Castillo o Atalaya de Huércal-Overa

Imagen de la atalaya nazarí de Huércal-Overa tras su restauración 

Por su posición más avanzada de la frontera oriental nazarí la comarca de Huércal-Overa -población al norte del levante almeriense- toma un gran valor desde los orígenes del último reino islámico en España. Dominando los valles cercanos sobre la cima de una colina y formando parte del cinturón defensivo del Reino nazarí de Granada, se encuentra esta atalaya nazarí cuyos orígenes se remontan al siglo XIII y que fue defendida hasta los momentos finales del Reino nazarí de Granada, siendo tierra de frontera.

Los restos actuales pertenecen reinado de Mohammed V momento en que reorganizó el sistema defensivo fronterizo de su reino, aprovechando los conflictos militares entre las coronas de Castilla y Aragón. De este modo, sobre un complejo defensivo anterior, en la segunda mitad del siglo XIV se levantó esta fortificación para proteger a los habitantes de la comarca y como centro administrativo de la comarca.

Una escalera interior subía al segundo piso, la actual de
la imagen es una reconstrucción, pues
a principio del siglo XX estaba arruinada

De esta antigua fortaleza sólo se han conservado los elementos centrales construidos en muro de tapial o tabiya y que han sido recientemente intervenidos por los arquitectos Mercedes Miras Varela y Luis Castillo Villegas con el objetivo de facilitar su acceso y restaurar el edifico original.

Tras las excavaciones arqueológicas realizadas en su entorno, se ha descubierto una línea de muralla exterior adaptada al terreno, con torres adosadas, y espacios intramuros por lo que podría decirse que llegaría a tratarse de un castillo o hisn con una gran torre en el muro norte, junto al precipicio, y torres en las esquinas.

La Torre, de 15 m de altura, fue sobre un zócalo macizo de
piedra y argamasa, reforzada con muros de hormigón y
bóvedas interiores de ladrillo como muestra la imagen.
Adosado al muro oeste de la torre se localizaba el aljibe semi-subterráneo cantidad estimada de capacidad de agua es de 15.000 litros que se abastecía con las lluvias locales. Aún se conservan dos bóvedas rebajadas de ladrillo que apoyan en doble arco que estarían destinados a vivienda de la guarnición.

El suelo de la primera planta de la atalaya cuenta
con un hueco cuadrado que comunica con una estancia
subterránea que pudo ser mazmorra, almacén o silo.

El interior de la atalaya se divide en tres plantas. La primera y segunda están formadas por dos salas abovedadas paralelas, la tercera planta dividida en tres naves, cubiertas por bóvedas apuntadas. Es aquí donde se encontró durante la rehabilitación del Castillo, en una de las paredes de la tercera planta, un elemento decorativo denominado Hom o “árbol de la vida”, realizado mediante trazos geométricos incisos en un estuco que se entrelazan, siendo uno de los escasos ejemplos decorativos en una fortaleza documentados en la península Ibérica de esta época, junto con el hallado en el castillo de Gibralfaro, en Málaga.

Boceto del "árbol de la vida" descubierto en el interior de la atalaya

Las referencias más antigua del lugar de Huércal, no menciona ninguna fortaleza. Ibn Idari y Bayan al Mugrib nos cuentan que en el año 1285 los castellanos sacaron de Murcia a los musulmanes mudéjares bajo un convenio que les garantizaba el libre camino a Granada. Cerca de la frontera de ambos reinos, un lugar conocido por Warqal (la actual Huércal), los cristianos robaron a las mujeres y a los niños y mataron a todos los hombres, que iban desarmados, disponiendo de ellos como quisieron con las espadas y las lanzas.

