La Ciudad Palatina de La Alhambra

La percepción de La Alhambra ha variado con el tiempo y aunque hoy la veamos con un dominante uso turístico
como palacio oriental en occidente, por muchas
generaciones no fue vista así, sino como
una fortaleza militar

A los pies de Sierra Nevada (Yabal al-Talch), frente a la basta llanura de la Vega de Granada, se encuentra sublime La Alhambra. Aquí escribió la dinastía nazarí el último capítulo de la historia del Al-Andalus musulmán que comenzó en el año 711 DC. En lo alto de Granada, los nazaríes construyeron una ciudad palatina única en el mundo. La ciudad palatina de los reyes nazaríes de La Alhambra era una urbe distinta y distante de Granada a pesar de su proximidad. Un lugar habitado por la historia.

Granada se levanta sobre varias colinas entre los ríos Darro y
Genil, con excepcionales vistas y la Alhambra, sobre su
enclave estratégico, sigue el viejo modelo micénico de
acrópolis, de ciudadela fortificada 

La incongruencia entre el exterior e interior de los palacios es evidente. Si bien la Alhambra, desde fuera, daba la imagen de ciudad fortificada por su sobriedad, con sus cubos imponentes mientras que de su interior emerge la más exótica belleza, un símbolo y una realidad en una casa hispanomusulmana, pues con sus celosías se guarda la magnificencia de la intimidad del hogar. Lo mismo ocurre en la Alhambra pues al fin de cuentas también era una casa, el hogar del rey de Granada.

A sus valores históricos como ciudad palatina del reino nazarí de Granada (siglos XIII - XV) se suman, además de su excelencia artística y refinada estética, un emplazamiento singular que tiene por horizonte las cumbres de Sierra Nevada (Yabal al-Talchy como límite de perspectiva visual los llanos de la Vega.

Vista de Granada conservada en la Biblioteca Nacional de Viena, obra de Anton van den Wyngaerde,
quien estuvo en 1567 en Granada

No se puede explicar la existencia de esta ciudad palatina sin tener en cuenta el comienzo de la nueva dinastía nazarí en Granada, que deseaba legitimar su linaje y un nuevo símbolo de poder como La Alhambra que la identificara, a la que se sumarían progresivamente otros palacios y almunias reales como El Generalife y su Dehesa, los Alixares o Dar al-Arusa, constituyendo un sistema urbano diferenciado de la ciudad de Granada.

Alhambra, por el color de la tierra con la que se construyó,
significa en árabe la roja, mismo apodo del monarca que la
mandó construir, Mohammed I que según una antigua
crónica, en un día del año 1238, subió "[...] al lugar
conocido como al-Hamra, lo examinó, marcó los
cimientos del castillo y dejó a un encargado de
dirigir el trabajo, y no había pasado un año
cuando la construcción de los adarves estaba
acabada; el agua fue traída del río y una
acequia fue construida con su propio caudal [...]"

La mejor definición de La Alhambra podría ser la que expresan estas dos palabras: ciudad palatina. La Alhambra es una ciudad, pues fue pensada, planificada, construida, se desarrolló y evolucionó bajo unas leyes determinadas, las leyes del urbanismo hispanomusulmán. Además es palatina pues fue concebida para ser la sede de la jefatura del Estado, la corte del poder, repleta de palacios protegidos por las sólidas murallas, discurriendo allí la sensibilidad y el arte de reyes, poetas, filósofos y arquitectos como corría el agua de las acequias que alimentaban las grandes albercas y fuentes que abastecían sus jardines palatinos.

La Alhambra era una ciudadela dentro de Granada, bien fortificada y asentada en uno de os lugares más elevados de la capital del reino nazarí. Duros escarpes sobre el río Darro (Hadarro) la separaban del Albaicín por su vertiente norte, y el barranco de la Sabika la aislaba del Mauror, la judería por el lado sur. Era una residencia palaciega y una ciudad cortesana rodeada por murallas y torres inexpugnables. Además de la familia real, la habitaban los altos cargos de la corte, funcionarios y los artesanos y obreros encargados de su mantenimiento; dos mil personas vivían en su interior y disponía de palacios y palacetes, de mezquita, baños, mercado, talleres, silos, escuelas y cuarteles.

