Granada desde sus orígenes andalusíes

"Cabeza insigne del reino, vergel de flores,
morada de reyes, escuela de guerreros 
y albergue de peregrinos"


Los musulmanes llegaron a España en el año 711 al mando de Tariq, quien tras conquistar Écija, envió contra Iliberis un ejército que la sometió por la fuerza y al apoyo de la población judía que, desde el primer instante fue su aliada por odio a los cristianos visigodos.

Sin embargo Ilíberis se rebeló dos años después, en el 713, y los judíos pidieron ayuda a Musa quien les envió a su hijo Abd al-Aziz para someter definitivamente toda la tierra de Iliberis (que los árabes pronunciaban como Libira y más generalmente Ilbira, nombre que se castellanizaría en Elvira que dió nombre a la provincia y llamándose Medina Elvira a su capital o hadhira que sería guarneciza por un cuerpo militar mixto de hebreos y musulmanes y Garnata pasaría a ser un arrabal y la primitiva y antigua Alcazaba sería desmantelada para evitar nuevos alzamientos de los naturales). 

La comarca pasó a estar dominada por los musulmanes y se estableció en ella una división o colonia militar dependiente de Damasco. Poco después, la sustitución del califato Omeya de Damasco por el califato Abasí con capital en Bagdad, traería a la península a los últimos vástagos de la dinastía derrocada, que crearían un estado independiente y con el tiempo un califato propio con sede en Córdoba que expandiría su influencia por tierras de Marruecos. 

Con el exilio de Abderramán en la Península Ibérica, superviviente de la dinastía Omeya, la ciudad de Medina Elvira creció en importancia llegando a ser uno de los primeros centros culturales del Islam peninsular, alzándose en ella numerosos edificios, entre los que destacaba la mezquita. 

Sin embargo, Elvira era una ciudad agrícola e indefensa, con una situación geográfica que no garantizaba el dominio del territorio por lo que los musulmanes cambiaron a un emplazamiento que ofrecía más seguridad: Garnata. A medidados del siglo VIII, Asad b. Abd al-Rahman al-Xaybani, gobernador de Elvira, reconstruyó la antigua Alcazaba -conocida primeramente como Hisna Román, que quiere decir "Castillo de la Granada" porque en el centro de él había un gran árbol de esa fruta, pero pasados los años se llamó Alcazaba Qadima o Castillo Viejo-, se rehizo igualmente la Alcazaba de la Alhambra y el castillo de Torres Bermejas, perfilándose la silueta que caracterizaría a la ciudad. 

La inestabilidad social entre mozárabes y muladíes y los musulmanes dominadores dió importancia militar a la ciudad aunque paralizó su evolución. Aunque la pacificación impuesta por Abderramán III hizo gozar a los granadinos de años de reposo, estas luchas devastaron la ciudad de Medina Elvira que quedó finalmente destruida con la caída del Califato cordobés en 1010.

Murallas ziríes del siglo XI que aún se conservan
en el barrio del Albaicín (Granada)

Desaparecido el califato cordobés, serían sucesivas dinastías africanas las que intervendrían en los asuntos peninsulares y en la lucha contra los reinos cristianos del norte de la misma. Con la llegada de la dinastía Zirí en 1013, Granada se convierte en un reino independiente. El fundador de la dinastía, Zawi ben Zirí comenzó a residir en Garnata y a ella comenzaron a emigrar los habitantes de Elvira, abandonando totoalmente esta última bajo el reinado del segundo de los ziríes: Habus Maksan (1019-1020). Trasladada la corte a Granada y pasando a ser capital del distrito, aumentando su población y comenzando un período de engrandecimiento. La Alcazaba Qadima o Qasba al-Qadima se amplió y fortaleció otra vez bajo el mandato del hijo de Habus, llamado Badis (1037-1073), quien construiría un suntuoso palacio en el Albaicín, cerca de San Miguel que sería conocido como "La Casa del Gallo" y que según ibn al-Jatib no tenía comparación. En ese momento se pobló la calle Elvira, la ladera del monte sobre el que se asentaba el palacio por la tribu de los zenetes como guardia palaciega, se alzaron varias mezquitas, se construyeron aljibes y baños (por ejemplo el baño del Nogal o Bañuelo), un cementerio, el puente del Qadí (al parecer obra del qadí del propio rey Badis para comunicar la ciudad con la Alcazaba de la Alhambra), así como otras muchas edificaciones que embellecieron los barrios de Badis y de los Morabitos, de la Cauracha y de los Axares, extendidos al amparo de la ampliación de la muralla de la ciudad, una obra debida a Abu Mu'ammal, visir del rey Abd Allah (1073-1090), iniciador además de la acequia de Alfacar o Aynadamar que surtiría de agua aquellos contornos. 

