Baza (Basta)


En la plaza que se abre en la calle del Agua de
Baza, cerca de los baños de la Marzuela, se
he levantado una estatua dedicada a Cid Hiaya,
quien rindió la ciudad a los Reyes Católicos

 

"Eran reputados los habitantes de Baza por ser los más fuertes y aguerridos de todos los granadinos, como ejercitados desde niños en las artes de la guerra y forzosamente consagrados a ella por su constante batallar con los cristianos fronterizos. A juicio de los inteligentes, la situación y las defensas de la ciudad la hacían tan inexpugnable que, no faltando los víveres, podía desafiar todo el embate de la artillería y máquinas de guerra. Aun en el caso de un sitio de dos años, decían los avisados, la riqueza de la tierra alejaba todo peligro de hambre, porque las abundantes cosechas de trigo, cebada y otros muchos frutos surtían, no sólo a los ciudadanos, sino a los pueblos de los alrededores. Además, ante la amenaza de un sitio, los ciudadanos, por naturaleza avisados y previsores, habían sabido adelantarse a las necesidades, aunque su sobriedad les ponía a cubierto de las más graves."
La iglesia de los Dolores se encuentra enclavada
en el lado este de lo que fue el foso o Cava Baja
de la medina andalusí de Baza desde el año 1702



La ciudad de Baza (Basta) perteneció entre los siglos VIII-XI (en la etapa emiral-califal) a la cora de Yayyan (jaén) y no a la de Ilbira (Granada), como cita el rey zirí Abd Allah en el siglo XI. Con la dinastía nazarí fue una ciudad importante según cuenta la crónica anónima del Dikr del siglo XIV: "Baza es una ciudad de tipo medio que disfruta de numerosos bienes y abundantes bendiciones, así como de agricultura y ganadería; allí se fabrican tapices y produce mucha seda y azafrán que no tiene parangón en todo al-Ándalus; sus moreras son innumerables...".

Algunas intrincadas calles de Baza son
un reflejo de su pasado andalusí 

A pesar de la importancia de la ciudad de Baza en el reino nazarí, pocos son los restos de esta época que se conservan. En el siglo XVII aún era una gran ciudad, rica y productora de seda. En ese momento todavía estaba fortificada con murallas y tenía cuatro puertas. Por ejemplo, la Mezquita Aljama fue ocupada por la iglesia Mayor, así como existe un mirador porticado en el solar donde se levantaba la alcazaba nazarí. 

Parque y Mirador que ocupa el lugar donde se levantaba la 
poderosa fortaleza del Baúl de Baza, calificada por 
Ibn al-Jatib como “un bien de Dios, una gracia que
se hallaba oculta y se manifestó en el reinado de Yusuf
(Yusuf I) y cuya mole blanca se alza brillando como
espada desnuda para la guerra y asegura la victoria”

Desde siempre, en Baza ha existido la leyenda que cuenta que el recinto de la Alcazaba estaba repleto de túneles secretos para poder huir en caso de asedio. Y que incluso había un túnel que llegaba hasta una Atalaya. Recordar que Baza estuvo rodeada por las tropas de los Reyes Católicos durante seis meses hasta su rendición. En octubre de 2014, el ayuntamiento del municipio solicitó que se investigasen los túneles de la Guerra Civil existentes en el pueblo ante la posibilidad de que en origen fuesen construcciones hispanomusulmanas.

Restos de la muralla andalusí de la Alcazaba de Baza


Estos sillares bien pudieron formar parte de 
las murallas de la ciudad 


Pocos son también los testigos que se conservan del potente recinto fortificado que en su tiempo protegía la medina, como por ejemplo la Torre de las Cinco Esquinas, construida en tapial que presenta un recubrimiento externo de sillares (probablemente un refuerzo de época cristiana).
"Rodeaba la plaza un sólido muro defendido por grandes torres cercanas unas a otras, de las que cuatro eran albarranas que aobresalían un gran trecho de la línea de la muralla, y en la parte de la sierra se alzaba un alcázar con muchas torres y altos muros." 
La Torre de las Cinco Esquinas se levanta en la
confluencia de las calles Zapatería con Dolores
protegiendo el ángulo que aquí formaban las
murallas andalusíes que defendían la medina
ante el foso de la Cava Baja (actual calle Dolores)
y el otro foso natural de la propia calle Zapatería


