Díwán al-Insa (Cancillería nazarí)
Los documentos reales y estatales del reino de Granada se redactaban en la Cancillería nazarí o Díwán al-Insa, (la palabra diván viene del árabe dīwān que siginifica "consejo") que se encontraba en el Palacio del Mexuar de La Alhambra -Ibn al-Jatib o Es-Saheli lograron alcanzar importantes cargos dentro de esta administración real-. La chancillería palatina tenía una importancia fundamental en la vida política y administrativa del reino nazarí, redactando y custodiando los documentos y acuerdos oficiales: las famosas Cartas Bermejas, redactadas en papel rojizo.
Para trabajar en la Cancillería era necesario, conocer el idioma en profundidad, tener una bella caligrafía árabe y tener conocimiento de recursos estilísticos literarios como la prosa rimada ya que incluso en la correspondencia privada del rey se utilizaba este estilo.
Este tintero de cobre dorado, plateado y nielado del siglo XIV es nazarí proviene de Cuéllar (Segovia) |
Tal vez estuviera vinculado con el scriptorium real de la Alhambra o Diwan al-Insa |
El texto en la banda superior indica "tintero de la gloria" y se decora con motivos epigráficos y geométricos calados, conservando las cuatro anillas y un cordón de seda |
Estos documentos eran muy valiosos por lo que eran tratados con sumo cuidado; libros cuyas páginas estaban adornadas con piezas de oro, plata o estaño. Era muy complicado trabajar con estos materiales ya que las hojas son vulnerables a la temperatura empleada para su fundición. A la hora de escribir, se procuraba que la tinta no rebosase en el cálamo para evitar que el papel se rompiera por abrasión. Por otro lado, para elaborar los titulares en las portadas, se empleaba una tinta mezclada con goma arábiga que podía generar unas manchas ácidas que echarían a perder todo el trabajo.
El cargo superior en el Díwán al-Insa o Cancillería Real era el de Rais al-Kitába, estando por debajo de él el llamado cargo de Kátib Diwan Al-Insa, una especie de secretario de redacción de los documentos oficiales. Subordinado a los anteriores se encontraba el Kátib al-´Aláma o Canciller del Sello, equivalente al Secretario de Estado, que en los siglos XIV y XV se encargaba de escribir la ´aláma o sello que daba validez legal al documento, consistente en "la Gáliba" o Lá Galib illa Allah, lema de la dinastía nazarí traducido por "Solo Dios es Vencedor".
Estas oficinas se completaban con la de la Táryama u Oficina de Intérpretes (Trujimanes), los cuales redactarían versiones bilingües (castellana y árabe) de la correspondencia usada con los reinos cristianos.
Los escribanos o katib eran la base de esta pirámide jerárquica. Debían tener una bella caligrafía árabe y tener conocimiento de recursos estilísticos literarios como la prosa rimada. Las herramientas fundamentales para desarrollar su oficio eran el cálamo, una cuchilla para afilar los cálamos (cada tipo de letra requería de diversas clases de cálamo, y la punta de estos determinaría el grosor y longitud de la caligrafía), una regla para marcar los renglones, una espátula para remover la tinta y una pequeña lija para limar el relieve de la tinta si fuera necesario. Todo ello se guardaba en el dawat, un estuche o caja rectangular de madera de la longitud de un antebrazo.
La escritura de los katib debía ser precisa, bien alineada y perfectamente encuadrada en el folio porque no se toleraba ni correcciones ni borrones.
Los katib o escribanos eran conocedores del Wad al-asrar fi-l-kutub o arte de redactar secretos en los libros, o lo que es lo mismo, el uso de la tinta invisible, fundamental para enviar documentos clandestinos o mensajes secretos. Para ello se utilizaba tinta ilegible elaborada con agua de vitriolo mezclada con polvo de agallas, cristal líquido y ácido sulfúrico o amoniaco disuelto en agua. Una vez que se secaba la tinta, ésta desaparecía del folio, pero se revelaba al acercar la hoja al fuego o esparcir ceniza caliente sobre el papel.
Los escribanos o katib eran la base de esta pirámide jerárquica. Debían tener una bella caligrafía árabe y tener conocimiento de recursos estilísticos literarios como la prosa rimada. Las herramientas fundamentales para desarrollar su oficio eran el cálamo, una cuchilla para afilar los cálamos (cada tipo de letra requería de diversas clases de cálamo, y la punta de estos determinaría el grosor y longitud de la caligrafía), una regla para marcar los renglones, una espátula para remover la tinta y una pequeña lija para limar el relieve de la tinta si fuera necesario. Todo ello se guardaba en el dawat, un estuche o caja rectangular de madera de la longitud de un antebrazo.
La escritura de los katib debía ser precisa, bien alineada y perfectamente encuadrada en el folio porque no se toleraba ni correcciones ni borrones.
Los katib o escribanos eran conocedores del Wad al-asrar fi-l-kutub o arte de redactar secretos en los libros, o lo que es lo mismo, el uso de la tinta invisible, fundamental para enviar documentos clandestinos o mensajes secretos. Para ello se utilizaba tinta ilegible elaborada con agua de vitriolo mezclada con polvo de agallas, cristal líquido y ácido sulfúrico o amoniaco disuelto en agua. Una vez que se secaba la tinta, ésta desaparecía del folio, pero se revelaba al acercar la hoja al fuego o esparcir ceniza caliente sobre el papel.
Bote hispanomusulmán realizado a torno y vidriado y que posiblemente se pudo utilizar como tintero |
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