Palacio de los Infantes (Antiguo Convento de San Francisco y actual Parador de Turismo de la Alhambra)

Primer sepulcro de los Reyes Católicos

Para no desaprovechar la visita a los alrededores de la Alhambra, decidimos ver un espacio bastante olvidado entre los turistas. Emplazado en el antiguo convento de San Francisco, actual Parador Nacional de Turismo de Granada, este palacio nazarí fue cedido por los Reyes Católicos para la fundación del primer convento de Granada y en él se celebró la primera misa el 6 de enero de 1492. En sus remodelaciones para tal efecto, una sala principal o qubba que se situaba en la zona central de la crujía norte, fue convertida en capilla, donde se instalaron temporalmente las sepulturas de los Reyes Católicos hasta 1521. El mirador estuvo tapiado cuando sirvió de altar y desde él se domina el Generalife (Yannat al'arif) y los jardines de alrededor. Esta sala cuadrada disponía de alhanías o alcobas (palabra que proviene de al-qubba) en sus extremos, cubiertas por techos de casetones renacentistas del siglo XVI. Bajo el suelo de la alcoba de la izquierda se hallaron los restos de una antigua letrina nazarí.

Techos de casetones renacentistas (siglo XVI)

Esta disposición de alcobas laterales era frecuente y estaban separadas por arcos de yeserías y una ligera elevación del pavimento, aunque este no es el caso; mediante cortinas o biombos se mantenía la privacidad en las mismas, haciendo de los espacios lugares confortables, jugando con la luz y agradando a la vista. En las yeserías puede aún observarse el escudo con la banda y el nombre de Mohammed V, así como algunas inscripciones, en alabanza a Alá y a este rey nazarí, que rezan "solo dios es vencedor" y "gloria a nuestro señor el rey Abu Abdallah".


Inscripciones sobre las ventanas que una vez estuvieron tapiadas


Interior de mocárabes

Arco de entrada a la qubba

Arco exterior de entrada

Detalle de la decoración exterior

Decoración de motivos vegetales


Este palacio fue levantado bajo el mandato de Mohammed III a comienzos del siglo XIV, aunque fue reformado a mediados del mismo siglo bajo los reinados de Yusuf IMohammed V. Este antiguo palacio perteneció a un noble o príncipe nazarí cuyo nombre se desconoce y ocupaba la zona este de la medina de la Alhambra, al final de la Calle Real.

Vista general de la qubba

Rodeado de vastos jardines organizados en bancales, descendían hacia el foso de la muralla norte (donde se encuentra la Torre de la Cautiva y Torre de las Infantas), conviviendo suntuosidad palaciega con el aire rústico de la huerta nazarí. En aquellos tiempos existían dos albercas que guardaban el agua que surtían las dependencias palaciegas; una de ellas aún se conserva y continúa en uso, mientras que la otra desapareció al transformarse el palacio en convento.

Segunda alberca vista desde el paseo del Secano
La Acequia Real entraba desde el Generalife o Yannat al'arifa la Alhambra por un acueducto junto a la Torre del Agua, cruzaba soterrada parte de la medina, remansaba en la gran alberca del palacio y continuaba soterrada hasta llegar al antiguo palacio que se organizaba en torno a un gran patio alargado, atravesado de lado a lado por la acequia descubierta y que sustituía a la tradicional alberca central de los palacios nazaríes y regando el jardin de crucero dispuesto en él. Mientras, las alcobas se situaban en los extremos, separadas por sendos pórticos de tres vanos. En el centro del patio rectangular había un mirador cubierto por una cúpula de mocárabes. Con casi mil metros cuadrados de superficie, las instalaciones se completaban con otras estancias y un amplio baño, de los que se conservan algunos restos en esta misma crujía, aunque en una cota inferior, y al que se accedería por una escalera desde el patio. En el Museo de la Alhambra se conservan restos de un azulejo con inscripción votiva en cúfico y tono negro sobre blanco donde se puede apreciar la frase La dicha continua.

Hipotetica reconstrucción del patio

El arquitecto Antonio Orihuela Uzal,
muestra en este plano como pudo ser
el antiguo palacio nazarí.

En la sala V del Museo de La Alhambra se exhiben dos azulejos
nazaríes con piezas procedentes del baño de San Francisco de
 cerámicas incrustadas y vidriadas en negro; en uno de ellos
aparece la palabra "Prosperidad" y en otro la palabra
"Continuada", en epigrafía cúfica. 


Parte de la acequia que cruzaba el patio del
Palacio e integrado en el patio del Parador
Al este se conserva otra sala que perteneció al palacio nazarí a la que se accedía por un pórtico tripartito con cuatro ventanas encima y que conserva fragmentos de yeserías de comienzos del arte nazarí, además de un magnífico zócalo de alicatado con cuadrados de doce dientes de colores negro, azul y verde con el blanco en el fondo y algunas muestras de caligrafía mural con alabanzas a Dios y Mohammed V, así como los típicos lemas nazaríes sobre trama de lazo con estrellas de ocho puntas.

Sala Nazarí del Parador de Turismo

Azulejos recuperados en excavaciones arqueológicas
realizadas por Torres Balbás a comienzos del siglo XX

En el muro occidental, la parte superior es igual a la occidental, pero bajo la cenefa se conservan yeserías con lazo de seis y derivaciones de esvásticas enlazadas idénticas a las del piso alto de El Partal. Junto a la puerta con arco de la alcoba lateral quedan fragmentos de un panel rectangular vertical con la palabra Bendición y en la puerta de la sala el lema No hay vencedor sino Alá.

Muro Occidental

Inscripción policromada con el lema
No hay vencedor sino Alá



Muro oriental

Las yeserías orientas y occidental son iguales

Hay que trasladarse hasta los patios de la Reja y de Lindaraja para encontrar los capiteles nazaríes que fueron reutilizados en época de Carlos V para su construcción, procedentes de edificaciones de época musulmana, como este parcialmente desaparecido palacio nazarí de los Infantes. Estos capiteles rematan las columnas de mármol blanco que sostienen la galería que articula la comunicación entre el palacio de Comares y el conjunto de las Habitaciones del Emperador.








Comentarios

Entradas populares

El legado nazarí por el mundo