La violación de las Capitulaciones y la sublevación del Albaicín

Han pasado 451 años desde la sublevación morisca del Albaicín en la Navidad de 1568, no se trató de un intento de deshacer la conquista de la ciudad por los cristianos, sino que respondió a una rebelión ante el cerco cultural que los hispanomusulmanes y sus descendientes estaban sufriendo. 

Pongámonos en antecedentes; antes de la rendición de la ciudad de Granada al sitio de los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492 se firmaron en Santa Fé (ciudad fundada durante el sitio) las Capitulaciones para la entrega de la ciudad bajo la condición de respetar la lengua, la religión y las costumbres de los vencidos.

El Arzobispo Fray Hernando de Talavera, el Conde de Tendilla y Hernanso de Zafra -secretario de los Reyes Católicos- gobernarían la ciudad con una política tolerante que pronto cambió de rumbo dando comienzo a conspiraciones y promoviéndose motines de moriscos. La evangelización de la ciudad tuvo su reflejo en la arquitectura: se crearon 25 parroquias, 12 de ellas en el Albaicín (al-Bayyazín), en espacios que anteriormente fueron mezquitas, además de construirse más de una docena de conventos y monasterios.
El Palacio de Carlos V comienza a construirse en 1533 en
el recinto de la Alhambra, una elección nada casual, sino
que respondía a una carga simbólica por ser éste un 
lugar de fuerte tradición palatina y con un marcado
carácter triunfalista, por iniciativa del propio emperador
tras pasar en el mismo lugar su luna de miel en 1526, y
ayudado por Luis Hurtado de Mendoza, Conde de Tendilla,
quien buscó los medios económicos para sufragar el proyecto:
los impuestos que debían pagar los moriscos a cambio de conservar algunas de sus costumbres 


Por ejemplo, en el corazón de cada uno de los tres núcleos de la Granada nazarí se erigieron edificios emblemáticos del nuevo orden político-religioso: en la medina con la catedral y la capilla Real (donde antes estaba la mezquita mayor), en la Alhambra el Palacio de Carlos V en el epicentro de la ciudad palatina y en el Albaicín la colegiata del Salvador (donde estaba la mezquita mayor del barrio) o el monasterio de Santa Isabel la real (fundado por la reina Isabel la Católica en el palacio de Daralhorra). Además se establecieron casas señoriales de la nobleza castellana enla actural carrera del Darro y se realizaron obras de gran monumentalidad como la real Chancillerí y el Hospital Real y el Ayuntamiento se instaló en la Madraza.


En 1499, el Cardenal Cisneros ordenó
el bautismo de todos los moriscos
granadinos; en la imagen el bautismo
de moriscos según F. Heylan, una lámina
para la "Historia Eclesiástica de Granada"
de J. Antolínez

Tras la entrada triunfal de los Reyes Católicos en Granada el día 6 de Enero de 1.492 se dictan por la Corona las disposiciones oportunas para organizar la ciudad recién conquistada, asegurando la integridad de los bienes y haciendas de los nazaríes, con facultad para comprar, vender, cambiar y comerciar con propios y extraños, sin pagar otros derechos e impuestos que los que establecen las leyes musulmanas. Se les dicta:
  • Imposibilidad de tomar caballos ni bestias para su servicio sin autorización de sus dueños.
  • Devolución a los castellanos de 500 rehenes por medio del alguacil mayor, Ibn Kurmása, la mayoría de familias nobles y principales.
  • La ocupación de la Alhambra por las tropas castellanas el día de la entrega.
  • Los Reyes Católicos devolverían el hijo de Boabdil ("el infantico") y los demás rehenes jóvenes que permanecían en Moclín, con toda su servidumbre.
  • Los Reyes Católicos se comprometieron a respetar, de modo permanente, los ritos musulmanes y todas las prácticas religiosas inherentes al culto, prescritas en el Corán.
  • Los alfaquíes gozarían de libertad para difundir sus enseñanzas en las escuelas musulmanas. pudiendo recibir de los fieles limosnas. donaciones y rentas. Los musulmanes de Granada o de Las Alpujarras, que estuvieran ausentes, podrían acogerse a estas"capitulaciones durante un plazo de tres meses, a contar desde el día siguiente a su promulgación. Ningún renegado podría ser castigado, molestado o vejado por su conducta.
  • Los musulmanes casados con mujer cristiana que se hiciese "tornadiza" no serían obligados a divorciarse, excepto cuando la esposa manifestase libremente, ante un tribunal mixto (cristianos y musulmanes) que deseaba reconciliarse con su anterior religión.
  • Se extenderían también a los judíos los beneficios de la capitulación. Las acequias de aguas limpias serían guardadas, para que ningún moro o cristiano lavase ropa ni arrojase inmundicias. Las penas serían severas. Los alguaciles y almotacenes continuarían en el ejercicio de sus funciones, sin que fuese lícito a los cristianos cambiar o alterar estos oficios. Las carnicerías y abacerías musulmanas estarían apartadas de las cristianas, y si alguien mezclase carnes prohibidas sería también castigado.
Acta de compraventa de un solar y una era
el 8 de abril de 1499, conservada en el 
Archivo Histórico de Granada
(Ayuntamiento de Granada)


