Tapial
El molde, que da nombre al sistema constructivo, se compone de varias partes y poseía unas dimensiones fijas que definían el tamaño de cada pieza. |
La técnica del tapial o tabiya consiste en compactar tierra humedecida dentro de un molde mediante el uso de un pisón. La cimentación del tapial se hacía de sillería para evitar la subida del agua por capilaridad. Sobre ella se montaban cajones con tableros de madera resinosa separados unos centímetros para que escurriera el agua de la masa.
Al tratarse de una construcción por piezas, hay que seguir las leyes de la traba; los cajones se sostenían sobre "agujas" transversales que les servían de base además de soportar el andamio. Según se iba fraguando la mezcla se separaban los tableros y se reutilizaban por la otra cara. Las agujas se quedaban incorporadas al muro aserrándoseles su cabeza y eran el único elemento perdido en cada uso del encofrado.
Los múltiples agujeros del muro son las huellas de las "agujas" que se montaban para construir los muros de tapial |
Los muros de tapia, una vez secos y consolidados se solían revestir con un enlucido realizado con mortero rico en cal, que además de protegerlos de la lluvia, regularizaba su aspecto. Habitualmente eran decorados imitando sillares y era común el empleo del tapial calicastrado formado por tongadas de tierra con pellas de mortero rico en cal en los cantos.
El “conglomerado Alhambra” que se encuentra en la colina de la Sabika sobre la que se levanta la ciudad palatina se compone de un 70% cuarzo, 20% minerales de arcilla y un 10% de otros componentes |
El ser humano ha buscado sistemáticamente cómo convertir en material de obra lo que tiene más a mano, en este caso el conocido como “conglomerado Alhambra”. El conglomerado Alhambra se puede mezclar con un 20% de cal para formar un tapial de extraordinaria calidad cuyo secreto está en el compactado y regado en tongadas (capas con las que se cubre) de pequeño espesor, de unos 10 centímetros. Este tapial se enriquece con la técnica del “calicastrado” cuya cara externa se ejecuta con un mortero de arena de río sin impurezas mezclada en proporción de tres partes de arena por una de cal, consiguiendo una costra o cáscara de unos 5 centímetros o más de espesor, que se desliza entre las tongadas de tapial. Si la costra se desprende, el aspecto característico es el de un hojaldre, siendo una alerta de futuros desmoronamientos de un núcleo más débil, menos consistente. Ese cascarón, duro y de color blanquecino, era finalmente velado por un estuco en el que participaba la cal como único componente o acompañada de arcilla como colorante, una vez cernida y triturada la “alpañata”, nombre con el que se denomina el suelo arcilloso, de un color rojo intenso, sobre el que se levanta La Alhambra.
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