Tras la desmembración del reino de Al-Andalús con su capital en Córdoba, en pequeños reinos y el avance cristiano, parecía que los días del Islam en la Península estaban contados. La dinastía nazarí, bajo la cual se edificó La Alhambra, los Banu-l-Ahmar, eran originarios de la ciudad de Arjona (Jaén) y se declararon en 1232 independientes de la autoridad almohade en 1238. En el Ramadán de 1238, Mohammed I se instaló en el viejo alcázar del rey Badis, perteneciente a la anterior dinastía, la Zirí. Estableció la capital del nuevo estado de Granada. Sin embargo no estuvo en el viejo alcázar más de un año.

Cuentan las crónicas, que el monarca nazarí subió a la colina de la Alhambra, miró a un lado y a otro, y encontró dos grandes tareas que debía acometer. Por un lado, en la parte que más se asoma a la ciudad, continuaría la restauración de la vieja Alcazaba, de aquella que ya fuera llamada por sus muros rojos 'Alhambra' en el siglo IX. Las torres eran muy antiguas y no aguantarían un asedio de las tropas de Fernando III El Santo. Las reedificaría, fortalecería los sólidos cubos que defendieran la ciudad y en el mascarón de proa construiría una torre solidísima que velara por la ciudad. Esta decisión constituiría el plan urbanístico más importante desde que dos siglos atrás los Ziríes ampliasen la medina hasta la zona más llana de la población y trasladasen a Granada la capital desde la desaparecida Medina Elvira (actualmente sus restos se encuentran en el municipio de Atarfe). 


La antigua ciudad palatina nazarí preside hoy como en el pasado el horizonte del paisaje urbano de Granada
desde el monte de la Sabika (100 metros de altura sobre
la ciudad) diferenciándola entre todos los centros
históricos del sur de la Península Ibérica
y referencia internacional de la ciudad

El gérmen, el primer recinto palaciego parecía más bien una fortaleza bien defendida, sin duda por las turbulencias de la época, años de conquistas de los reyes castellanos en toda la Andalucía bética, la del Guadalquivir. Entre su importancia militar y palaciego surgió una ciudad al servicio de la corte nazarí.

Por el carácter militar de la ciudad de La Alhambra y el
contexto bélico en que se hallaba el reino de Granada por
la amenaza cristiana, se supone que en época medieval
no existía tanta densidad forestal en los alrededores de la
fortaleza, sobre todo en las laderas sur y oeste

La colina de la Sabika sobre la que se asienta la Alhambra debió estar poblada en época romana, si nos basamos en el mortero romano encontrado junto a la torre del Homenaje en la Alcazaba (según Richard Ford, en el siglo XIX, debió existir un altar romano de Ilíberis) e incluso los primeros hispanomusulmanes hicieron acopio de materiales de la ciudad romana próxima de Ilíberis. Podríamos hablar de cuatro períodos constructivos en el lugar:

  • El primer período que correspondería a antes del siglo XII, es decir, bajo dominación romana, visigoda e islámica, cuyos materiales se caracterizan por su dureza.
  • El segundo período, al comienzo de la etapa nazarí entre los siglos XII y XIII, identificando sillares de piedra dorada y escombros de acarreo, mezclados con cal y uniendo los ladrillos a tandas alternadas con piedras grandes o restos labrados de antiguas construcciones, cuya obra solían cubrir con agramiladas de ladrillos y almadrabas.
  • El tercer período correspondiente a los siglos XIV y XV, caracterizado por obras de argamasa y piedra, ladrillos vidriados, etc correspondiente al período de esplendor nazarí.
  • El cuarto y último se centra en la dominación cristiana con obras de sillería de aristas y planchas de mármol fuertes y uniformes, principalmente se centra en la construcción del Palacio de Carlos V y la adaptación de la fortaleza a los nuevos adelantos militares.

A pesar de que las construcciones musulmanas no son muy sólidas, se levantaron sobre una base de conglomerados muy resistentes que explican la supervivencia de las murallas hasta nuestros días, a pesar de levantarse en una abrupta pendiente, es decir, que si no hubiera sido por sus propiedades geológicas, la Alhambra no hubiera resistido al abandono, las vegetaciones parásitas, la descomposición de la argamasa, los agentes atmosféricos, la humedad, etc. La Alhambra es resistente y sólida en lo funcional pero frágil y sutil en lo decorativo, armonizando ambas características.