Bajo el reinado de Mohammed VII, un grupo de intrépidos lorquianos tomaron momentaneamente el castillo de Huércal-Overa bajo su poder. En 16 de abril de 1407, el aragonés Pedro Marradas y el castellano Martín Fernández Piñeiro acordaron escalar el castillo. Salieron de Lorca con gente a caballo y a pie,  llevando consigo los pertrechos necesarios para la escalada (Crónica Juan II, 94). Iniciaron el camino de día, pero pararon en Puerto Lumbreras para mantenerse emboscados y evitar ser detectados por las atalayas musulmanas. Esperaron que llegara la noche y así tomar el castillo por sorpresa. lograron su objetivo, matando o capturando a todos sus moradores, y enviaron aviso al mariscal Fernan García de Ferrera para que le enviasen una recua de víveres (Crónica de Juan II, 95). Éste les envió, doce días después, a 70 jinetes y víveres al mando de Rodrigo Rodriguez de Avilés. Aprovechando que ya estaban en tierras de moros acordaron hacer una cabalgada con el objetivo de provocar más daño. Sin embargo, el miércoles 29 de abril, se toparon con una hueste nazarí que se dirigía a recuperar el castillo.

El ejército musulmán al mando del alcaíde Hâyib Abû al-Surur Mufarriy, el alguacil mayor de Granada, contaba con 3000 jinetes, 25.000 o 30.000 peones, ballesteros y lanceros -cifras exageradas por los cristianos para justificar su derrota- dispuestos a asediar el castillo. Llevaban unas máquina de ataque o aproche llamadas mantas y que consistían en una galería hecha con maderos gruesos, cubierta de tablas forradas de cueros, para resistir las piedras y el fuego de los sitiados. Dentro de estas mantas se aproximaban a cubierto hasta llegar al pie del muro o torre, arrastrando grandes haces de leña para incendiarlas y derruir la torre o lienzo de muralla

Los cristianos abrieron las puertas y salieron a pelear fuera pero ante la presión de la hueste nazarí y que muchos fueron heridos por las ballestas enemigas, los cristianos regresaron al castillo para defenderse. Fue entonces cuando los nazaríes  arrimaron las mantas y los maderos al muro del castillo haciendo caer un lienzo de muralla del lado sur.

Los musulmanes entraron en el castillo por la brecha, y todos los cristianos se acogieron a dos torres, desde donde se defendieron, hasta que fueron también socavadas y tomados presos los 125 cristianos supervivientes que rindieron las armas. 

La facilidad con que socavaron las torres, descarta que alguna fuese la gran torre que todavía pervive, que por sus dimensiones y consistencia no hubiera sido derruida tan fácilmente. Es probable que fuera construida después de esta acción, convirtiéndose en un auténtico bastión visible desde el límite de la provincia de Murcia hasta la Cuesta Alta.

El castillo de Overa ofreció resistencia hasta prácticamente la desaparición de la dinastía nazarí, si bien fue tomado al asalto nuevamente por el lorquino Juan de Morata en el año 1436  y recuperado por los granadinos diez años después, ya que nunca se reconoció que este castillo fuera de propiedad cristiana según demuestra la tregua de 1439 y la cédula real, fechada el 3 de mayo de 1438 de Mohammed IX, que reconoce que la fortaleza Huércal sigue dependiendo del rey nazarí.

Cuando Boabdil estuvo enfrentado a su tío Muhammad XIII el Zagal, se tuvo que refugiar en Lorca bajo el amparo de los Reyes de Castilla, conservando el reconocimiento de la fortaleza de Huércal, que entonces tuvo que abastecerse en Lorca, en vez de en Vera, que estaba a favor de su tío. 

Finalmente, todo el valle bajo y medio del Almanzora se rindió ante el rey Católico, en junio de 1488, como muestra en madera un grabado conservado en la sillería baja del Coro de la catedral de Toledo que el maestro Rodrigo Alemán esculpió, junto con otras 53 piezas, conforme avanzaba militarmente la reconquista del reino de Granada (1489-1495). La rendición fue protocolaria ante el rey Fernando de Aragón, en el real de Vera entre el 12 y 17 de junio, aunque no es probable que se trasladara a Huércal para hacerse cargo de la fortaleza.

Comentarios

  1. Tengo una curiosidad tremenda: saber a cuanto ascienden las comisiones que cobran los "restauradores" por poner acero Cor-Ten hasta en la sopa. Eso ya no es una torre, es un burdo simulacro de nave alienígena con letrina mohosa adosada. Y lo más sangrante es que tienen "licencia para profanar" todo lo que les pongan por delante y, para colmo, hasta les pagan y les festejan por sus perpetraciones dignas de juzgado de guardia

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