Así, en menos de un siglo, la ciudad aumentó considerablemente, ensanchando su perímetro con nuevas construcciones pero al finalizar el reinado de Abd Allah en el año 1090 se extingue la dinastía zirí, que es derrocada por los almorávides que incorporan este reino taifa a sus dominios, cuatro años después de la victoria de Zalaca. Granada seguiría teniendo un importante valor militar, hasta el punto que Ibn Ganiyya, uno de los jefes almorávides, decía: 

"El al-Ándalus es como una adarga (un escudo), cuya abrazadera está en Granada; tened bien fuertes las correas y la adarga no escapará de vuestras manos"

Con la dominación almorávide no se paralizó el desarrollo de la ciudad: se construiría una gran mezquita, unos baños y se llevaron a cabo nuevas obras de embellecimiento, como la alameda de Mu'ammal, el visir del último rey zirí, enclavada en el barrio de los alfareros y extendida al pie del cerro de los Mártires que también se pobló se huertos y jardines. 

A comienzos del siglo XII, otra ocupación, la de los Almohades convirtió a Granada en escenario de nuevas luchas que hacían pasar de manos entre almorávides y almohades, lo que no impidió que a finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII, Granada fuera ya una gran ciudad, embellecida por numerosas edificaciones que amplizaron su dario urbano hasta la misma Vega. El literato cordobés Mohammed al-Xaqundi que vivió hasta el año 1231 escribió lo siguiente:

"Granada es el Damasco de al-Ándalus, pasto de los ojos elevación de las almas. Tiene una Alcazaba inexpugnable, de altos muros y edificions espléndidos. Se distingue por la peculiaridad de su río, que se reparte por sus casas, baños, zocos, molinos exteriores e interiores y jardines. Dios la ha adornado colocándola en lo alto de una extensa vega, donde los lingotes de plata de los arroyos se ramifican entre la esmeralda de los árboles. El céfiro de su Nayd (espacio comprendido entre la calle Molinos, campo del Príncipe, el de los Mártires y la Antequeruela) y el bello panomarama de su Hawr encantan ojos y corazones sutilizando las almas. Todo es en ella nuevo y peregrino."
Tras la Batalla de Navas de Tolosa se termina acorralándo los restos dispersos del mundo hispanomusulmán bajo el cetro de la dinastía nazarí. Cabeza de la nueva dinastía y de un nuevo reino, Granada llegó a ser una de las más ricas y populosas ciudades de Europa, en la que desbordó el fausto decorativo de un arte que en sólo dos siglos (del XIII al XV) ofrece una de las más rápidas evoluciones de la historia.

"Granada desde el Sur", grabado de
Hoefnagle para la obra "Civitatis
Orbis Terrarum" (1563)


Bajo el reinado de Mohammed I, fundador de la dinastía nazarí (1238-1272) se construyen las primeras edificaciones que harían de Granada una ciudad excepcional, en la que el paisaje y los monumentos formarían una unidad armónica, dando el perfil dibujado por los nazaríes que ha llegado hasta nosotros en sus líneas esenciales. En lo más elevado de la Sabika y al amparo de la vieja alzacaba emplaza los palacios y frente a ellos, en el cerro del Albaicín, asiento que fuera de los ziríes, un pueblo activo y trabajador se entregaba, en sus cármenes y huertas, a los afanes de la cerámica y de los tejidos, industrias que eran el orgullo de la artesanía hispanomusulmana. Así quedaban, de una parte dominante y de control los palacios y residencias cortesanas y por otra el Albaicín y la Alcazaba Qadima o Qasba al-Qadima, centros de artesanía y los núcleos más populosos de la ciudad, y ambas unidas por el puente que salvaba el río