La Alhambra está situada sobre una colina dominando
la ciudad y rodeada de un gran bosque 

Para garantizar el suministro de agua de La Alhambra, construyó la Acequia Real que toma las aguas del curso del río Darro antes de que este entre en la ciudad.  La dotó de murallas para defenderse tanto de ataques exteriores como de las revueltas que surgieran en la propia Granada, con la que tenía contacto sólo por el este, a través de su imponente alcazaba. El lugar estaba bien defendido con duros escarpes sobre el Darro que la separaban del Albaicín por el norte y el barranco de la Sabika por el sur le separaban del Mauror o barrio judío.

La Acequia Real, que recorre la colina desde El Generalife, obligando a desarrollar el sistema hidráulico por medio de complejas técnicas hacia la parte alta del río en varias ocasiones cuando progresivamente desaparecen los espacios agrícolas y se densifica la red urbana. Esta acequia es el nervio fundamental que articula el espacio rural y urbano en todo el conjunto alhambreño. La población de Alhambra necesitaba también ser alimentada, absorbiendo los recursos del espacio rural que lo rodeaba. La especifidad de la ciudad palatina reside en la dualidad de su territorio: es a la vez rural y urbano. La Alhambra se alimenta con sus campos que abastecen de materias primas los talleres artesanales (los hornos de alfarería y los vestigios de una pequeña curtiduría encontrados en la parte oriental del recinto en la década de 1920), pero ante todo para dotarla de productos agrícolas con que poder abastecer.

La Alhambra absorbe los recursos de un
espacio rural donde la ciudad palatina se
abastece y se extiende, instalando las
almunias de El Generalife en el siglo XIV
y de Dar al-Arusa a mitad del siglo XV

Las edificaciones sobre la Sabika debieron darle un aspecto de ciudad, con agua corriente, fértiles tierras de labranza, un bosque cercano que proporcionaba leña y caza, sólidas murallas, etc y aunque a todo el recinto amurallado se le conoce como la Alhambra, se deben diferenciar tres núcleos desiguales principalmente, de diferente función, estructura y extensión:
  • La alcazaba como área castrense, residencial y estratégica, ubicado en el lado oeste y en el punto más elevado y saliente de la colina. Carece de decoración, con paramentos lisos tanto en el interior como en el exterior de las torres. Esta zona tiene forma de triángulo cuyo vértice avanza sobre la cuesta de Gomérez, conocido como Revellín de artillería, construido por Mohammed I o Mohammed II (según Antonio Fernández Puertas).
  • La palaciega, sede de los monarcas nazaríes, enclavados en la parte central de la colina, de los que sólo dos se conservan completos (el de Comares y el de Los Leones), pero existieron otros como el Palacio de Abencerrajes -destruido totalmente por los franceses en su huida en 1812- o el de los Infantes que hoy ocupa el Parador Nacional y del que se conserva sólo una parte, como en el caso del Partal.
  • La medina de carácter industrial y artesanal, burocrático y residencial donde vivían los más allegados a la familia real y a la nobleza, así como los comerciantes más acaudalados, aunque habría otros edificios como escuelas, mezquitas y baños como en el palacio de Abencerrajes o el conocido como Baño del Polinario, así como pequeños establecimientos de venta de alimentos y un largo etcétera que presentan la Alhambra como una ciudad.

Aunque la superficie constructiva de La Alhambra es relativamente pequeña, no faltan las grandes construcciones como la Torre de Comares de 45 metros de altura, con edificios de arquitectura adintelada salvo en baños y torres, concebidos con bóvedas de madera, ladrillo o ambos materiales.

El bosque de San Pedro, frente a la iglesia del mismo
nombre, en la ladera que se enfrenta al Albaicín
 sobre el Darro, orientada al norte y con abundante
agua, debió de albergar cierta densidad de
plantas leñosas arbustivas e incluso
árboles de moderada talla como encinas,
majuelos, aladiernos o ruscos

Debemos imaginar al señor de Arjona y primer rey nazarí,  Mohammed I, caminando de un lado a otro dando órdenes sobre los constructores, dictando las inscripciones más bellas para los muros adornadas con filigranas, mezclándose con alarifes y albañiles, escuchando a los sabios en matemáticas para que todo fuera perfecto.

