Biografía de reyes: Yusuf III (1408 - 1417)


Predecesor: Mohammed VII
Sucesor: Mohammed VIII

Tras pasar la mitad de su vida en prisión, en el castillo de Salobreña, dedicado a su pasión por la poesía, Yusuf sube al trono que le correspondía por derecho con treinta y dos años apoyado por el pueblo y la nobleza que anteriormente le ignoraban.

El 15 de mayo de 1408, dos días después de la muerte de su hermano Mohammed VII, fue proclamado Yusuf III rey de Granada. Retribuyó cumplidamente el excepcional servicio de Ahmed ben-Farag (quien fuera jefe de la guardia palatina con su hermano), pues apenas tomó posesión del trono, le nombró primer ministro de su gobierno y más tarde lo desposó con una de sus hijas, la infanta Gayat al-Muná. Mediante este matrimonio la familia Mofarrich enparentó con la dinastía nazarí. 

Yusuf III es considerado un rey prudente y pacificador pues quiere renovar las treguas con Castilla que finalizaba en mayo de 1408, en lugar de continuar con la política belicosa de Mohammed VII. Yusuf sabía que la paz era la única manera de mantener el reino a flote entre las tempestades y desarrollar una riqueza en Granada que les iba a servir para defenderse ante los cristianos.

Inmediatamente se puso a trabajar por la paz con los cristianos. Tenía Don Alonso Fernández de Córdoba, alcaide de Alcalá, como aliado, quien se había refugiado en Granada tiempo atrás por problemas en Castilla y donde había hecho buenos amigos.

Catalina de Lancaster (Hertford, Inglaterra 
1333 - Valladolid 1418) hermana de 
Enrique IV de Inglaterra y abuela de
Isabel La Católica, asumió la regencia de
su hijo Juan II de Castilla y ambos fallecieron
en el palacio que se erigía en estos terrenos 
del Convento de San Pablo

Don Alonso fue a la Corte cristiana donde el infante Don Fernando, junto con la viuda Doña Catalina de Lancaster, regían Castilla durante la minoría de edad de Juan II. Don Fernando tenía como objetivo expulsar a los musulmanes definitivamente de la Península por lo que no vio con agrado el ofrecimiento de paz. Como prueba se conserva la siguiente prueba anónima: "embió grand presente de caballos, espadas, terciopelos, pasas, higos, almendras y otras cosas al rey don Juan; pero no ubo efeto porque los tutores no las quisieron conceder...".

El infante Don Fernando reunió a las cortes de Castilla en
Segovia en 1407 para levantar al reino cristiano
con el fin de expulsar a los musulmanes

El infante Don Fernando, tío y tutor del futuro Juan II, soñaba con la gloria y con continuar la estela trazada por Fernando III el Santo. La tregua que Mohammed VII había firmado co. Castilla poco antes de fallecer, finalizaba en mayo de 1408 y el regente Don Fernando, que abrigaba el propósito de continuar la reconquista, se resistió a conceder la renovación, aunque cedió al fin ya que le interesaba que hubiera paz en la frontera mientras que preparaba una futura campaña. Las fronteras del reino de Granada continuaban donde las había dejado San Fernando y para menguarlas había que conquistar las principales plazas de su frontera que eran como torreones que jalonaban las defensas del reino nazarí, es decir Baza, Antequera, Ronda y Gribraltar.

Dos renovaciones de treguas anuales fueron pactadas con los nazaríes, pero vencida la segunda en abril de 1410, Don Fernando puso sus miras en Antequera, una de las ciudades más pobladas, ricas y antiguas del reino de Granada y que se encontraba defendida por el caudillo Alkarmen.

En respuesta al saqueo de Zahara en 1407 por parte de los nazaríes, el infante don Fernando, lanzó desde Córdoba un poderoso ejército sobre Antequera en 1410 con la intención de apoderarse de tan importante plaza por su valor estratégico. Yusuf III se apresuró a socorrerla organizando un poderoso ejército y al mando de sus hermanos, los infantes Ahmad y Alí, lo envió en auxilio de la ciudad sitiada. 

El 5 de mayo de 1410, el ejército nazarí estableció contacto con el enemigo, situándose a su retaguardia en el puerto llamado Boca del Asno, paso natural para adentrarse por la costa malagueña. La batalla se libraría al día siguiente; los granadinos atacaron el real que Don Fernando había establecido, pero apenas iniciado el combate, cayó el alcaide de Alhama que iba al frente de la vanguardia y los atacantes hubieron de retroceder. Entonces el grueso del ejército nazarí avanzó con los mejores caballeros de la corte mandados por el alfaquí Mohammed Ibn Asim (hermano del jurista Ibn Asim que había sido ministro con Yusuf II) luchando inútilmente por contener la desbandada de la tropa, increpando a los que huían y rehusando seguirlos, arremetió contra las filas cristianas en las que causó un gran estrago hasta que murió acuchillado.