El actual barrio de Santiago corresponde al arrabal andalusí de Marzuela, surgido entre los siglos XII y XIII, durante el periodo almohade. Se trataba de un barrio extramuros de la ciudad de la que le separaba el Barranco de Los Alamillos y que aún conserva la trama urbana hispanomusulmana con algunas callejas y adarves muy interesantes, así como el Baño de la Marzuela o de la Judería, uno de los mejor conservados en España. Muy cerca de ellos se encontraba la antigua mezquita sobre la que se levanta la iglesia de Santiago desde el año 1505, exponente de la arquitectura mudéjar en Baza.

Interior de la iglesia mudéjar de Santiago

Otro arrabal, el del Argedid (hoy llamado barrio de San Juan) fue el más popular y rico de la ciudad nazarí antes de la conquista cristiana, concentrándose en él un gran número de casas y tiendas. Tenía tres hornos de pan, baños públicos, alhóndiga, molino y mezquita (que corresponde a la actual iglesia de San Juan). Tras la conquista pasó a denominarse como barrio de la Morería por concentrarse en él la mayor parte de la población morisca que permaneció en la ciudad tras su toma.

La iglesia de San Juan fue construida en el
siglo XVI sobre la antigua mezquita del
arrabal de Argedid, eregida en un arrabal
donde el noventa por ciento del vecindario
era morisco en 1505

Plaza del barrio de la Morería en Baza,
con la fachada de la casa morisca conocida
como Casa de las Tetas cuyo propietario,
Hernando Benalvará fue uno de los 
moriscos más acaudalados de Baza
en el siglo XVI


Las antiguas carnicerías de Baza datan del
siglo XVI y se situaron en el Arrabal de la
Churra (actual barrio de la Merced),
 tal vez el arrabal andalusí más
antiguo conservado en la ciudad, y siendo
estas carnicerías una de las pocas pertenecientes 
a esta época que existen en España


La conquista cristiana de la ciudad estuvo condicionada por su cercanía a las tierras cristianas de Andalucía y Murcia que facilitaba la llegada de vituallas y refuerzos cristianos. Baza fue el primer objetivo de los Reyes Católicos al comenzar el año 1489 en la Guerra por Granada. El 13 de abril comenzaron los preparativos en Córdoba, y duraron un mes mientras llevaban a cabo el llamamiento a la gente de armas y la preparación de la logística del ejército. Fue necesario también atender la organización de las finanzas de la campaña tras la negativa del Papa Inocencio VIII a prorrogar la bula de Cruzada, lo que no impidió que un buen número de nobles y caballeros procedentes de Alemania, Francia y otros reinos, llegaran para apoyar el asedio de Baza.

La iglesia de la Merced se construyó en el siglo
XVI probablemente sobre un templo
mozárabe destruido por los almohades

El 22 de mayo, los Reyes Católicos se trasladaron a Jaén, plaza en la que se celebró la tradicional bendición de los pendones. Allí se separaría la pareja real, quedando Isabel con el príncipe y las infantas alojados en la ciudad mientras que Fernando partía cinco días más tarde hacia Sotogordo (Jaén) con intención de presidir allí el alarde de la hueste, una ceremonia en la que se reunieron 13.000 jinetes y 40.000 infantes, de acuerdo a la crónica de Fernando del Pulgar.

