Palacio Real de Alfonso XI y Pedro I o Real Convento de Santa Clara (Tordesillas, Valladolid)
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El rey Pedro I de Castilla construyó en Tordesillas en el siglo XIV un palacio al estilo de sus coetáneos de la corte nazarí de Granada |
El palacio erigido por voluntad del rey don Pedro I de Castilla en la localidad vallisoletana de Tordesillas entre los años 1350 y 1354, acorde con las aficiones y hábitos del rey cuya vida estaba formada de una naturaleza islámica, hasta tal punto de llegar a valerle, en unión de Pedro el Ceremonioso, serias amonestaciones por parte del pontífice a propósito de su forma de “vestir a la morisca”. También en su palacio incluyó unos baños al estilo nazarí (que no mudéjar) sin responder a planteamientos de carácter social o religioso como sucedía en las sociedades islámicas, sino como complemento del Palacio Real y que llegaría transformado a comienzo del siglo XX en vivienda.
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Tordesillas, rodeada con un muralla y con 3.500 habitantes era un punto importante de paso gracias a su puente sobre el río Duero en la Edad Media |
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Tras la muerte de Pedro I de Castilla, su hija fundó un convento de Clarisas en este palacio |
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Junto a las llaves, hay dos lápidas con letras monacales en las que se describe la batalla del Salado que supuso un triunfo muy importante para la Corona de Castilla, ya que le permitió tener bajo su control el Estrecho de Gibraltar y evitar así las invasiones procedentes de África; victoria por la cual se propició su construcción como homenaje |
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En la fachada están las dos llaves del paraíso en cerámica verde, símbolo árabe que se identificaba con la potestad de abrir y cerrar las puertas del cielo |
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El monasterio de Santa Clara, uno de los mejores ejemplos de arte mudéjar de Castilla y León y una muestra de la admiración de los reyes cristianos por el lujo y sofisticación de la cultura andalusí |
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El convento de Santa Clara de Tordesillas es un conglomerado de estilos comprendidos entre los siglos XII y XVIII |
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La infanta doña Beatriz, hija del Rey Pedro I de Castilla, fundó en este palacio un convento de clarisas en 1363 |
Tras pasar la capilla mudéjar de planta cuadrada y bóveda de crucería en ladrillo, estancia que fue en su origen un zaguán se accede el patio mudéjar de arcos polilobulados y de herradura cuyas enjutas son de yesería con decoración vegetal. Al visitar el patio es posible imaginar a Alfonso XI planificando la conquista de Algeciras y otras cruzadas por tierras del sur.
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El tradicionalmente llamado Patio Árabe presenta planta cuadrada de reducidas dimensiones y galería de arquerías circundante |
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En su origen, el monasterio fue un palacio mudéjar, llamado Pelea de Benimerín, mandado edificar por el rey Alfonso XI hacia 1340 en conmemoración de la batalla del Salado, financiado con el botín obtenido de dicha batalla |
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La ornamentación del patio es de imitación islámica |
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Los azulejos son de la casa sevillana de los Hermanos Mensaque, dedicada a imitar los antiguos modelos árabes |
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En el muro de la izquierda se abre una puerta en el arco lobulado, de idéntico tipo que los del patio y que da ingreso a la Capilla Dorada |
La Capilla Dorada del Real Convento de Santa Clara de Tordesillas debió ser un oratorio privado del primitivo Palacio sobre el que se asentó el de Pedro I.
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La estructura interior de la Capilla Dorada es arcaizante, confirmando una cronología anterior al Palacio de Pedro I |
Sus muros aparecen recorridos, a semejanza de las macsuras árabes y, más en concreto, la de la Mezquita de Córdoba, con arquerías ciegas entrecruzadas, formadas por combinación de arcos apuntados-lobulados y de herradura semicirculares, que descansan sobre columnas de piedra, de fuste monolítico, con capiteles de pencas, de tradición almohade. El hueco central del testero oriental presenta distinta disposición, con un gran arco ojival túmido ligeramente apuntado para cobijar un altar.
La cúpula semiesférica, con planta de dieciséis lados, adornada con lacería y dispuesta sobre cuatro complicadas trompas de arista y ocho pequeñas cónicas, tiene origen almohade. La decoración dorada que recibían muros y cúpula de la sala, y de donde le viene el calificativo de “dorada”, está en la actualidad prácticamente perdida.
En territorios ya conquistados se construyeron baños no para el uso de los moriscos, sino de los cristianos, como es el caso del que se hizo construir Pedro I en su palacio en Tordesillas entre 1350 y 1354, edificado según algunos estudiosos, por alarifes que bien pudieron ser originarios de la Granada nazarí.
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Baños del Palacio Real de Pedro I en Tordesillas |
El edificio de los baños del primitivo palacio de don Pedro I de Castilla responde a la tipología de otros baños nazaríes de la época como los de Granada, Ronda o Gibraltar (los dos últimos obra de los meriníes al serles cedidos dichos territorios por los reyes nazaríes), siguiendo esquemas de una gran similitud arquitectónica y utilizando la medida del conocido como “codo mameluco”, de 54 centímetros, procedente de El Cairo, que fue exportando al Magreb por los mamelucos, haciéndola suya los alarifes meriníes y pasando al Reino nazarí de Granada del siglo XIV donde fue profusamente utilizada. Sólo se registran otros ejemplos en la España cristiana en el Palacio de Astudillo, en la sinagoga de Samuel-ha-Leví, en el Palacio de Téllez Girón y en el Taller del Moro (los tres últimos ejemplos en Toledo), obras todas ellas contemporáneas a Pedro I de Castilla y en algún modo vinculadas a este monarca. Además, al igual que el Baño Real del Palacio de Comares, se sitúa frente a la salida del sol.