Sus sucesores continuaron las construcciones, y la fortaleza militar que era en inicio se convirtió con el paso de los años en residencia palaciega y ciudad cortesana, llegando a ser el centro político y administrativo del Reino Nazarí y la primitiva ciudadela zirí perdió su importancia política pero mantuvo su utilidad militar, denominándose Hataralcazaba o Alcazaba Antigua.

La ciudad de La Alhambra era el núcleo de población más elevado y en su perímetro de 2.500 metros albergaba cerca de dos mil personas entre altos cargos de la corte, funcionarios y una cohorte de artesanos y obreros encargados del mantenimiento y funcionamiento de los baños, mezquita, mercado, talleres, huertas, silos, escuelas y cuartes, además de palacios, palacetes y jardines, servicios que la independizaban del resto de la ciudad. Los palacios nazaríes o Qasr al-Sultán se componen de tres áreas anexas e independientes construidos por diferentes reyes: Mexuar, Palacio de Comares y Palacio de los Leones.

Recreación hipotética del territorio de la Alhambra en el
primer cuarto del siglo XV, a partir de los estudios
realizados por Luis J. García, Paula Sánchez y
Manuel Pérez para el PAG


Los palacios, junto con la Alcazaba y la medina se unían por medio de tres elementos: las calles, las puertas y las torres de las murallas. Estas últimas (de las que se conservan una treintena) tenían diferentes funciones desde la defensa de la fortaleza, pasando por miradores y palacios o qalahurra, y aunque la mayoría corresponden al período nazarí -aquellas que por lo general son de planta cuadrada- las hay también de construcción posterior -como las cúbicas, mejor preparadas para resistir el impacto de la artillería del siglo XV-.

En cuanto a las calles de La Alhambra, existían tres calles principales y varias secundarias, con callejones, cobertizos y placetas que conformaban el entramado urbano. La calle de Ronda es la principal, recorriendo el entramado de murallas por su cara interior del recinto -haciendo las veces de foso en caso de asedio, por lo que también se conoce como calle del Foso-. La calle Real Alta cruzaba ascendiendo de oeste a este la medina, agrupándose a su alrededor, en orden jerárquico, viviendas, mezquitas y baños, talleres y pequeñas industrias, desde la Puerta del Vino, ascendiendo suavemente hasta el Secano, y se reforzaba con la calle Real Baja, que en paralelo a la anterior conectaba el acceso a la Alhambra por el lado norte, entrando por la Puerta de las Armas, para permitir el acceso a la parte administrativa de Palacio o Mexuar, para después continuar también hacia el este bordeando los palacios de Comares y Leones, pero que se perdió una vez desaparecida la corte nazarí. Entre estas dos vías principales existían pequeñas calles o callejones transversales, irregulares y difíciles  de rastrear hoy.

Desde la Puerta del Vino, la Calle Real Alta
asciende hasta llegar a la zona de El Secano

Pero la ciudad palatina mantiene también vínculos con la ciudad de Granada como evidencian las murallas construidas entre Granada y La Alhambra y de las puertas que se abren en la muralla de la ciudad palatina. La Puerta de las Armas constituye el paso habitual entre la Alhambra y Granada, el único paso que permite ir a la ciudad sin salir del recinto urbano, consiguiendo un control y seguimiento de las personas que accedían, preparando a la gente, al situarla en un espacio intermedio como es la plaza entre la ciudadela y la zona de los palacios, entre lo público y lo privado, iniciando un programa gradual cuyo último peldaño era el centro del poder, el trono del emir de Granada.

La Alhambra simboliza hasta cierto punto el resultado de la evolución de la ciudadela, que tiende progresivamente, desde el siglo XI, a colocar al margen de los ciudadanos la residencia del emir, instalando en el espacio fortificado las infraestructuras necesarias para la presencia de los hombres que giran en torno al príncipe formando la ciudad palatina.

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