendida por Aliatar, suegro de Boabdil, pero sufre una seria derrota, seguida de otro fracaso en la campaña de la Axarquía de Málaga.
Con el descalabro sufrido por las tropas del rey Fernando en Loja, frente a Aliatar y en Málaga frente a El Zagal, se alentó Boaddil y levanta un ejército de 9.000 hombres -entre ellos 1.500 jinetes— y se fue hacia Ecija, uniéndosele en Loja el caudillo Aliatar, y cayeron sobre Montilla, Cabra y cercanías de Lucena, que sitiaron.
El político Íñigo López de Mendoza consigue del papa español Calixto III las bulas de 1482 que otorgan carácter de Cruzada a la guerra contra el Islam, aportando además importantes recursos económicos al Tesoro real.
Llegada la primavera de 1483 se repiten las talas de Granada. Figuran en la campaña tropas del Duque del Infantado, al mando de don Fernando de Velasco, así como milicias de Guadalajara que marchan bajo el mando de don Antonio de Mendoza, sobrino del Cardenal Mendoza, y hermano del segundo Duque del Infantado. Sus huestes lo constituían 2.000 jinetes y 10.000 taladores o peones. En las batallas de aquella primavera se hace prisionero a Boabdil y muere Aliatar, nombrándose de nuevo rey de Granada al depuesto Muley Hacén, y recluyéndose Aixa y el grupo de los Abencerrajes, a la defensiva, en el Albaicín.
Boabdil es recibido en Córdoba por los Reyes Católicos como "soberano amigo", pero al aceptar tributos y duras condiciones de vasallaje, es considerado traidor por los granadinos, lo que desencadena nuevas luchas internas. Ese mismo año se reconquista Zahara y continúan las talas de campos en zonas como Álora y Coín. Con la llegada del rey don Fernando desde el norte y el refuerzo de la artillería, el ejército cristiano, ya con 30.000 hombres, logra tomar Álora, Setenil y Benavieja. El Cardenal Mendoza había traído a Córdoba en 1485 unas 1.000 lanzas al mando de don Bernardino de Mendoza, Conde de Coruña, con 400 a cargo de la Mitra de Sigüenza. Y las tropas del Duque del Infantado bajo el mando del capitán Pero Carrillo de Albornoz (también entre ellos podían estar los Arce. Mientras Boabdil se hace con el control de Granada y su padre se retira a Mondéjar, donde muere poco después.
Aunque no hay pruebas documentales de que los Arce participaran en campañas anteriores, la inscripción de su sepulcro destaca su presencia en los cercos de 1486 a Loja, Íllora, Moclín y Montefrío, donde padre e hijo combatieron junto al Segundo Duque del Infantado, don Íñigo López de Mendoza, quien organizó una campaña acorde al esplendor de su linaje, según relata el cronista Hernando del Pulgar: "traxo de la gente de su casa quinientos hombres de armas a la gineta e a la guisa (caballería ligera y pesada) e los peones de su tierra que le mandaron traer, e fizo grandes costas en el arreo de su persona e de los fijos-dalgos que vinieron con él, entre los cuales se fallaron cinquenta paramentos de caballo de paños brocados de oro, e todos los otros de seda, e los otros arreos de guarniciones muy ricas; pronto demostró con su valor que no era guerrero de desfile o parada".
El Cardenal Mendoza, fue un firme defensor de la guerra con Granada y un pilar fundamental para mantener encendido el ánimo de la Reina Isabel la Católica, respaldar la compleja estrategia política del Rey Fernando y sostener el esfuerzo heroico y el sacrificio tanto de la nobleza como del pueblo. Su compromiso con la causa era profundo: una década antes, incluso había avalado con la mitad de la plata de la Iglesia de Sigüenza. Durante las ausencias del monarca, asumía el cargo de Capitán General, mientras que su familia —hermanos, sobrinos y su propio hijo, don Rodrigo de Vivar y Mendoza, futuro Marqués de Cenete y vinculado a los castillos de Jadraque y La Calahorra— combatía activamente en el frente. Todos ellos formaban parte de los 3.000 hombres que la mitra seguntina había enviado al conflicto, tanto a pie como a caballo, aportando una contribución decisiva a la empresa de la Cruzada.
