La Alhambra de los Reyes Católicos
El palacio real de la Alhambra fue la última muestra del esplendor de la cultura hispanomusulmana. En él, los reyes nazaríes se rodearon de sabios, músicos, poetas, astrólogos, matemáticos y poetas que hacían más alegre la vida de los sultanes. Pero un día fueron expulsados por los cristianos y, desde entonces se ha convertido en un lugar lleno de leyendas de tesoros, princesas cautivas, etc. Adaptándose a los avatares históricos, la Alhambra era un ser vivo que crecía y se embellecía con el tiempo, hasta que, como a todo ser vivo, le llegó el día de la muerte.
La Alhambra es una de las pocas acrópolis musulmanas medievales que ha llegado en buen estado de conservación, sobreviviendo a la destrucción del hombre y del tiempo, uno de los palacios reales mejor conservados del mundo islámico.
Retratos de los Reyes Católicos en el Real Monasterio de Santo Tomás en Ávila |
En enero de 1492, los Reyes Católicos entraron triunfalmente en La Alhambra, alzándose una cruz en la Torre de la Vela, junto al estandarte de Castilla y el pendón de Santiago, a los gritos de "¡Santiango! ¡Castilla! ¡Granada!", repetido tres veces.
¿Qué opinaban los cristianos contemporáneos de La Alhambra? Debieron quedar completamente fascinados por el misterio por todo lo que no conocían, y curiosidad porque la Corte nazarí -dentro de un contexto de regresión y economía de subsistencia- no quiso renunciar a la sofisticación del mundo oriental del que eran legatarios, refinada y sorprendente para los cristianos. Por ejemplo el uso del agua para la higiene les fascinaba, así como la polifunción de los espacios nazaríes frente a unas construcciones pesadas y nada gráciles de las fortalezas defensivas, funcionando igual en invierno o en verano, según se usaban alfombras de lana o de seda o donde se utilizaban cortinas para aislar espacios que lo mismo servían como espacios de corte como de habitaciones reales, todo ajeno a un mundo más protocolario.
La Alhambra, considerada inexpugnable durante tres siglos, pudo haber sido reducida a escombros por la primera reina cristiana que la había rendido y borrar las alabanzas al dios de los musulmanes y el emblema de los vencidos de sus paredes, sin embargo ordenó que todo fuera respetado. Según cuentan, la reina castellana quedó sorprendida al acceder al interior de los palacios nazaríes, ante los miradores de intrincadas celosías, la geometría infinita de los azulejos de sus zócalos, las cúpulas divinas de mocárabes y el rumor del agua de sus fuentes. Desde la entrada de los Reyes Católicos en Granada se hicieron reformas en el Mexuar, conviviendo elementos cristianos y musulmanes, en un espacio que Isabel la Católica convirtió en capilla.
Recreación en el Parque Puy du Fou de la capilla de Isabel La Católica en el palacio del Mexuar de La Alhambra |
La Puerta de los Carros, en la muralla de La Alhambra fue abierta en el siglo XVI para introducir los materiales de construcción del palacio renacentista de Carlos V |
Tras ese momento, los nuevos dueños de La Alhambra no quisieron borrar el recuerdo de los nazaríes, abandonando o destruyendo su obra. Por el contrario, la estimación por la arquitectura nazarí fue motivo de admiración tanto por parte de los reyes como de su corte, así como sus descendientes. Doña Juana, hija de los Reyes Católicos y madre del futuro emperador Carlos V expresaba la voluntad de sus padres y la suya propia en 1515: "la dicha Alhambra e Casa esté muy bien reparada e se sostenga, porque quede para siempre perpetua memoria".
Techo del siglo XVIII de la Sala de los Mocárabes |
Administradas por la Real Hacienda, la obras de restauración y acondicionamiento iniciadas en la etapa de los Reyes Católicos (con una cantidad del dinero proveniente de las rentas cobradas a la población morisca granadina hasta la sublevación de 1568) fueron continuadas por su nieto Carlos V y su bisnieto Felipe II con otras fuentes de financiación (como se recoge en el libro de Gaspar León) pero abocadas al abandono al comienzo de la dinastía de los Borbones en el siglo XVIII.