El ejército, dividido en batallas, partió el 6 de junio hacia Baza, no sin antes rendir la fortificada villa de Zújar, situada a unos 11 km al noreste de Baza, pues Fernando temía que pudiera servir a las fuerzas nazaríes para hostigar a la hueste cristiana durante el asedio a Baza. Sin embargo, la guarnición de Zújar se vio reforzada por guerreros procedentes de Guadix. Los defensores impedían desde las murallas que ninguna fuerza enemiga se acercase, hasta la llegada de la artillería cristiana. Cuando Fernando ordenó emplazar las piezas frente a los muros de Zújar, el alcaide nazarí decidió rendir la plaza, a los que siguieron la entrega de los vecinos pueblos de Bacor, Caniles, Freila -con la fortaleza nazarí que guardaba el paso por el cauce del río Guadiana Menor hacia la llanura situada al sur en el camino de Guadix a Baza-  y el castillo de Benzalema, ofreciendo a los vencidos la posibilidad de abandonar sus casas, e incluso pasar a Baza si así lo deseaban. Hoy en día son escasos los restos que quedan de la alcazaba de Zújar, principalmente en un promontorio cortado por la hoz que forma el arroyo Vertiente de la Mazmorra, al igual que los restos del castillo nazarí de Freila, compuestos por una torre de mampostería, dos lienzos de muralla y un aljibe.

Recámara de bombarda en hierro forjado, fabricada en
la segunda mitad del siglo XV, procedente del sitio de Baza,
en la Guerra de Granada; se conserva en el Museo
del Ejército en Toledo (inv nº 3863)


La defensa de Zújar permitió a El Zagal la ocasión de reforzar la defensa de Baza al retrasar la llegada del ejército cristiano. El Zagal se encontraba en Baza, atento a los movimientos cristianos sobre el Reino de Granada; una fuerza de 1.000 jinetes y más de 15.000 soldados se encontraba en Guadix a sus órdenes lista para acudir en auxilio de Baza si la plaza se veía amenazada.
"Estaba la ciudad protegida por numerosas tropas, pues, además de los 300 caballos y 8.000 infantes de los ciudadanos, muy belicosos, se reunió allí otra fuerza mayor de 700 caballos y más de 7.000 peones, formidable, tanto por su admirable pericia militar como por su cantidad."
Los defensores de Baza, que no eran tan numerosos como el cronista afirma, estaban comandados por los alcaides de la plaza y de la alcazaba, Mohammed ben Hacen y Abú Hamet Abdalá. Las tropas enviadas por El Zagal como refuerzo habían llegado a las órdenes de su cuñado Cid Hiaya, noble nazarí que había sido alcaide de Almería.

El Real o campamento principal de los Reyes Católicos durante el cerco de Baza se encontraba en lo que actualmente es una finca agrícola. A este Real se le dotó de foso y empalizada. Ésta era la única zona llana que ofrecía el terreno para un ataque sobre la muralla de Baza, por lo que se despejó talando las huertas que lo ocupaban y que formaban un intrincado laberinto de caminos y muretes que separaban los terrenos de cada propietario, existiendo además edificaciones con torres en muchas de las parcelas.

Comenzados los trabajos por parte de los cristianos para despejar dicha zona de arboledas, optaron los defensores musulmanes por hostigarlos, organizando la primera de las salidas, que fue respondida de inmediato con un contraataque cristiano. La intensidad de las escaramuzas crecía por ambos bandos, y especialmente por los jinetes musulmanes que ponían en práctica la táctica del "torna-fuye", haciendose perseguir por la caballería castellana hasta determinados lugares donde un buen número de peones emboscados, armados con ballestas, disparaban sus armas causando un buen número de bajas. Dado que las arboledas impedían ver a los capitanes de donde procedían los ataques y, la caballería cristiana desmontaba para apoyarse en los peones para defenderse:

"...tanto moros como cristianos huían asustados de sus propios compañeros, no sabiendo distinguir si eran amigos o enemigos, el estruendo de los disparos de espingardas y ribadoquines, los alaridos de los vencedores y los gemidos de los vencidos y de los heridos, la confusión de voces en diversas lenguas, confundían a todos, impidiendo ver donde se combatía, quien vencía o quien necesitaba socorro en la batalla que se libraba entre los edificios y la espesura de los árboles..."

