El perfume en el Reino nazarí de Granada

El Corán destaca el amor del profeta Mahoma por los perfumes, como es el caso en el que se le promete a los creyentes "un paraíso perfumado con grandes ríos, árboles y jardines y bellas hurís de ojos negros del almizcle más puro". El Profeta era un gran amante de los perfumes y fue imitado por sus compañeros y por las generaciones de musulmanes que perpetuaron este gusto por los aromas.

La sociedad nazarí, tanto hombres como mujeres, usaban perfumes tanto en fechas señaladas como en el día a día, con una gran variedad de aromas que invadían cualquier espacio, público, privado o religioso. Los especieros eran también perfumistas porque muchas de las materias que se utilizaban en la cocina se usaban igualmente como esencias, por ejemplo aceites de almendras, de manzanilla o de jazmín. Fue tal su relevancia que los perfumes fueron incluidos en tratados de alimentación, higiene y medicina de la época.

Las esencias más comunes se obtenían del limón, la rosa, la violeta, el ámbar o el almizcle entre otros, y se utilizaban como en la actualidad, dependiendo de la estación del año, el estado de ánimo o el acto al que se acudiera. Entre la sociedad hispanomusulmana se despertó un gran interés por el olor de la canela, el jengibre, el sándalo indio y las maderas perfumadas. Se produjo un afán por descubrir y disfrutar nuevos perfumes, lo que llevó a una intensa búsqueda por los países más recónditos, creando una verdadera ruta desde Oriente hasta el Mediterráneo. Por ejemplo, en al-Ándalus, vemos como la lavanda o al-juzama (de ahí viene alhucema), se utilizaba en diversos emplastos, en concreto en uno en que la mezclaban con nardo indio, juncia, cantueso, costo, nuez de agalla y arrayán.

Este molino era
utilizados para
moler plantas
y flores y extraer
su aceite

La utilización  de ungüentos, perfumes o aceites fue muy común en el Reino nazarí de Granada, principalmente entre las clases más acomodadas. Se fabricaban pequeños recipientes, entre ellos esencieros, ampollas o perfumeros de cristal más o menos elaborados, incluso con tallas geométricas o vegetales o con incrustaciones de otros materiales. En el Museo de Arte Islámico del Palacio de Carlos V de La Alhambra se conserva una ampolla de vidrio perteneciente a la época nazarí.

Los aceites esenciales son los líquidos concentrados de las plantas (árboles, arbustos, flores, hojas, raíces y cortezas) que atraen a los insectos polinizadores, mecanismos de defensa, evitan plagas y tienen un olor agradable, imitando las feromonas de los animales. Son metabolitos secundarios, es decir, compuestos orgánicos con una amplia gama de efectos (algunos de ellos se evaporan con facilidad): pueden ser tóxicos, aromáticos, alucinógenos o tener un sabor desagradable. Estos efectos se pueden dividir en tres grupos: repelentes, protectores y atractivos.

Los aceites esenciales son muy potentes: son antihongos, antibacterias, etc. y cuando se usan en la proporción adecuada son increíblemente beneficiosos, pero una delgada línea separa lo que es seguro de lo que es peligroso. Por ejemplo, para obtener el aceite de almendra, primero hay que separar el cianuro.

Imagina que tienes los pies anclados al suelo y quieres comer (cerca hay comida pero no puedes alcanzarla), tienes sed pero no llegas al agua o se acerca un depredador y no puedes huir… las plantas viven en el mismo sitio toda su vida y su composición química les permite sobrevivir; las plantas se adaptan a cualquier cosa y los aceites esenciales les ayudan en esta labor.

Cada una de las partes de una planta tiene un propósito. Por ejemplo en una rosa: los pétalos ayudan a reproducirse, sus hojas recubiertas de cera impiden que el sol seque la planta.

Las plantas atrapan la energía solar, utilizando las hojas para convertir la luz en energía química al combinarla con dióxido de carbono y agua para hacer azúcar que utilizan para obtener energía. Mezclan los componentes del aire con los componentes del suelo para transformar en cosas más complejas.

El método utilizado para extraer este elixir depende de la flor o planta de la que se extrae -de su estructura, textura y composición- y cada proceso da lugar a un producto diferente como una manteca, un aceite, un absoluto (que tiene un olor más intenso que los aceites) o un concreto. Hay tres métodos principales de extracción:

  • Destilación por vapor: poniendo un contenedor con agua caliente para que el calor rompa la planta (hierbas, semillas, raíces o cortezas) y esta libere su aroma en forma de vapor de agua que después se enfría en un tubo, se condensa y, el agua y el aceite se separan.
  • Extracción vía absoluto: algunos ingredientes no soportan la destilación (por ejemplo el jazmín) por lo que se sumergen en un disolvente -como el etanol o el hexano- para que liberen su aroma, y tras eliminar el disolvente, la mezcla concentrada es lo que se conoce como absoluto. 
  • Expresión: es la forma más simple de extracción, que consiste en prensar un ingrediente hasta que libera el aceite esencial.