El reinado del último rey de Granada, Boabdil o Mohammed XIII, estuvo repleto de intrigas: encarcelado por su propio padre hasta 1486 para alejarle del poder y su tío el Zagal dirigió autoritariamente la ciudad hasta su muerte en la fecha citada. Así, cuando Boabdil toma las riendas del reino hasta 1492 tiene que soportar el final de una guerra de diez años, y viendo como el Estado se deteriora por momentos por la política de asedio llevada por Castilla (devastación de las cosechas, continuas razias e incursiones que cercan la ciudad), decide firmar las capitulaciones de Santa Fe, pasando La Alhambra a manos cristianas sin asalto, casi en secreto e intacta aunque con el deterioro de murallas, torres y aposentos tras el terremoto del 27 de julio de 1431 (pocos días después de la entrada de Juan II en la Vega en la batalla de Higueruela) y por los pocos recursos del último rey nazarí para reparar estas construcciones.
Pronto el rey Fernando El Católico nombró alcaide de La Alhambra a Íñigo López de Mendoza, segundo Conde de Tendilla y su familia mantuvo el cargo de Alcaide hasta el siglo XVIII (cuando Felipe V les desposeyó del mismo por su apoyo a los Habsburgo en la Guerra de Sucesión), residiendo en el Palacio de Yusuf III.
En estos primeros años los Reyes Católicos crearon instituciones de gran relevancia como la Capitanía General, instalada en la Alhambra -cuyo titular tenía la consideración de virrey-, la Fábrica de Moneda y el Arzobispado. A Granada le fue concebido el derecho de acuñar moneda, privilegio que sólo tenían ocho ciudades del Reino. La fábrica de moneda se situó en el Albaicín, en el edificio del Maristán, antiguo hospital nazarí.
Balaustrada del cancel del coro del Mexuar, realizada hacia 1730 |
Los Reyes Católicos fueron los primeros que mandaron conservar “tan suntuoso y excelente edificio (…) para que quedara perpetua memoria”. En los meses posteriores a la rendición de Granada, la corte tuvo que seguir viviendo en el Real Sitio de Santa Fe a la espera de que finalizasen las obras de acondicionamientos y las reformas necesarias de la Alhambra. Fue Fernando el Católico, quien personalmente controló y supervisó las primeras obras, subiendo a diario a la Alhambra desde el 3 al 8 de enero junto a Tendilla. Durante esos días, el monarca se dio cuenta que necesitaba personal especializado para reconstruir la ornamentación de yesería y artesonados de madera de exquisita manufactura nazarí. El 12 de Febrero de 1492, el rey solicitó al Concejo de Sevilla obreros cualificados para las labores más delicadas de restauración de los palacios. El 23 de marzo del mismo año solicita la ayuda de obreros mudéjares zaragozanos con tanta urgencia que inclusive les costeó el viaje a Granada. El 7 de abril de 1492 se instalaron en una Alhambra apenas rehabilitada, permaneciendo en ella hasta el 4 de mayo. Sin embargo este deseo de conservación no fue exclusivo de los monarcas cristianos ya que algunos nobles, entre los que destaca el conde de Tendilla, no dudaron en librar cantidades de su peculio particular en las ocasiones de urgencia en que faltaba dinero para la financiación de las obras. Todos eran conscientes del peligro que suponía la población morisca, superior numéricamente a la cristiana en Granada por lo que desde 1492 a 1495 se realizaron en la Alhambra las obras necesarias para que la población cristiana pudiera resistir un asedio. El valor total de estas primeras intervenciones ascendió a 3.850.535 maravedíes.
A la llegada de los Reyes Católicos, el estado de conservación del conjunto alhambreño dejaba bastante que desear y necesitaba urgentes reparaciones que se emprendieron con celeridad por operarios musulmanes como garantía de éxito. Se hicieron inversiones en obras de fortificación y en la restauración de los palacios nazaríes que fueron bautizados como "Casa Real", dividida en dos cuartos: Comares y Leones.
El techo cuadrado del zaguán de ingreso al Patio de Comares o de Arrayanes tiene un lazo central de dieciséis puntas y fue pintado, como el del Cuarto Dorado, con gusto gótico, anadiéndosele en su arrocabe una gran inscripción con letras góticas que proclama la soberanía de los Reyes Católicos y su toma del reino nazari de Granada: "Los muy altos y muy católicos y muy poderosos señores don fro. e doña yasabel rey y reyna. despaña nros. señores conqstaro. esta cibdad y su reyno, fue entregada a 11 días de enero de mil y ccccxc y uno".