A comienzos del siglo XVI se pasó de la tolerancia a una intransigencia férrea, obligando a los mudéjares a convertirse al cristianismo y abandonar sus costumbres y cultura, pasando a ser denominados "moriscos" para diferenciarlos de los "cristianos viejos".

Tomás de Torquemada
influyó sobre los Reyes Católicos
para promulgar el Edicto de Granada
en el que se expulsaba a los judíos de
Castilla y Aragón en 1492; imagen
de la iglesia de Santo Domingo
en Granada

En 1526 se instauró en Granada el Tribunal del Santo Oficio, la Inquisición. Los autos de fe se celebraban en la plaza de Bib Rambla y en Plaza Nueva -en la plataforma de Ambrosio de Vico, plano del siglo XVI, se pueden ver patíbulos en ambos espacios-. En el Albaicín, los alminares se convirtieron en torres-campanario, las casas nazaríes fueron entregadas  la nobleza castellana y las órdenes religiosas, que las ampliaron y transformaron.
El Real Monasterio de Santo Tomás en
Ávila, fue además del palacio de verano
de los Reyes Católicos, sede de la Santa
Inquisición y lugar de fallecimiento y
enterramiento de Fray Tomás de Torquemada,
el 16 de septiembre de 1498


Todo empeoró con la muerte de los Reyes Católicos, pues Doña Juana les prohibió el uso de sus trajes y Carlos V reunió una junta de teólogos y prelados para tratar la reforma religiosa en 1526 que redujo sus exenciones. Algunas voces se alzaron entre los cristianos en favor de los moriscos, como Francisco Núñez Muley, en el "Memorial en defensa de los signos de identidad moriscos" (1544) donde reivindicaba el uso de la vestimenta morisca tras su prohibición: 

"Si doscientas mil mujeres en el reino, o más, se han de vestir de nuevo de pies a cabeza ¿qué dinero les bastará? ¿Qué pérdida será la de los vestidos y las joyas moriscas que han de deshacerse y echar a perder? (...) ¿Por qué han de perderse? Los hombres todos andamos a la castellana, aunque la mayor parte en hábito pobre (...) He oído muchas veces a los ministros y prelados que se haría merced y favor a los que se vistiesen a las castellana, y hasta gora, de cuantos lo han hecho, que son muchos, ninguno veo menos molestado ni más favorecido".

Sin embargo, a cambio del pago de determinados impuestos se retrasó la aplicación de estas medidas hasta que Felipe II las renovó severamente, prohibiéndoles el uso de su idioma, sus trajes y sus costumbres, lo que llevó a una sublevación en el Albaicín  durante la noche de Navidad de 1568 y que llegó hasta la Alpujarra, en la aldea de Béznar (Valle de Lecrín), donde el morisco Don Fernando de Válor fue alzado rey con el nombre de Aben-Humeya. Recibieron algunos refuerzos de África que secundaron el alzamiento en toda la comarca, en la que se incendiaron iglesias, se talaron pueblos y se asesinaron a los cristianos que encontraban a su paso con inaudita ferocidad.

Los conversos moriscos
debían mostrar en público
la práctica de la nueva
religión para ser
realmente aceptados

Este curioso cuaderno de caligrafía árabe fue 
encontrado casualmente en el año 2003 durante
las obras de una casa. Restaurado, forma parte
de los fondos de la Biblioteca Regional de
Extremadura. La lengua fue uno de los elementos 
diferenciadores de la población morisca que
fueron obligados a aprender castellano en el
plazo de tres años por una Real Cédula de
1566, por lo que debió esconderse a causa
de las persecuciones de la época.