Crónica de Fernando del Pulgar

Rodrigo de Mendoza, futuro marqués de Zenete e hijo natural
del Cardenal Mendoza, protagonizó una acción heróica según
describe Fernando del Pulgar, pues viendo la bandera de su
capitanía perdida, cargó contra los musulmanes esquivando 
como pudo los disparos de ballestas y espingardas hasta
recuperarla y arengó a su gente para proseguir el combate
durante doce horas de lucha hasta que llegaron los refuerzos
del rey Fernando, obligando a los musulmanes a refugiarse
tras las seguras murallas de Baza dando fin a la escaramuza


La superioridad numérica de los cristianos triunfó y los trabajos para despejar el terreno, cavar fosas y levantar defensas para asegurar el Real progresaba lentamente, si bien los cristianos siguieron siendo hostigados. El rey prohibió entablar escaramuzas hasta que no se despejara el terreno para evitar la muerte, como ya había sucedido, de jóvenes caballeros de ilustre linaje. 

Se trajeron las piezas de artillería más gruesas dejadas en Vera (Bayra) durante la campaña del año anterior y se aseguró la comunicación de la zona para impedir ataques a los convoyes de aprovisionamiento de jinetes nazaríes desde Guadix, estableciendo campamentos de soldados conocedores de aquellos caminos procedentes de Jaén, Úbeda y otras villas cercanas, mientras continuaban lentamente las labores de tala de los alrededores de Baza para prepararse al asedio y poder acercar la artillería a las murallas de la plaza, a manos de 1.150 azadoneros protegidos por una hueste de infantes y peones.

El rey Fernando ordenó retirar las primeras tiendas del Real por encontrarse demasiado cerca de las murallas de Baza, para situarlas en un lugar de más fácil defensa. A continuación ordenó fortificar tanto el interior de los cristianos reales como el cerco de la plaza hasta los montes para impedir la salida de los defensores, manteniendo en alerta a un buen número de guardias, así como tener listos fuertes retenes para responder a cualquier acción hostil. Se asentaron dos reales separados por 5 kilómetros: uno situado en los montes que se alzan al noroeste de Baza donde se custodiaba la artillería por una hueste de 4.000 jinetes y 8.000 infantes, a cargo del marqués de Cádiz, mientras que el segundo se encontraba al sureste de Baza, estaba ocupado por la hueste real. Se escavó un foso que unía los dos reales y se inundó mediante la desviación de dos ríos. Y tras el foso, una empalizada defendida por dieciséis torres de tierra y madera, con una guarnición de soldados a pie y a caballo en cada torre.

El actual escudo de Baza muestra
en el centro la alcazaba de la ciudad,
rodeada por las 16 torres que los 
cristianos levantaron para su asedio


Según pasaban los días, los habitantes hispanomusulmanes de Baza, confiados en la abundancia de sus provisiones, esperaban animados por los alcaides de la ciudad, la llegada de las lluvias de otoño que tradicionalmente eran intensas en aquellas tierras y que obligaran a los cristianos a levantar el asedio. Como el agua era un bien más escaso que la comida en la sitiada Baza, los musulmanes construyeron una máquina dotada de fuertes ruedas para transportar a cubierto a un número de soldados suficientes para proteger uno de los manantiales que les proveían de agua, así como situar un numeroso retén de soldados nazaríes sobre un cercano cerro, y levantado una torre junto a la fuente.

A comienzos de agosto, fue llevado al real un prisionero llamado Muza Tereri, que había escapado de la ciudad en compañía de su mujer. Durante el interrogatorio afirmó que en la ciudad disponían de provisiones para dos meses y que la guarnición estaba integrada por unos 400 jinetes y 4.000 infantes, revelando también la situación de unos pasajes secretos utilizados habitualmente por los sitiados para hacer aguadas y dando noticia del daño que hacían los disparos de la artillería, pues la artillería castellana, si bien no tuvo tanto protagonismo como frente a Málaga, intervino también en la toma de Baza.

Mientras tanto continuaba la guerra interna en la dinastía nazarí. El Zagal permanecía en Guadix y Boabdil en Granada, la capital del reino, reprimiendo con dureza cualquier desorden provocado por aquellos que pedían socorrer Baza (que era partidaria de su tío El Zagal), a la vez que enviaba a Fernando cartas para animarle a continuar el asedio y asegurándole la fidelidad de los granadinos.

