Ayuda otomana y fatimí al Reino nazarí de Granada

Bayaceto II fue el sultán del Imperio Otomano
entre 1481 y 1512 y ayudó a muchos judíos sefardíes
a reasentarse a lo largo de sus territorios tras el
Edicto de expulsión de los Reyes Católicos

En torno a la segunda mitad del siglo XIV, la situación del reino nazarí es de fortaleza al contar con el apoyo del reino meriní de Fez, a lo que se suma una crisis económica y política interna a mediados del mismo siglo que afecta al vecino reino de Castilla, que se ve inhabilitada para actuar contra el vecino reino islámico. Pero en torno a 1450, Castilla comienza a recobrar protagonismo y comienzan a recrudecerse las escaramuzas fronterizas, mientras que el reino meriní se debilita a causa de la anarquía política alrededor de 1415, fecha en que comienzan las invasiones portuguesas en la costa marroquí por lo que se debilita su apoyo al reino granadino que a partir de 1465 queda bastante aislada en la Península, sin apoyos exteriores. No obstante, Granada contará con la solidaridad de la población norteafricana pues los gobernantes en el Magreb no pueden evitar que los granadinos reciban socorros esporádicos, fruto de iniciativas tomadas al margen de su autoridad. Bien es cierto que estos auxilios irían menguando conforme los castellanos se van apoderando de los principales puertos del reino nazarí.

Los tapices de Pastrana representan los ataques
portugueses al norte de África en el siglo XV

Detalle de la toma de Arcila por las tropas portuguesas
en uno de los tapices de Pastrana

Por este motivo, los reyes nazaríes de Granada dirigen sus miradas a Oriente, buscando ayuda y tratando de mantener relaciones diplomáticas esporádicas con los turcos otomanos -además de otras más continuadas con los sultanes de Egipto-, materializadas en diversas legaciones con motivo de la guerra contra Castilla de los años 1482-1492.

Rachel Arié y Luis Seco de Lucena han estudiado las diferentes embajadas que Granada envió a Egipto y que jamás van a encontrar el objetivo deseado: recibir ayuda económica y militar. De acuerdo con el cronista egipcio Ibn Iyás, en 1487 llegó a El Cairo una embajada nazarí pidiendo al sultán que enviará un ejército para combatir a los francos que sitiaban Granada. Pero la respuesta de éste fue otra muy distinta:

“El sultán tuvo a bien escribir al clero de la iglesia de la Resurrección de Jerusalén, instándole  a  que  hiciesen  llegar  una  carta  al  rey  de  Nápoles  por  medio  de  uno  de  sus sacerdotes, rogando al príncipe que se entrevistara con el rey de Castilla, con objeto deque éste cesara en sus ataques contra al- Ándalus y evacuara el país. En caso contrario, el  sultán mameluco advertía  que  haría  uso  de  represalias  contra  los  sacerdotes  de  la  iglesia  de  la Resurrección y que prohibiría a los europeos el acceso a este santuario, que luego haría demoler”

Por este motivo llegó a la corte de Nápoles una delegación franciscana presidida por el mismo  guardián  del  monasterio  de  Jerusalén,  fray  Antonio  de  Millán.  Traían  una carta  del  sultán  egipcio  con  un  mensaje  muy  simple:  si  el  rey  de  Castilla  no interrumpe  las  operaciones  militares  contra  Granada,   se  verá  obligado  a  proceder contra los santos lugares de la Cristiandad. El mismo mensaje,  acompañado  de  una  carta  del  rey  de  Nápoles,  fue  presentado  a  los  Reyes Católicos en julio de 1489, durante el cerco de Baza. Fernando e Isabel responderán claramente en una carta enviada a su  pariente  napolitano el  5  de septiembre que ellos tratan a  los  mudéjares  de Castilla, León, Aragón y Valencia pero que las causas de la guerra con Granada responden a la ocupación que los moros de África hicieron de la Península desde hace 700 años y que han requerido en varias ocasiones que los moros de Granada deben abandonar su tierra o someterse al servicio regio en calidad de mudéjares y que si quisieran  marcharse más adelante, ellos están dispuestos a facilitarles medios de transporte y toda clase de seguridades  hasta  que  alcancen  sus  puntos  de  destino.

Europa a finales del siglo XV

Por otro lado, el historiador tunecino A. Temimi dice que a mediados de 1477, los musulmanes de Granada despacharon una embajada a Estambul para informar al sultán otomano de la situación en que vivían y pedirle ayuda. También fuentes turcas algo tardías  señalan  que  en  el  invierno  de  1486-1487  llegó  a  Estambul,  a  la  corte  de Bayaceto II (1482-1512), un enviado de Boabdil, el cual conmovió a todos los presentes  al  leer  un  texto  de  Abu  l-Baqa’ Salih  b.  Sarif  que  ponía  de  manifiesto  los sufrimientos de los musulmanes granadinos y la posibilidad de que el islam desapareciera de al-Ándalus. En respuesta, el Gran Turco envió una embajada al Papa -ya que no había relaciones diplomáticas directas con Aragón- para que cesaran las hostilidades con Granada o habría represalias contra los cristianos de Oriente. La respuesta de los Reyes Católicos, que temían más una invasión turca en sus territorios en Sicilia, llegó por cauces indirectos. 

