Jardín nazarí: la lavanda
En al-Ándalus, al-juzama, alhucema. En su “Libro de Agricultura”, el célebre geópono sevillano Ibn al-Awwam, quien escribiera un tratado de agricultura nabatea a finales del siglo XII y principios del siglo XIII titulado "Kitab al-filaha al-nabatiyya" describe su cultivo y comenta que los persas la cultivaban en abundancia pues aseguraban que mirando su flor el ánimo se alegra y desaparece la tristeza. A menudo los agrónomos andalusíes la confundían con la Lavandula latifolia, así como la Lavandula stoecha o cantueso, que en realidad es una especie distinta. Sus flores se recolectaban en verano, y una vez secas se introducían en unas bolsitas destinadas a perfumar el ambiente. También se empleaban en la cocina para condimentar los asados de carne (como se aprecia en el tratado de cocina hispano magrebí de época almohade traducido y publicado en 2005 por el arabista Ambrosio Huici Miranda "Cocina hispano-magrebí durante la época almohade: según un manuscrito anónimo del siglo XIII") y como aderezo a cierto tipo de salsas, así como para la elaboración de dulces y de infusiones.
La lavanda se usaba en diferentes emplastos, en concreto en uno en que la mezclaban con nardo indio, juncia, cantueso, costo, nuez de agalla y arrayán |
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