Sala de los Mocárabes (Palacio de los Leones)

La trístemente desaparecida cúpula de 
mocárabes probablemente fue una de 
las más hermosas de los palacios nazaríes


La Sala de los Mocárabes es una de las estancias del Palacio de los Leones, construida en la segunda mitad del siglo XIV, bajo el reinado de Mohammed V (1354-1359; 1362-1391) como el resto del conjunto del Palacio de los Leones, cerrando el palacio a poniente y conectándolo con el Patio de Arrayanes o de Comares.

Supuestamente este era el aspecto de la casa del
polvorista que estalló junto a la iglesia de San Pedro
generando un derrumbe de tal calibre que arrastró una
defensa o muralla que separaba el bosque del cauce del
río Darro y motivó un litigio entre La Alhambra y la
ciudad basado en que la acequia Romaila o de Santa Ana
y los excedentes de riego de La Alhambra habían provocado 
el desastre, un litigio que acabaría sin sentencia y que
conllevó la construcción de un acueducto que hoy
forma parte inseparable del paisaje


La tristemente desaparecida techumbre que cubría esta sala, toda de mocárabes, probablemente fue una de las más hermosas de la Alhambra. Quedó destruida a consecuencia de la explosión en 1590 de un polvorín cercano. La combinación de prismas geométricos formando una bóveda que decoraba este techo se quebró y se decide no repararla, derribarla y dividir este espacio en dos por una reja. Uno de ellos es cubierto por la actual bóveda de yeso, diseñada en 1714 por el pintor Blas de Ledesma en estilo tardorrenacentista, de cara a la visita de Felipe V de Borbón y su esposa Isabel de Parma (a quienes corresponden las iniciales F e Y que figuran en el extremo), sin seguir las pautas artísticas nazaríes que tan presentes estuvieron en intervenciones cristianas anteriores, sino que se siguen otros gustos propios de la época. En el siglo XIX se reabrió parte de la cubierta para dejar al descubierto los restos de la fábrica primitiva.

De la bóveda original de mocárabes
apenas quedan algunos restos de su
arranque en la parte superior del muro
de cierre, en los que puede intuirse
la policromía que tuvo el techo perdido


También la actual comunicación del Palacio de Comares con el Palacio de los Leones corresponde a una intervención en época cristiana ya que en época nazarí ambos palacios estarían aislados, estando el acceso a éste último en la calle Real de La Alhambra, en el lado suroeste del palacio, y por tanto, próximo a esta Sala de los Mocárabes. Probablemente, por ello sería un espacio de recepción, un vestíbulo de planta rectangular que da paso al Patio de los Leones a través de tres grandes arcos de mocárabes para favorecer su iluminación y ventilación. Se descarta que tuviera un uso residencial por la ausencia de puertas en los tres grandes vanos citados.

Sección del Palacio de los Leones,
identificando cada una de los espacios,
incluida la Sala de los Mocárabes



Atravesada la Sala de Mocárabes podemos ver a la derecha el acceso original al palacio. Toda la estancia, de 19,6 x 4 metros, estaba cubierta por una enorme y rica bóveda de mocárabes en lugar de las tradicionales armaduras de madera, lo que constituía una gran novedad introducida por Mohammed V o sus arquitectos. Originalmente, los paramentos de la sala debieron tener alicatados, junto a los escudos nazaríes con banda y lema, dejando la zona superior para tapices o labores de yesería; la riqueza decorativa de este espacio estaría realzada con el templete.

Escudo de Felipe II en la
bóveda de la Sala de Mocárabes

Estos mocárabes de la Sala de los Ajimeces
nos dan una idea de cómo debió ser la 
Sala de los Mocárabes en época nazarí




Tal y como recoge la tradición islámica, refugiado en la cueva Hira huyendo de sus enemigos, el profeta Mahoma recibió la inspiración del Corán directamente del Arcángel San Gabriel. En estas cúpulas de mocárabes se quiere ver el recuerdo de este lugar, con un techo de mocárabes que evocan a las estalactitas, un motivo de gran importancia y carga simbólica.

Las composiciones de mocárabes están formadas por
distintas piezas prismáticas (cada modelo básico se reconocía
con un nombre en época nazarí) que cuelgan hacia el suelo
y que tienen uno o varios cortes cóncavos en su parte interior


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