Veinte monarcas rigieron este reino en sus dos siglos y medio de existencia, continuando una línea esencial sin modificar sobre la ciudad: embellecerla. Los palacios y el recinto de la Alhambra se enriquecieron con Yusuf I y Mohammed V, los grandes constructores de la dinastía a los que debemos su engrandecimiento urbano y las más nobles edificaciones: la Alhóndiga Yadida, la Madraza, grandes puertas, etc. Bajo sus reinados unas cuatrocientas mil almas poblaban la ciudad y sus alquerías, y viajeros y embajadores acudían a ella para gozar de su hospitalidad y el deleite de las villas de recreo que salpicaban las tierras de la Vega como la almunia de Darabenaz o el Alcázar del Genil

"Granada es una gran ciudad de forma circular y encantador aspecto, en la que abundan los árboles, las aguas, los jardines y los frutos, y poco expuesta a los vientos, por estar rodeada por todas partes de montañas. Sus aguas tienen su origen en dos ríos importantes: el Genil y el Darro; el Genil desciende del monte Soleir, al sur de la ciudad, que es un pico elevado, del que nunca desaparece la nieve, ni en estío ni en invierno, que, por consiguiente, es muy frío, de donde resulta que Granada lo es también en invierno, pues no está apartada de aquel pico más que unas diez millas... Tiene fuentes de agua abundantes y árboles de especies variadas; particularmente las manzanas y cerezas de Balbeck difícilmente pueden encontrarse iguales en el mundo entero, pues son tan bellas y tan dulces, que de ellas podrían extraerse miel; también hay nueces, castañas, higos, uvas, fresas, bellotas, etc. en la sierra se encuentran plantas medicinales parecidad a las de la India y una hierba que se emplea como remedio, que los botánicos conocen muy bien, y que no se encuentra ni en la India ni en otras partes. El Genil penetra al oeste en las afueras de la ciudad por la que atraviesa una cuarenta millas entre jardines, alquerías y cortijadas, donde se aprietan las viviendas, las casas de recreo, los palomares y otras construcciones... El Darro desciende de una montaña cercana a Guadix, al este del Soleir, y después de haber atravesado jardines, campos y viñedos llega a Granada en la que penetra por la puerta de los Panderos al este de la ciudad, a la que corta en dos mitades. En el interior de ella, el Darro mueve numerosos molinos y pasa bajo cinco puentes: el de Ibn Raxiq, el del Cadí, el del baño del Jas, el Nuevo y el del Álamo. Sobre los puentes hay zocos y construcciones permanentes. El agua de este río corre a través de toda la ciudad, los zocos, las plazas y las mezquitas; a veces, aparece en la superficie del suelo, pero, en general, va oculta por atarjeas subterráneas y cuando se quiere se la encuentra. La ciudadela, vivienda del sultán y llamada Alhambra, es un palacio amplio y magnífico, compuesto de construcciones numerosas y considerables, con pabellones, encantadora estancia. El agua corre allí bajo el pavimento, como a través de la ciudas, y no hay mezquita ni casa en la que falte: hasta las torres de este palaciom en su piso más alto, tienen una fuente. La Mezquita Mayor del palacio y la de la ciudad son, entre las mezquitas, las más magníficas, y, entre los monumentos, los más admirables. En la de la Alhambra se ven suspendidas lámparas de plata y en el muro del mihrab, piedras de jacinto aparecen embutidas en el conjunto de las inscripciones de oro y pata; el mimbar es de ébano y marfil. En la ciudad hay dos colinas que la atraviesan en su mitad y en las que se alzan hermosas casas y pabellones, mirando a las afueras; hay desde allí unas vistas magníficas de la Vega y los arroyos que la cruzan, todo un espectáculo que no puede imaginarse y que no tiene semejante. Una de estas montañas se llama la Churra o el Mauror y la otra la vieja Alcazaba. En ésta se encuentra la Casa del Gallo a la que corona un gallo de cobre con cabeza de caballo, montado por un caballero armado de lanza y escudo. Cuando el viento cambia, cambia de dirección también la figura del caballero. El resto de la ciudad es llano. Tiene trece puertas: la del Cielo, la de la Carestía, la de Al-Murdi, la de la Explanada, la del Arenal, la de los Curtidores, la de los Ladrilleros, la de los Estandartes y la de las Eras. Granada está rodeada de cuatro barrios: el de los Alfareros y el del Nayd, que encierrar numerosos pabellones y jardines, los dos inmediatos al Genil; el del Arenal y el del Albaicín, que está próximo a la puerta de los Panderos y es muy populoso, y de él salen unos quince mil combatientes, todos bravos guerreros, equipados para la batalla. Este barrio tiene una administración autónoma, magistrado, jueves, etc. La gran Mezquita de Granada es un edificio poderoso y magnífico al que no hay agregada ninguna otra construcción; únicamente está rodeada de escribanías y tiendas de droguistas. Su techumbre está sostenida por elegantes columnatas y hasta allí corre el agua. Hay allí cátedra para el estudio de la religión... En cuanto a las mezquitas secundarias y a los conventos de la ciudad son tan numerosos que no es posible contarlos."