Techo del zaguán de acceso al Patio de Arrayanes |
Hacia el oeste, donde se situaba tradicionalmente el Mexuar se buscó acomodo reformando las estancias existentes, así el Cuarto Dorado conserva aún el alfarje o techumbre de madera de factura morisca, no nazarí, con los emblemas del yugo y las flechas pintados |
Esta imagen muestra el contraste de yeserías, pintura nazarí y las obras renacentistas de los Reyes Católicos en el Cuarto Dorado |
La pintura mural debió ser un recurso fácil y efectivo para sellar la ocupación del palacio nazarí por sus nuevos poseedores |
Encontraron una fortaleza de murallas coronadas por casi una treintena de torres defensivas que se extendían por la cumbre de una colina, la Sabika, sin simetría, pero que impresionaban por su color rojizo, su perfil cambiante y su disposición como atalaya de la ciudad de Granada, vigilando la llanura verde a sus pies.
Dos grandes barrancos separaban la colina del resto de la población: uno al este por donde ascedía un camino que la separaba de otro montículo más elevado coronado por la fortificación del Cerro del Sol, en cuya falda se alzaba una edificación enjalbegada, el Generalife, mientras que al sur, el llamado barranco de la Sabika, lo aislaba de otro montículo, el Mauror, rematado por las antiguas torres Bermejas.
Dos grandes barrancos separaban la colina del resto de la población: uno al este por donde ascedía un camino que la separaba de otro montículo más elevado coronado por la fortificación del Cerro del Sol, en cuya falda se alzaba una edificación enjalbegada, el Generalife, mientras que al sur, el llamado barranco de la Sabika, lo aislaba de otro montículo, el Mauror, rematado por las antiguas torres Bermejas.
Organización territorial de las comunidades mudéjares |
Su nieto, Carlos V, visitó la ciudad de Granada durante su viaje de bodas con Isabel de Portugal. La joven pareja quedó tan encantada con la ciudad y la Alhambra que decidieron instalarse en ella durante una temporada. Para ello se reformaron varias estancias y espacios en los palacios nazaríes, lo que propició la creación de los patios de la Reja y de Lindaraja, reflejo de la concepción cristiana de los espacios abiertos interiores.
Comunicando las Habitaciones del Emperador con el Palacio de Comares, la galería del Patio de la Reja de época cristiana |
La taza superior de la fuente de mármol blanco, ubicada en el centro del Patio de la Reja, es de origen nazarí y vierte el agua en una base de diseño octogonal |
Vist en detalle de la fuente nazarí del Patio de la Reja |
Sin embargo, los nuevos aposentos apenas fueron utilizados ya que un terremoto asustó a la Emperatriz quien prefirió el monasterio de los Jerónimos para vivir. Muchos años después, Washington Irving escribió en estas habitaciones una de las primeras y mas importantes obras de la literatura americana en 1828: Los Cuentos de la Alhambra.
El Patio de la Reja fue el resultado de la
reforma cristiana en 1526 (arriba se
aprecia la reja que da nombre al patio
desde el siglo XVII)
El patio de la Lindaraja reemplazó a los jardines nazaríes
que hasta la reforma impulsada por Carlos V
habían ocupado el amplio espacio existente
entre la parte posterior del Palacio de los Leones
y la muralla septentrional de la Alhambra
Destinado a proporcionar un ambiente adecuado
para la contemplación y el reposo, el Patio de
Lindaraja evoca el aspecto de un claustro monacal
cristiano a través de las galerías porticadas
en torno al jardín central presidido por una fuente
Tras el esplendor vivido por la Alhambra en el reinado de los Reyes Católicos, así como en el del emperador Carlos V, llegaría la desidia, la lejanía de la corte y las escaseces económicas, unidas al fin de la Guerra de las Alpujarras. Al no quedar enemigo del que defenderse, las murallas quedaron abandonadas, desmoronándose en gran medida hasta la ocupación napoleónica en 1810 a manos de Horacio Sebastiani que sin embargo fueron voladas por el mariscal Soult, arrasando gran parte de la fortaleza.
La Alhambra perteneció a la Corona Española hasta 1868 en que pasó al Estado, creándose una comisión especial para su protección en 1905 y en 1913 el Patronato que continúa administrándola hasta la actualidad.
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