Los Arces participaron en la conquista de Loja los días 28 y 29 de mayo de 1486. Tras esta victoria, el siguiente objetivo fue Íllora. El rey envió por delante a las tropas del Duque del Infantado para preparar el terreno, aunque según Hernando del Pulgar, fueron el Maestre de Santiago y el Marqués de Cádiz quienes marcharon con 4.000 jinetes y 12.000 infantes. Íllora se alzaba sobre un risco imponente, con defensas de 4.500 pies de perímetro, sólidas murallas de hormigón y una torre del homenaje construida en piedra de sillería:
"Los moros, visto que los de Duque se acercaban, tiraban tantas espingardas e saetas e tantos truenos 8 búzaros que la gente recelaba de llegar al combate, e visto por el Duque que los suyos no tenían aquel fervor de ánimo que se requería pata aco meter, les dixo: -ta, caballeros, que en tiempo estamos de mostrar los corazones en la pelea corno mostramos los arreos en el alarde, e si os señalasteis en los ricos jaeces, mejor os debéis señalar en las fuertes fazañas; porque no es bien abundar en arreos e fallecer en esfuerzos, e dobleda disfamia habríamos habiendo tenido buen corazón para gastar sì no le tuviésemos para pelear. Por ende, como caballeros esforzados, porque el miedo e popuesta la gloria, arremetamos contra los enemigos y espero en Dios que como ovimos la honra de homes bien arreados, la habremos de caballeros esforzados"
Más escueto y propio del momento me parece la reseñado por el Cronista Fernández de Oviedo, que estuvo presento, que nos escribe: "-¿Qué? -les dixo el Duque — ¿Me habréis de fallar en esta hora? ¿No han de dezir que llevamos más lujo a nuestras personas que de día de fiesta que esfuerzo en el corazón? Cuidad que no nos digan que solo somos soldados de día de fiesta”.
El sitio de Íllora comenzó el domingo 4 de junio y, tras tomar los arrabales al día siguiente, la ciudad se rindió antes del día 9. A continuación, el ejército cristiano avanzó hacia Moclín. El 11 de junio, en la Peña de los Enamorados, cerca de Íllora, los Reyes Católicos se reunieron con sus tropas, entre las cuales se encontraban los Arces junto al Duque del Infantado. Según Hernando del Pulgar, el Duque presentó armas a la Reina Isabel, rindiéndole honores a su paso. La reina llegó acompañada de su hija mayor, montada en una mula con silla adornada de oro y plata. Llevaba un sombrero negro bordado, un manto de grana al estilo árabe, un brial de brocado y una saya del mismo tejido, junto con dos faldas de brocado y terciopelo, y un capuz morisco escarlata, imitando la moda de las nobles granadinas. Así la vio el joven don Martín Vázquez de Arce, presente entre las tropas. La imponente presencia de la reina Isabel, con apenas 34 años, debió impactar profundamente al joven Martín Vázquez de Arce, inspirando su valor en plena campaña de 1486, pocos meses antes de morir heroicamente en combate con solo 25 años.
En junio de 1486, los Arces participaron junto al Duque del Infantado en la toma de Moclín el día 26, tras una cruenta batalla el año anterior, y poco después en la conquista de Montefrío, una fortaleza estratégica en la frontera occidental del reino nazarí, defendida por un castillo con tres recintos y gran resistencia, que cayó ante las tropas del rey Fernando y Gonzalo de Córdoba.
Tras la toma de Loja, Íllora y Montefrío —en cuyos cercos participaron padre e hijo de los Arce—, comenzó una nueva tala de la vega granadina como preparación para el asedio final a la capital, enfrentándose a miles de musulmanes que salieron a defender sus tierras. Hernando del Pulgar lo refiere y da fe de ello la leyenda de la lauda sepulcral de don Martin, que "el Duque del Infantazgo con sus dos batallones (escudrones) la una de gente de armas e la otra de ginetes, entre los cuales podían ir tropas seguntinas bajo el mando de los Arces, sumándose a las del Duque por ser de escaso número, y todos ellos como tropas del Cardenal, junto a las tropas to danas, quedó en la retaguarda para facer rostro a los moros a manes alguna pelea". Pasa luego a describir minuciosamente cómo se realizó una emboscada a las gentes de Ubeda, Baeza y Jaén que iban, rezagados:
"El Duque del Infantazgo vió al Obispo eyal Corregidor (de Jaen) con sus gentes en aquel peligro, mandó volver sus enseñas e a gran prese pasó la batalla de sus ginetes el acequia e socorrió a los de aquellas es cuadras que estaban peleando con los moros. Los moros que estaban firiendo en los cristianos, quando vieron que las gentes del Duque volviana socorrer tornaron a fuir e la gente del Duque lossiguió por el camibro de Elvira hacia la ciudad de Granada... e por pasar el acequia muchos lcronia nos) perdieron sus caballos e cayeron e fueron lisiados e desbaratados e fuera mucho más daño, salvo por la batalla del Duque del Infantazgo que los socorrió....murieron en aquella pelea dos caballeros principales, el una se llamaba Comendacor Martín Vázquez de Arce..."
Crónicas de Don Fernando y Doña Isabel. Cronista Bernalde, col. cit., cap. LXII, págs. 440-441
Don Martín Vázquez de Arce y don Juan de Bustamante, caballero de Guadalajara, murieron heroicamente en la emboscada de la Acequia Gorda, donde, según Alonso de Palencia, cayeron unos veinte hombres del Duque del Infantado, aunque la matanza entre las tropas musulmanas fue mucho mayor; es posible que entre las fuerzas estuvieran soldados seguntinos bajo el mando de los Arce, integrados en las mesnadas del Cardenal junto con tropas toledanas.






















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