La epigrafía nazarí

Páginas sueltas del Corán conservadas en una caja 

portátil procedente de Granada cerca del final de la

dinastía nazarí (1492) o el Norte de África de finales

del siglo XV; este ejemplar único se lee de izquierda

a derecha (el árabe se lee de derecha a izquierda), 

en escritura andalusí.



Se entiende por epigrafía la escritura realizada en diferentes materiales (piedra, metal, madera, estuco, cerámica, textiles, etc) en una diversidad de estilos (cúfico arcaico, cúfico florido, simple, cursiva, etc) y con representaciones estéticas y simbólicas. 

La caligrafía es la manifestación artística más importante del Islam y en consecuencia el calígrafo es el artista más considerado socialmente: a aquel cuyas palabras son hermosas debe respetársele.

No poseemos demasiados elementos de
juicio para atribuir una correcta clasificación
a esta jarra, realizada posiblemente en época
nazarí (siglo XIII), apareció en las excavaciones
arqueológicas de La Alhambra (conservada en el
Museo de La Alhambra  R.E. 4626) con una
inscripción, seguramente propiciatoria que fue
grabada con incisión de un instrumento
de punta roma cuando el barro
todavía estaba blando 

Porque la caligrafía da forma a la palabra divina y tiene la misma función iconográfica que las imágenes en el arte occidental. La escritura árabe es equivalente a las imágenes sagradas del arte cristiano. El hecho de que el árabe fuese la lengua en la que se escribió el Corán, le confirió un carácter sagrado y de símbolo de la civilización musulmana, por lo que la grafia árabe sirvió para anotar otras lenguas como el persa, el turco, el afgano o dialectos norteafricanos.

La importancia de las inscripciones epigráficas convierten La Alhambra en un auténtico libro, que ha sido brillantemente calificado como "la edición más lujosa del mundo" por el profesor Gonzalo M. Borrás Gualís. Es uno de los recursos más utilizados en la decoración de revestimientos en el monumento granadino, que a diferencia de otras escrituras ideográficas de oriente que acuden a la representación de tipo figurativo (como es el caso de China o Japón), el árabe tiene un carácter estrictamente fonético y su estilización para conseguir formas armónicas camina siempre en el terreno de la abstracción. En La Alhambra se utilizan una mezcla de estilos caligráficos cúfico y cursivo, atenuando el carácter más estático del primero con accidentes que le dan una fluidez expresiva extraordinaria, con entrelazados característicos y curvas amplias y abiertas.

La escritura se adapta especialmente bien a un
medio plástico y versátil como es el yeso,
válido tanto para el vaciado como para el
moldeado rápido y sobre todo para inscribir 
en él con buriles y herramientas cortantes 
o punzantes y por otra parte, estos desarrollos
caligráficos extensos y sistemáticos 
enlazan muy bien con la arquitectura,
arte que ha sabido incorporar a la escritura 
como una parte esencial de sí misma,
algo que entendieron los constructores 
de la Alhambra cuyos frisos son
suficientemente explícitos 

El sistema gráfico árabe sólo poseía en principio signos para las vocales largas y las consonantes, y en éstas un mismo signo podía representar varios sonidos. Esta dificultad hizo que, si bien la epigrafía oficial mantuvo en rincipio una unidad de estilo -cúfico- las necesidades prácticas hicieran evolucionar una escritura "utilitaria", con puntos diacríticos y signos vocálicos auxiliares, que a partir del siglo X entró también en las inscripciones como grafía cursiva o nasjí, que acabó predominando sobre la cúfica.

Los estilos, pueden ordenarse cronológicamente a grandes rasgos:
  1. Cúfico arcaico: con la línea base del texto rígidamente horizontal, y formas geometrizantes. Los espacios vacíos no se utilizan.
  2. Cúfico florido: estiliza los caracteres y añade remates florales y adornos. Innovación abbasí, aparece sin embargo en Al-Ándalus con la instauración de los Omeyas.
  3. Simple: variante impulsada por el Califa cordobés al-Hakam (año 961), eliminando los remates vegetales pero continuando con la evolución de los trazos.
  4. Los Reinos de Taifas desarrollarían variedades locales, tanto sobre el cúfico florido como el Simple.
  5. Cúfico Almohade: coexistiendo con la cursiva, el cúfico se enriquece con nexos curvos en la parte inferior, remates decorativos y fondos vegetales de relleno.
  6. Cursiva: escritura más utilitaria y legible, su uso coincide con el empleo de materiales más versátiles, como el estuco o la madera. A partir del siglo XII predomina en casi todo el Islam.
Los nazaríes recuperaron el formulario fundacional del Califato Cordobés y simultanearon cursiva y cúfico en sus inscripciones, con gran abigarramiento de fondos vegetales, siendo la divisa de la dinastía nazarí (Sólo Alá es vencedor) la fórmula preferida.

La escritura se presenta con despliegues
preferentemente lineales en horizontal
y en vertical, siendo continua en los
frisos, se muestra en frases cortas
que realzan determinados accidentes 
del paramento como un nicho o
queda delimitada en cartelas y
círculos, pero tiene siempre una 
posición preferente por su atención 
a la divinidad, al fundador, al
relato de una conquista o a propósitos
intrínsecos relacionados con el juego
poético que subyace con autonomía propia


La preferencia por determinados estilos o fórmulas remite en última instancia a las orientaciones ideológicas del poder en una época determinada. En algunos casos puede también hablarse de una función propagandística de la epigrafía. Así, frente a un repertorio de fórmulas propiciatorias para el soberano, y una gran utilización del cúfico en el califato Omeya o en el período taifa, la reforma almohade generalizó el uso de la cursiva y dotó a las citas de contenido eminentemente religioso. El poder político y religioso están íntimamente unidos en el mundo islámico.




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