En previsión de la llegada del otoño, los cristianos construyeron en los reales casas de tapial con techos de madera y tejas, mejoraron las vías de abastecimiento y la reina Isabel organizaba el constante envío de vituallas desde Jaén, incluso se construyeron algunos tramos de vía paralela que permitiese el tránsito de los convoyes de ida y vuelta sin entorpecerse.

Antes de que los castellanos consiguieran reforzar el cerco, entraron en la ciudad de Baza algunos refuerzos procedentes de Guadix, así como provisiones enviadas por El Zagal, al menos en dos ocasiones. El Zagal también intentó distraer fuerzas del asedio atacando la plaza de Cómpeta, situada en la Axarquía malagueña, así como la llamada Torre de Pedrairas (de la que se desconoce su emplazamiento exacto), cercana a la villa granadina de Orce, plaza en la que se concentraron los refuerzos que para socorrer a la guarnición cercada fueron puestos a las órdenes del capitán Martín de Benavides.

La Colegiata de Nuestra Señora Santa María de la Encarnación 
(Concatedral) o Iglesia Mayor de Baza se levantó sobre la
primitiva mezquita aljama de la ciudad en el siglo XVI
en estilo gótico pero un terremoto en 1531
la destruyó en gran parte

La campaña de asedio a Baza fue tan costosa que la reina castellana tuvo que enviar todas sus joyas a Valencia y Barcelona para empeñarlas, a cambio de 315.551 maravedís según narra Pérez del Pulgar, mientras que las mujeres hispanomusulmanas de Baza entregaban sus joyas para pagar a los soldados llegados como refuerzo para la defensa de la guarnición.

Después de pasar el mes de septiembre, los bastetanos pidieron parlamento, a lo que el rey Fernando accedió enviando a la ciudad a dos de sus caballeros: uno había estado cautivo hace tiempo y había conocido y simpatizado con el alcaide, y el otro, Pedro de Paz, era también estimado por los sitiados. Una vez en la ciudad, fueron conducidos a la alhóndiga y la alcazaba, donde les mostraron todo el trigo, aceite, vinagre, legumbres y sal almacenados. Al siguiente día regresaron al real acompañados por varios criados musulmanes que ofrecieron al rey Fernando un brioso corcel bellamente enjaezado y otros obsequios, que los rechazó pues esperaba una oferta de rendición, no la muestra de suficiencia de las provisiones y la petición de levantar el asedio para evitar más penalidades a ambas partes.

Noches después salió de Baza un mensajero con cartas en las que solicitaba ayuda pues el hambre atenazaba a los ciudadanos. Fue capturado y se descubrió que las provisiones que se habían mostrado a los negociadores habían sido colocadas sobre una estructura para simular una gran cantidad y que el interior de las vasijas de aceite estaban rellenas de agua. Viendo los musulmanes que su ardid no había causado el efecto esperado, volvieron a hostigar las obras del cerco y a los puestos avanzados.

El 7 de noviembre de 1489 llegó la reina de Castilla acompañada por su hija Isabel y por el cardenal de España. En ese momento los bastetanos pidieron volver a parlamentar con los reyes cristianos según el cronista Palencia:

"Al ver los de Baza que se acercaba hacia aquella parte de la ciudad la excelsa Soberana, acompañada de numerosa comitiva de nobles caballeros, hicieron que 250 de los más arrogantes de entre los suyos, con gran golpe de infantería, se situasen en lugar seguro y bastante cercano a la estancia del Marqués de Cádiz, en actitud de provocar a escaramuza a los nuestros. Otros 50 jinetes moros, ricamente ataviados a su usanza, se acercaron pacíficamente a la comitiva de la Reina para formar parte de su séquito.

