Música arábigo-andaluza

Músico en La Alhambra con un instrumento similar al
laud muy utilizado por los hispanomusumanes en Granada

Hoy, en el museo de La Alhambra, de la mano de María Dolores Álvarez, se ha tratado en una charla temática sobre la música arábigo-andaluza y gracias a la aplicación móvil Periscope. La música, junto con la poesía, es una de las formas de expresión más importante de la cultura islámica. La música arábigo-andaluza tiene su origen en Oriente Medio en las culturas pre-islámicas -anteriores al siglo VII d. C.- de la música huda de los beduinos que utilizaban sus cantos para acompasar el paso lento del camello durante el trayecto de las caravanas por el desierto. En el descanso del viaje la música era acompañada por instrumentos por tambores y panderetas de diferentes formas.

Para distracción de las casas pudientes, surge la ñuba es una suite instrumental y musical -origen en el siglo VIII- llegada a al-Ándalus por Ziryab desde Bagdag, capital del Califato Abbasí. Ziryab llega a Córdoba huyendo de sus enemigos en Bagdag, donde será acogido por el califa Abderramán, trayendo la moda abbasí a la Península Ibérica (el blanco en la ropa para el verano, el orden de las comidas, gustos alimenticios, cortes de pelo, mobiliario, el ajedrez). Ziryab era además un magnífico tocador de laud, instrumento que perfeccionó añadiendo una quinta cuerda (como curiosidad, cada cuerda tenía un color diferente -negra, blanca, verde, roja oscuro, amarilla- y cada una tenía su propio nombre). Del laud derivará el rabel, similar al violín, mientras que en viento destacaban una especie de flautas traveseras y clásicas, junto con castañuelas (de origen egipcio).

La ñuba es una obra que podía durar entre siete u ocho horas que se divide en cinco partes: un recitativo, un canto, una moaxaja en árabe clásico, una jarcha y un zéjel en árabe andalusí -el árabe andalusí fue un dialecto, proveniente del árabe propiamente dicho, hablado en al-Ándalus-.

La moaxaja aparece en el siglo X, siendo un poema andalusí escrito en árabe clásica, cuyos temas trataban sobre amor, mientras que las jarchas eran unas canciones cortas acompañadas por instrumentos musicales (estas jarchas influirán en la cultura cristiana, siendo el origen de los villancicos) cuyo tema era el desamor, los celos, abandono. En el siglo XII y XIII surge el zéjel, que se acerca la música popular española, siendo cuartetas repetitivas en rima cantadas colectivamente.

Atabal o Adufe, instrumento musical de percusión de cerámica
descubierto en la Alcazaba de Almería y expuesto en el museo de la ciudad

La Escuela de Traductores de Toledo, en su florecimiento durante el reinado de Alfonso X "el sabio", recogerá toda esta tradición musical arábiga que ayudará a su difusión, popularizándose entre los trovadores de los siglos XII al XIV.

Cuando los hispanomusulmanes se refugian en el Reino nazarí de Granada (1238 - 1492) se crea una ñuba particular granadina. La música se escuchaba en momentos especiales en las salas de la realeza y de notables; los espectadores se sentaban en almohadones mientras que la orquesta se situaba en un estrado y las bailarinas bailaban alrededor de los invitados. Tras la desaparición del reino nazarí, estas celebraciones evolucionarán con las zambras por la etnia gitana.

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