La abundante población morisca del Reino de Granada se alzó en armas en protesta contra la Pragmática Sanción de 1567, que limitaba sus libertades culturales. Por iniciativa del arzobispo de Granada Pedro Guerrero, se acordó la prohibición de todos los elementos distintivos de los moriscos como la lengua, los vestidos, los baños, las ceremonias de culto, los ritos que las acompañaban, las zambras, etc. cambiando la política de persuasión -se abandonaron los términos evangelización, predicación, catequización- para hablar exclusivamente de represión. Con respecto a los niños, se pedia:

"Vuestra Majestad los mandase llevar y criar en Castilla la Vieja a costa de sus padres para que cobrasen las costumbres y Christiandad de allá y olvidasen las de acá hasta que fuesen hombres"

"La voluntad de terminar de una vez para siempre con toda una estructura social, con toda una cultura, era clara y no había nada que hacer ante ella. Nada, salvo la guerra", afirmó Julio Caro Baroja. Los moriscos intentaron negociar la suspensión, como ya lo hicieron en 1526, pero esta vez el rey se mostró inflexible. Las sospechas de Felipe II y la corte sobre la lealtad de los súbditos moriscos, unidas a la obsesión de la monarquía por la uniformidad religiosa, a cuyo fin funcionaba la Inquisición española, crearon un amplio malestar entre los moriscos.

La marca de una S y un clavo servía para
señalar el estatus de esclavitud de una
persona en la España de los Austrias (como está
en las jambas de la iglesia de San Ginés en Madrid)
y se hacía, en los carrillos o en la frente,
tanto a los blancos, moros y moriscos, pues
resultaban más difícil de identificar que a
los negros en caso de fuga


Henry Kamen calificó La Guerra de Las Alpujarras como "la guerra más salvaje de las que hubo en Europa en aquella centuria. Felipe II quedó sobrecogido ante las masacres de sacerdotes llevadas a cabo por los rebeldes. Por su parte, los moriscos habían sufrido atrocidades indescriptibles. Aparte de las muertes y de las expulsiones, miles fueron vendidos como esclavos dentro de España. Sólo en Córdoba, en 1573, había más de 1500 esclavos moriscos". La rebelión se inició en las Alpujarras y después se fue extendiendo al llano y a otras zonas montañosas periféricas. Los moriscos de Granada que sobrevivieron (se estiman unos 80.000) fueron deportados en condiciones deplorables a partir del 1 de noviembre de 1570 hacia otros lugares de la Corona de Castilla, especialmente hacía Andalucía Occidental y las dos Castillas.

La deportación provocó un gran vacío de población que no se pudo llenar durante décadas y que además trajo consigo el hundimiento de la economía, ya que los moriscos constituían su principal motor. A esto habría que sumar la destrucción de numerosos campos de cultivo, huertas y talleres artesanales durante la campaña militar. El área más afectada por la deportación fue la Alpujarra, donde la repoblación con cristianos fue un fracaso ya que, "en vez de atraer a la gente, ofreciendo tierras y casas a precios bajos, se pretendió sacar mucho dinero para el erario, arrendando aquellas tierras y casas en cifras muy altas y cargando a la nueva población con censos y contribuciones más pesadas que las que habían padecido sobre sus hombros los moriscos mismos". La consecuencia fue que "en 1593 el vecindario alpujarreño había disminuido de un modo alarmante. Los supervivientes vivían en la miseria y las tierras aparecían poco cuidadas. La decadencia continuó a lo largo de la primera mitad del siglo XVII".


"Moreschi di Granata" de la obra de Bartolomeo Grassi
"De i veri ritratti degl´habiti di tutte le parti del mondo, intagliati
in rame", publicado en Roma en 1585 (grabado original en cobre)


Todos los esfuerzos por parte de Felipe II para dominar el alzamiento resultaron infructuosos hasta que Don Juan de Austria, una vez divididos los rebeldes y muerto Aben Humeya y su sucesor Aben Abóo, pudo dar por sofocada la revuelta en 1571, costando a los sublevados la expulsión del reino.

Obra de Manuel Gómez moreno González
titulada "Salida de los moriscos de Granada" (1882)
expuesta en el Museo de la Memoria de Andalucía, Granada


No obstante, la rebelión morisca, la explosión concentrada del odio de dos razas, sembró la tierra granadina de tradiciones y leyendas, florecidas entre la violencia y la crueldad de aquella lucha. El Albaicín conserva numerosos recuerdos de ella y en cada pueblo de la Alpujarra aún se cuenta algún suceso no recogido por la historia, presidiendo este otro ciclo legendario las figuras de Aben Humeya y Aben Abóo, así como la imaginación popular sueña con la existencia de riquezas ocultas por los musulmanes.

Tipos moriscos del Reino de Granada

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