En julio de 1492, los Reyes Católicos expulsaron a su población judía o sefardí por lo que Bayaceto envió sus barcos al mando del almirante Kemal Reis en 1492 para evacuarlos, junto con la población hispanomusulmana que quería exiliarse tras la caída del Reino de Granada, de forma segura a tierras otomanas. Ordenó a todos los gobernadores de sus provincias que los refugiados debían ser bien recibidos, concediéndoles el permiso para establecerse en su Imperio y convertirse en ciudadanos otomanos. Posiblemente Moses Capsali ayudó a despertar en el sultán su simpatía por los sefardíes, e impuso un impuesto a los ricos para rescatar a las víctimas hebreas de la persecución. Ridiculizó la conducta de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla al expulsar a una clase de personas tan útiles: "Te atreves a llamar a Fernando un gobernante sabio" -dijo a sus cortesanos- "¡el que ha empobrecido su propio país y ha enriquecido el mío!". Los hispanomusulmanes y sefardíes de al-Andalus contribuyeron en gran medida al creciente poder del Imperio Otomano mediante la introducción de nuevas ideas, técnicas y artesanía; por ejemplo la primera imprenta en Constantinopla fue establecida por los sefardíes en 1493. 

James Monroe dió a conocer en 1966 una casida granadina (un poema de 105 versos), de autor desconocido, recogida por el erudito tremecení al-Maqqarí en el siglo XVII, que contiene una petición de ayuda dirigida a Bayaceto II. El hecho de que esta casida mencione  acontecimientos  producidos  en  el  tránsito  del  siglo  XV  al  XVI  hizo  que Monroe fechara esta composición en 1501.

Sobre todo esto hay un buen estudio realizado en 2005 por J. E. López de Coca Castañer en su artículo titulado "Mamelucos, otomanos y caída del reino de Granada" publicado en 2005 en la revista de la Universidad Complutense de Madrid conocida como En la España Medieval. Según esta publicación, Bayaceto  II  no  podía  ayudar  militarmente  a  los  granadinos  a causa de la guerra que tenía con los mamelucos y de la revuelta de su hermano, el príncipe Jem. Por eso se contentó con despachar una flota al Mediterráneo occidental al mando de Kemal Reis, tío de Piri Reis, en misión semioficial y con el encargo de reunir información acerca de lo que estaba sucediendo en Granada. Según el historiador norteamericano  Andrew  C.  Hess, esto sucedió en 1490 . El corsario turco va a entrar en contacto con los andalusíes en algún punto del sureste peninsular y, más tarde, selecciona algunas bases en el litoral norteafricano –isla de Djerba, Bona y Bujía–, desde las que llevará a cabo incursiones en las costas italianas y españolas -llegando a penetrar en el mar de Alborán para bombardear Málaga, recién consquistada por los castellanos en el otoño de 1487 según la historiadora italiana Anna Masala- hasta que su presencia  es  requerida en  Estambul en 1495 llevando bastante información sobre las costas de Granada. La marcha del famoso  corsario  no  significaba  que  desapareciese  el  riesgo  de  nuevos  ataques:  a principios de 1496 fray Hernando de Talavera, arzobispo de Granada, mostraba su preocupación por los rumores que circulaban sobre la vuelta de los turcos.

Kemal y su sobrino Piri Reis ayudaron a transportar a los
musulmanes granadinos y sefardíes que deseaban huir de
la Península a las provincias del Imperio otomano 

A partir de la conquista de Granada en 1492, los corsarios de Berbería rescatarán a un considerable de familias moriscas en las fustas y galeotas que zarpaban de Badis (Vélez de la Gomera) y Tetuán, que a menudo estaban gobernadas  también por  refugiados  andalusíes, cuando  la  cristianización  obligatoria  ya  era  imparable.

Con la Pragmática de 20 de julio de 1501 obligaba a los mudéjares granadinos a una conversión forzada, coincidiendo cronológicamente con la guerra turco-veneciana de 1499-1502, en la que se vieron involucrados los Reyes Católicos. Kemal  Reis  volverá  a  operar  en  el  Mediterráneo  occidental  durante  ésta guerra. Incluso se ha escrito que antes de su muerte en 1511, Kemal Reis viajó hasta Marruecos con su sobrino Piri Reis para entrevistarse con el último rey nazarí de Granada, no se sabe con qué fin.

Comentarios

Entradas populares

El legado nazarí por el mundo