Ibn Fadl Allah al-'Umari, Secretario de Estado egipcio y geógrafo

Una de las almunias de los reyes nazaríes era
ésta del Alcázar del Genil


Tras los últimos tiempos de gloria del Islam en la Península Ibérica, vienen días turbios de presagios. Acontecen luchas internas en el reino granadino que señalan su decadencia, mientras los soldados de Castilla reducen cada vez más sus fronteras y anuncian el final de su historia. Quedan atrás las horas gozosas en las que la Alhambra se alzó como una creación mágica y durante las cuales florecieron los palacios y jardines de Daralhorra y de los Alixares. Pesa sobre la Granada del siglo XV la preocupación por su destino: ya no se realizan grandes obras que reflejen un afán colectivo, sino casas, palacios aislados (Daralgüit, ya destruido, Daralhorra, los Infantes, las Monjas, Zafra, torre de las Infantas, etc) y, en todos ellos, el arte muestra su agotamiento y repite motivos anteriores con el tono de cansancio y desorientación que zaracteriza estos últimos años de vida del Reino Nazarí porque sólo una preocupación domina y alienta sus actividades: la defensa contra el enemigo que, día tras día, va estrechando el cerco. A la ciudad acuden en enjambre musulmanes de todos los puntos, acosados por los conquistadores, haciéndose su población tan densa que, como reflejan estas líneas de Luis del Mármol, llegó a ser la más poblada de toda la Península Ibérica: "Estaban sus casas tan juntas, y eran sus calles tan angostan, que de una ventana a otra se alcanzaba con el brazo y había muchos barrios donde no se podían pasar los hombre de a caballo con las lanzas en las manos y tenían las casas horadadas de una en otra para poder sacar y esto dicen los moriscos que se hacía de industria para mayor fortaleza de la ciudad". 

Palacio nazarí de Daralhorra en el
Albaicín, sobre las murallas ziríes

La posesión cristiana de Granada supuso un cambio urbanítico, mandando ensanchar algunas calles y plazas en 1498, entre ellas la de Elvira, en julio de 1501 se derribaron los balcones de las casas situadas en los lugares más públicos y en junio de 1503 se renovó la orden de derribo de ajimeces, así como cobertizos por su gran número y finalmente en octubre de 1510 y en octubre de 1525 se ensanchan las calles de la ciudad derribándose nuevas casas para el ensanche de las iglesias de la ciudad.


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