Jardín Nazarí de Vélez de Benaudalla


Próximo al río Guadalfeo o Wadi-l-fay, a 55 km de la ciudad de Granada y a 12 km de Motril, en las estribaciones de Sierra Lújar, entre el Valle de Lecrín y la Alpujarra (al-Busarrat) se enclava el municipio de Vélez de Benaudalla. El lugar de Vélez, conocido como Ballis Banu Abd Allah o val den Allah, "el valle de los hijos de Alá", gozaba de una posición privilegiada por confluir en él los caminos que conducía desde la Alpujarra (al-Busarrat) y la Costa Tropical de Granada. El Barrio Alto del pueblo de angostas y estrechas calles a las faldas de una antigua atalaya o hisn, vienen a confirmar sus raíces árabes.


También existía una almunia nazarí, una finca de recreo adaptada al abrupto terreno, al abrigo de este enclave defensivo. En Al-Andalus, el jardín y el huerto se contemplan como un espacio para el disfrute de los sentidos, como uso herborista y medicinal y aprovechándolo para la producción alimenticia. 


Tanto en el pueblo como en el propio huerto-jardín de la desaparecida almunia, el agua es un elemento primordial y vertebrador, aprovechando el paso de la acequia de la Palma, que aún se conserva, junto con algunos centenarios cipreses. Hoy en día, este espacio se ha restaurado y reinterpretado, recuperando el espíritu nazarí que le dio origen, combinando el inteligente aprovechamiento del agua con las numerosas especies vegetales como acacias, palmeras datileras, arrayanes, celindos, adelfas, violetas, jazmines, rosales, hiedras, lavanda y tomillo, y un huerto provisto de olivos,  naranjos, perales, limoneros y almendros, así como de habas, berenjenas, cebollas, pepinos, espinacas, calabazas, etc. Además, en los actuales tiempos de crisis, todo lo que se recoge del huerto se entrega periódicamente al Banco de Alimentos para que se reparta entre las familias que más lo necesiten.




Este gesto de solidaridad también se une a la leyenda del origen de este jardín, pues se cuenta que en este pueblo habitaba un príncipe nazarí llamado Benalí, emparentado con los reyes de Granada, por lo que fue invitado a la Alhambra para celebrar una de las victorias del ejército musulmán. Los festejos duraron varios días, y el príncipe aprovechaba sus ratos libres para pasear por los jardines de la ciudad palatina. Una mañana, estando en el Generalife (Yannat al'arif), vio como un jardinero de avanzada edad que trataba de recoger con dificultad un brazado de ramas y hierbas resbalaba cayendo en una de las acequias. Benalí corrió a socorrerle al tiempo que avisaba a otro jardinero presente en la zona para que le ayudase a levantarlo. Yusuf, que era como se llamaba el jardinero accidentado, se había roto una pierna en la caída, pero no se atrevía a quejarse delante del príncipe para no ofenderlo con sus lamentos. No obstante, Benalí se percató de su sufrimiento y pidió al otro jardinero que avisara al médico de la Alhambra, pero este se negó a hacerlo ya que ellos eran sirvientes y no podían acceder a tales servicios. Cayendo en la cuenta de las diferencias sociales de cada uno de ellos, el príncipe nazarí buscó unas ramas gruesas para entablillar la pierna herida y acompañarle hasta su casa en el Albaicín, donde Fatima, hija del jardinero Yusuf, esperaba angustiada su regreso. Benalí le indicó que sería necesario que le viera un médico, y que no se preocuparan del coste de sus honorarios: "su padre será atendido por el médico de la Alhambra, que es buen amigo mío". Fue entonces cuando Fátima descubrió que su benefactor era una persona de la nobleza nazarí, inclinando rápidamente la cabeza en señal de obediencia y respeto. El médico llegó en poco tiempo y rápidamente puso los huesos en su lugar, entablillando la pierna con vendas y cañas y prescribiéndole un poco de adormidera para paliar el dolor. Los días pasaron, Benalí visitaba al viejo jardinero y al tiempo que su pierna se recuperaba, la amistad entre ellos crecía y su amor por Fátima también, hasta que un día el principe tuvo que partir a sus tierras, no sin antes prometerle a Fátima que volvería para casarse con ella. Los meses pasaron hasta que un día Benalí regresó para pedirle a Yusuf la mano de su hija, a lo cual el jardinero del Generalife respondió que su hija no poseía más que su cariño, a lo cual el príncipe le dijo que era lo único que esperaba de ella. Se acordó por tanto el matrimonio entre ambos, y Yusuf que sabía de la pasión de Benalí por los Jardines del Generalife le sorprendió con una propuesta: "Como no puedo dotar a mi hija con tesoros ni piedras preciosas y mi fortuna empieza y acaba en mis manos, permíteme que te regale lo mejor que puedo ofrecerte: un pequeño jardín en tus tierras para el disfrute de los sentidos".


Este jardín nazarí esta abierto al público de 11 a 13 horas y de 17 a 19 horas, cuesta 3 euros por persona e incluye en el recorrido el acceso a las grutas de roca caliza formadas en la bajada del tajo. Más informanción en el teléfono 958658011


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