El descubrimiento de la destilación se sitúa en Persia (en lo que hoy es Irán) convirtiéndose el perfume en un símbolo de salud y prosperidad. Fue allí donde el médico Avicena descubrió la química que hay detrás de los perfumes que no contienen aceites. Este hallazgo permitió a los persas destilar agua de rosas, siendo un símbolo de estatus, representando a la realeza y a los miembros más destacados de la sociedad con frascos de perfume y flores fragantes que demostraban su riqueza e importancia. Los científicos de la época perfeccionaron los alambiques, lo que constituyó un gran avance en farmacología y en perfumería, permitiendo destilar sustancias clave para la medicina como el alcohol, que se empezó a usar para tratar enfermedades.

Guía de esencias

Rosa de Damasco (Rosa damascena): el aceite de rosa se usa en perfumería por su aroma seductor y en los productos de cuidado de la piel por sus propiedades calmantes. Se recolecta de madrugada.

Sándalo (Santalum album & Santalum): conocido por su aroma intenso y dulce, es utilizado como incienso y también en la cosmética y en la alimentación como saborizante. El árbol del sándalo sólo crece parasitando las raíces de otras especies de árboles y tarda 25 años en desarrollar el tejido leñoso. Hay dos tipos de sándalo, el australiano y el indio, y cada vez es más difícil de conseguir.

Oud (Aquilaria sinensis): de olor amaderado y enigmático, es muy apreciado desde hace siglos en Oriente próximo. El oud es la resina del árbol Aquilaria o árbol agar. Su aceite es uno de los materiales más caros de la industria de la perfumería.

Incienso (Boswellia carterii): crece en regiones como Etiopía, Somalia y Yemen en condiciones muy extremas. La resina dorada de su corteza es vendida como incienso o se destila para obtener su aceite esencial.

Geranio (Pelargonium graveolens): no necesita cuidados especiales ni mucha agua.

Vainilla (Vanilla planifolia): un cultivo de vainilla necesita hasta cinco años para crecer.

Palo de rosa (Aniba rosaedora): esta madera se obtiene de las ramas que tras ser cortadas vuelven a crecer de forma natural.

Ylang Ylang (Canaga odorata): famoso por sus efectos duraderos y sus grandes cualidades florales en perfumería. Originario de Indonesia, el árbol de Cananga Odorota crece en Madagascar y en las Comoras.

Vanilina: como la vainilla es tan escasa, si secas vainilla al sol aparecen cristales blancos y puros de vanilina en la piel del haba.

Methyl ionone: Tiemann descubrió en 1883 este compuesto sintético incoloro con olor floral y amaderado, muy similar al de la violeta y al lirio. El dulce aroma de las violetas no se puede capturar pero el Alfa-Isometil Ionona es el químico que más se acerca a su fragancia.

Almizcle sintético: a lo largo de la historia, el almizcle procedía del ciervo almizclero, que era cazado sólo para obtener una glándula situada en el interior de su cuerpo, que es la que contiene el aroma. Los avances en tecnología han permitido recrear ese olor de forma artificial.

Tonka (Dipteryx odorata): las habas de tonka tienen un aroma dulce y especiado que se suele combinar con la vainilla para crear productos con olor a postre. Crece en la Amazonia brasileña.

Cumarina: produce olor a hierba recién cortada y es un compuesto aromático que se produce de forma natural en la vainilla, la canela y el tonka.

Alcohol bencílico: utilizado en cosmética, es un conservante natural y un potente anestésico local que se extrae de rosas, lavanda, frutas cítricas, jazmín y ylang ylang.

Amigdalina: es un compuesto químico que produce cianuro y se encuentra en las semillas de las manzanas, los albaricoques, los melocotones y las ciruelas, así como en las almendras amargas.

Eugenol: es un compuesto analgésico, antiséptico y antibacteriano procedente del clavo, canela, nuez moscada y jengibre.

Geraniol: es un compuesto orgánico que segregan las abejas para marcar las flores donde hay néctar y que obtienen de las rosas, la citronela, la salvia, la lavanda o el nerolí.

Farnesol: es un líquido incoloro con propiedades antimicrobianas, se usa en tratamientos para el acné y procede del nardo, el sándalo o el nerolí.

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