Derrotado, el ejército de socorro de Yusuf III regresó a Granada tras sufrir dolorosas pérdidas, mientras Don Fernando apretaba el cerco de la ciudad  e impedía que le llegaran provisiones. Sin embargo, los nazaríes no desistieron en socorrer a Antequera y organizó una leva para reclutar hombres en todas las ciudades del reino, siendo el visir Ahmed ben-Farag (Mofarrich para los cristianos) el encargado de la recluta. Ahmed ben-Farag se encontraba en Montefrío con un fuerte destacamento de la guardia palatina cuando supo que las fuerzas castellanas efectuaban una razia por las inmediaciones, saliendo a su encuentro y pereciendo en la batalla uno de los primeros días de julio de 1410, y su cabeza fue llevada por el jefe de la tropa castellana al real de Don Fernando. 

La desaparición de Ahmed ben-Farag, principal apoyo en que se asentaba el trono del monarca nazarí, mudó sus propósitos. El visir que era de natural belicosos y enérgico fue sustituido por un ministro negociador llamado Alí al-Amín, el cual había tratado personalmente con Don Fernando en anteriores treguas.

Antequera, la codiciada presa, ofrece una feroz resistencia de cinco meses, con numerosos episodios de toda índole, en los que sobresalen algunos de extraordinario valor caballeresco recogido en leyendas y romanceros. El monarca granadino desistió finalmente de socorrer la ciudad sitiada y finalmente sus defensores, acosados por el hambre y fatigados de la inútil lucha, capitularán el 24 de septiembre. El regente de Castilla que, a partir de entonces es citado por “Fernando el de Antequera” entra en la ciudad al día siguiente. Su conquista tuvo mucha repercusión en nuestro romancero fronterizo, como este que fue compuesto con motivo de la toma de Antequera:

"La mañana de Sant Joan
al tiempo que alboreaba, 
gran fresta hacen los moros 
por la vega de Granada.
Revolviendo sus caballos 
y jugando con las lanzas, 
ricos pendones en ellas 
labrados por sus amadas, 
ricas marlotas vestidas 
de seda y oro labradas; 
el moro que amores tiene 
señales de ello mostraba, 
y el que no tenía amores 
allí no escaramuzaba.
Las damas moras los miran 
de las torres del Alhambra, 
también los miraba el rey 
de dentro del alcazaba.
Dando voces vino un moro con la cara ensangrentada:
Con tu licencia, el rey, 
te diré una nueva mala; 
el infante don Fernando 
tiene a Antequera ganada;
muchos moros deja muertos, 
yo soy quien mejor librara;
siete lanzadas yo traigo, 
el cuerpo todo me pasan; 
los que conmigo escaparon 
en Archidona quedaban.
Con la tal nueva el rey 
la cara se le mudaba;
manda juntar sus trompetas 
que toquen todas alarma.
Manda juntar a los suyos, 
hacen muy gran cabalgada 
y a la puerta de Alcalá 
que la real se llamaba, 
los cristianos y los moros 
una escaramuza traban..."

Los castillos fronterizos y los arrabales serían ocupados, siendo considerada la operación militar castellana de mayor éxito desde la batalla de El Salado y que no se repetirá hasta la toma de Málaga por los Reyes Católicos. Los efectos psicológicos en el Reino de Granada fueron inmediatos, turbando el reinado de Yusuf III, embarcado contra sus deseos en los indecisos avatares de la guerra no deseada. Mediante laboriosas y difíciles gestiones llevadas a cabo por su visir al-Amín se pacta una nueva tregua con Castilla en noviembre de 1410, renovándose en 1413 y 1414.

Pero además los benimerines, que anhelaban unificar a todos los musulmanes del norte y sur del Mediterráneo, comandados por Abu Said -hermano del rey de Fez- ocuparon la plaza de Gibraltar aprovechando la traición del gobernador de esta plaza y la sorpresa de quienes la guarnecían, así como Estepona, Marbella, Casares y otros pueblos de la serranía.

Yusuf mandó a su caudillo Sidi Ahmad que marchara sobre Gibraltar para recuperarla. Tras un corto sitio, Abu Said se rindió y llevado cautivo a Granada, siendo recibido por Yusuf III con amistad en La Alhambra. Sin embargo, el rey benimerín de Fez, quería aprovechar la ocasión para deshacerse de su hermano y pidió a su homólogo nazarí que le envenenara a cambio de una alianza perpetua con sus vecinos del Magreb. Yusuf no estaba dispuesto a ello y, de acuerdo con la política que desde tiempos de Mohammed V los nazaríes venían practicando, ayudó a Abu Said a derrocar a su hermano enviando un ejército conjunto que marchó victorioso sobre Fez. Este gesto de bondad por parte de Yusuf III le otorgó una larga amistad con los benimerines.

Hasta tal punto cultivaba Yusuf III la diplomacia que trataba a los caballeros cristianos como invitados y así cuando las treguas con Castilla expiraban, les mandaba para convencer a su rey de que era más productivo mantener la paz entre ambos reinos. De inmediato el rey logró treguas, que prorrogaron unos años más, incluso con Aragón.

Yusuf muere súbitamente el 19 de noviembre del año 1417, víctima de una apoplegía, siendo el decimotercer rey de Granada y el último de sus más grandes monarcas, excelente político, gran caballero y padre de su pueblo.

La losa sepulcral de de Yusuf III
fue perforada en varias ocasiones,
según Torres Balbás, para reutilizarse
como fuentes posiblemente y se dice
que estuvo policromada con sus
letras en dorado sobre fondo azul

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