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Restes de Bains arabes dans l’interieur du Couvent de Tordesillas. Souvenirs Pittoresques du général Bacier d’Albe. Campagne d’Espagne Godefroi Engelmann (dib.) París, 1818 |
El edificio de los baños fue construido en tapial y ladrillo, constando de un vestíbulo abierto en el lado de poniente por cuyo hueco se comunicaba antiguamente con el propio palacio. En este vestíbulo y en su lado izquierdo, según se entra al mismo, se abren dos habitaciones, posiblemente vestuarios en otro tiempo por sus reducidas dimensiones (1,10 metros por 1,25 metros), cubiertos con bóvedas de cañón e iluminados por sendos tragaluces centrales, cuadrados. Y una tercera camarilla se abre frente al hueco de ingreso, igualmente de reducidas dimensiones, 0,90 metros de anchura y 2,20 metros de longitud, e igualmente con tragaluz abierto en el centro de dicha bóveda. La bóveda del cuarto de ingreso esta cubierta por un dibujo de lazos de a ocho formando polígonos estrellados, cuyo rígido trazado geométrico animan pequeños rombos intermedios en cuyo centro se dibujó un león rampante y calderas en sus ángulos. El motivo heráldico del león se atribuye a las armas de doña Leonor de Guzmán, señalando la existencia de dicho símbolo heráldico en los sinos de arrocabes del Palacio de don Pedro I de Castilla y de doña María de Padilla en Astudillo, aunque es muy posible que sea ajeno a las familias Guzmán y Padilla ya que el león es muy común en heráldica. Una red continua de rombos, con decoración vegetal esquemática, adorna las bóvedas de las dos alcobitas abiertas en el muro de la izquierda de ese cuarto, destinadas probablemente a guardarropa. Aunque muy borrosos, aún se distinguen en los tímpanos, bajo la curvatura de la bóveda que cubre este cuarto de ingreso al baño, sendos escudos, en cuyo interior se repite el león rampante, tal vez coronados en ambos, con orlas de calderos. Completa la decoración del tímpano que está sobre la puerta de entrada un dibujo de dos circunferencias concéntricas tratadas a compás, repetidas formando cuadrícula, unidas por otras más pequeñas tangentes a las mayores, con tallos y hojas intermedios en disposición cruciforme. En torno al blasón del tímpano frontero, la decoración pintada consiste en medallones de cuatro lóbulos enlazados también por pequeños círculos tangentes y con un elemento floral intermedio.
A continuación, a través de un hueco abierto en el muro de la derecha de este vestíbulo se accede a una sala cuadrada (de 6,5 metros de lado) y dividida en cinco espacios cuadrados, uno central más grande, cuatro menores en las esquinas y cuatro rectangulares mediante la disposición de cuatro columnas que componen el tramo central cuadrado, separadas entre sí 2,70 metros. La decoración de los baños, al menos la conservada hasta la fecha, es de una gran pobreza de medios, contrariamente a la de otros baños contemporáneos edificados en al-Ándalus, pero similar a las pinturas hispanomusulmanas empleada en la decoración de zócalos desde la época almorávide y que perduró hasta el siglo XV tanto en el reino nazarí como en construcciones mudéjares de la España cristiana. En los zócalos de la sala intermedia y más amplia se pintaron paños de polígonos estrellados separados por fajas verticales con dibujos de flora de tradición almohade. Finalmente en las jambas del arco de paso de ese cuarto de paso intermedio al caliente conservase un resto de la decoración pintada que los cubría. Es un medallón lobulado con una figurita femenina desnuda en su interior, no mal dibujada, con los brazos extendidos separados del tronco.
Los arcos de herradura de la sala (el central rebajado) reciben las cargas transmitidas por las bóvedas de arista, realizadas en ladrillo, que cubren los tramos en que las columnas dividen el espacio. En el centro de cada una de las bóvedas de la sala hay un tragaluz o clave, en forma de ocho puntas, que era utilizado para ventilar la sala. Hoy en día, los días de lluvia y posteriores no permiten la visita a este espacio por el agua que accede a través de ellos, algo que los conservadores deberían solucionar. Según Torres Balbás, “los tres tramos del fondo tuvieron hipocausto, prolongación del de la siguiente sala, visible por la destrucción del pavimento” lo que les transforma en la sala templada del conjunto.
Para Torres Balbás, la siguiente cámara es el cuarto caliente y que está cubierta por una bóveda de cañón, igual que el vestíbulo, dispuesto su eje perpendicularmente al eje del edificio, con tragaluces o respiraderos de sección cuadrada, uno y otros de planta estrellada. En los extremos de dicha bóveda se disponían unas camarillas cubiertas con bóveda de cañón, de eje perpendicular a la anterior y comunicada con ésta por huecos formados por arcos geminados con columna central, hoy desaparecida, así como el arranque de los citados arcos. Los fondos orientales de esas cámaras forman unos nichos cubiertos igualmente con bóveda de cañón y destinados a contener pilas de agua caliente y fría.
Se cree que una caldera de cobre calentaría el agua necesaria para la práctica del baño y que se encontraría entre la anterior sala y la contigua por la existencia de conductos verticales practicados en el grueso del muro, a ambos lados del hueco de comunicación abierto entre estas estancias y por una estancia (de 7,7 metros de longitud por 3 de ancho) en un 1,5 metros de nivel inferior a las anteriores, cubierta con bóveda de cañón peraltada y que serviría presumiblemente como leñera y para manipular el fuego bajo la caldera, con comunicación al exterior a través de un hueco practicado en el muro norte.
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