Con igual presteza, escogidos caballeros cristianos se aprestaron a responder al reto de los enemigos. Al regresar a la ciudad los jinetes, los peones moros se detuvieron en el antemural y trabaron escaramuza, valiéndose de sus espingardas, con nuestros infantes, que marchaban con menos orden. En consecuencia, la Reina, que trataba de examinar desde aquel sitio más próximo a las murallas la disposición de todas las ropas y deseaba volver al campamento principal por la cima de aquel escabroso monte, comunicó sus intenciones al Marqués de Cádiz. Este, muy previsor, había hablado poco antes con un intérprete moro para pedir al jefe de la guarnición y al Alcaide de la fortaleza una entrevista, que ambos le negaron. Volvió a insistir por medio del mismo enviado, alegando que el motivo de su insistencia era que la Reina deseaba regresar al campamento por el punto más próximo a las construcciones, y así complacería a la Reina el que se diera tregua a las hostilidades. Accedieron gustosos los principales de la ciudad, pero quisieron hacer ver a la Reina, al llegar a la otra vertiente del monte, cuán fortificados y dispuestos estaban para resistir a cualquier enemigo, y que no padecían escasez de vituallas, como podía ver por el mismo aspecto de las cosas y por la robustez de los caballos agilísimos para la carrera. Así, al atravesar la Reina el collado opuesto, los caudillos moros iban extendiendo sus bien formados escuadrones; presentaban en buen orden su numerosa infantería y hacían presenciar a la comitiva de la ilustre Princesa sus antiguos ejercicios militares."
La caballerosidad de los nazaríes parecía tener como finalidad la obtención de unas buenas condiciones en la rendición. Los monarcas cristianos encargaron las negociaciones a Gutierre de Cárdenas por su experiencia en estos asuntos, exponiendo a los notables reunidos en la alcazaba de Baza las ventajas que podían obtener de la bondad del rey y los perjuicios que les traería mantener las hostilidades. 

Tras pensarlo, el alcaide de la ciudad y Cid Hiaya expresaron su conformidad en entregar Baza a los reyes, conviniendo limitar a tres meses el plazo de permanencia de la población musulmana siempre que se alojaran en un arrabal situado fuera del recinto amurallado y  solicitando la merced de permanecer en ella ambos como vasallos con sus tierras y bienes, pagando tributo por ello. El rey Fernando accedió a la solicitud de Cid Hiaya para permitirle reunirse con su cuñado El Zagal, (dejando previamente a cargo de los cristianos a un grupo de preciados rehenes) para comunicarle personalmente que si en el plazo de dos semanas no acudía en socorro de Baza con su ejército, la plaza sería entregada a los Reyes Católicos. Cid Hiaya también alegó que, como pensaba que tal ayuda no llegaría, procuraría abrir negociaciones para las plazas de Almería, Guadix y Almuñecar.

La respuesta por parte de El Zagal no se hizo esperar, prometiendo que a los 12 días de rendida Baza entregaría Almería, y posteriormente Almuñecar, Guadix y el resto de las plazas que le eran fieles. En un principio, Isabel y Fernando recelaron de estas promesas por no ir acompañadas de petición alguna. Con la llegada del invierno, el domingo 4 de diciembre de 1489, los Reyes Católicos recibieron la rendición de Baza tras seis meses y veinte días de asedio. Más de 500 cautivos cristianos fueron liberados de las mazmorras de Baza y desde toda la ciudad pudieron verse el pendón real y la cruz sobre la más alta torre de la alcazaba.

Las dos construcciones prismáticas que flanquean
la escalinata de acceso a la plaza del Arco de la 
Magdalena son en realidad las torres que protegían 
la principal entrada a la medina nazarí, (a las que les
falta el adarve que las unía sobre la puerta, conformando
el paso de ronda de los centinelas y que fue demolido
en el siglo XIX) conocida en el siglo XVI como Puerta
de Guadix, y más tarde como Puerta de Jesús por un
retablo que en ella había, hasta 1605 que pasa a
llamarse arco de la Magdalena por la advocación a
una capilla que se encontraba próxima 


Los alcaides de otras plazas de la zona aún en poder de los nazaríes, como Purchena y Tabernas, así como otras menores, siguieron el ejemplo de Baza y se rindieron, tomando posesión de ellas Diego López de Ayala e Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla. Del mismo modo, El Zagal cumplió su palabra y desde Guadix se dirigió a Almería para disponer la entrega de la ciudad, lo que sin duda ahorró una dura campaña que hubiese prolongado la Guerra de Granada, con la consiguiente pérdida de vidas. 

Palacio de los Enríquez en Baza


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