Las alquerías

La alquería (qarya) es un modelo organizativo de la Vega de Granada que gira en torno al cultivo del campo basándose en técnicas tradicionales (de regadío o de secano) y la distribución de la propiedad (en origen perteneciente a una familia, clan o tribu), el disfrute y el aprovechamiento comunal de pastos en los términos de la alquería, que según Covarrubias era “la casa sola en el campo donde el labrador dél se recoge con su gente, y hasta de labranza, por estar lexos de poblado, y que se le fuese en ir, y en venir, no habitando en la misma tierra que labra, y asi vale tanto como casa de labranza, y donde muchas destas casas, apartadas unas de otras, pero en una comarca… valen tanto como aldeas”. Ibn al-Jatib indica que  Granada contaba con más de 300 alquerías de este tipo.

Un modelo que complementa otros tan característicos de la ciudad de Granada como los cármenes, huertas o cortijos. Sin embargo, las crónicas castellanas del siglo XVI confunden en ocasiones conceptos identificando aldeas rurales con alquerías. También lleva a confusión el hecho que, según el Libro de Habices de 1505, indica que según la vieja tradición islámica próxima al siglo XVI, aplicaba el término alquería (qarya) a lo que se conocería como barrio aunque éste se encontrara en el medio rural. De estas alquerías surgieron municipios en la Vega de Granada como Atarfe, Alhendín, Alfacar, Purchil y Cájar.

Cada una de estas alquerías o comunidades rurales contaban con servicios necesarios para su mantenimiento y trabajo como horno de pan, aljibes de agua potable y en algunos casos tiendas, carnicerías, mesones, baños, corrales, pajares, palomares, etc. Y cerca se encontrarían molinos de aceite, almadrabas, canteras, yeserías, etc. Las viviendas se organizaban en torno a una plaza y una calle principal como eje del emplazamiento y que solía ser parte de un camino que unía poblaciones o barrio. El trazado del resto de las calles y plazas menores eran intrincados y laberíntico, adaptándose al terreno. 

Según Torres Balbás, la superficie media de la casa hispanomusulmana era de entre cien y ciento cincuenta  metros cuadrados y que coincide con los valores que proporciona Espinar Moreno al analizar los Hábices de algunos lugares de la Vega. La densidad de población en estos núcleos se puede considerar densa, en torno a 27 habitantes por kilómetro cuadrado, cifra que duplica la media estimada por Ladero Quesada para el reino nazarí de Granada del siglo XV. Estas viviendas contaban con huertas familiares, en muchos casos anejas a las casas y de extensión reducida, de entre dos y ocho marjales y cuyo objetivo era el autoprovisionamiento. No obstante la mayor parte de las tierras de la Vega estaban en manos de propietarios que vivían en otros lugares, especialmente en Granada.


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