Ermita de San Sebastián (Morabito)

Ermita de San Sebastián en la actualidad,
situado al final del paseo del Violón, en
el margen izquierdo del río Genil,
en lo que era una vaguada en el
lecho original del río

Hipotética reconstrucción del morabito

A las afueras de lo que fuese el recinto de la Medina, cerca de la unión entre el río Darro y el río Genil o Sinyil, se conserva una Rábita o Morabito musulmán. En tiempo de los musulmanes era utilizado como lugar de oración. Influenciados por los almorávides, tribu de monjes guerreros musulmanes provenientes del África occidental en 1093, surgieron ermitaños religiosos en el reino nazarí que voluntariamente se retiraban de la vida social para entregarse a la meditación y oración, rechazando todo contacto. Conocidos como al-murabit procede de él el término castellano almorávide y morabito. Tras la muerte del morabito, su morada le servía de sepultura, convirtiéndose en un lugar santo hasta donde llegaban los fieles suplicando favores a través de la intersección divina.

El arco de entrada conservaba hasta
hace pocos años, vestigios de haber
sido pintado en rojo, marcando en
blanco sus tendeles con líneas
incisas
Acceso principal, arco de herradura de ladrillo
enmarcado por un alfiz del mismo material

Acceso formado por un arco de herradura
levemente apuntado, sin enjarjar, con
dovelaje completo y alfiz hasta la imposta

El rechazo a la vida mundana y el amor por la meditación y el rezo en soledad floreció intensamente entre los hispanomusulmanes a partir del siglo XI, haciendo que muchos ascetas se retiraran a los alrededores de las poblaciones (también abundan los ejemplos que lo hicieron dentro de los cascos urbanos), donde se entregaban de por vida a las prácticas devotas hasta su muerte, siendo enterrados en las rábitas o morabitos que habían habitado.

De hecho, en la Granada del siglo XIV este tipo de edificaciones era frecuentes en la ciudad, convirtiéndose en lugares de penitencia y peregrinación (existió otro donde se alzaba la Ermita de San Antón el Viejo, cerca de la Avenida de Cervantes, cerca de Quinta Alegre). En el siglo XV el número de éstas era tan considerable que los cristianos al entrar en la ciudad se sorprendieron por el gran número desperdigado por la urbe y sus alrededores. Tras la conquista fueron abandonados y terminaron desapareciendo por la ruina, siendo este el único ejemplo conservado actualmente en toda Andalucía. 

También era frecuente encontrar las llamadas qubbas o capillas de planta cuadrada abierta por uno o por sus cuatro lados, a las que cubría una cúpula o una cubierta de madera con la función de albergar el sepulcro de algún venerado santón o asceta y entorno al cual también era enterrada gente atraídas por la santidad del lugar.

Este morabito, del que se desconoce su nombre árabe, fue construido en 1218, en plena dominación almohade, bajo el mandato del Califa Al-Muntasir. Su construcción fue coetánea en el tiempo junto con el conocido como Alcázar del Genil y que se sitúa a escasos metros de la ermita.

Planta actual de la ermita y sus alrededores


Donde se encuentra el crucifico se ubicaría el mirhab
De construcción sencilla con muros de argamasa, un arco de herradura apuntado e inscrito en recuadro de ladrillo, da entrada al edificio. Su estructura en una qubba sepulcral (baraka en árabe) o edificio cuadrado de 8,40 metros en su interior, guarda un hueco cegado que debió ser el mihrab por su orientación a la Meca en la parte sureste, dirección habitual de la alquibla en los edificios de la Granada islámica.Según Gómez-Moreno, basándose en su imperfecta orientación, afirma que debió tener sólo un carácter sepulcral, mientras que Torres Balbás supone que el mihrab debió estar situado en el lado sureste.


Plano de la cúpula esférica
adornada en el interior por
dieciséis cascos con nervaduras
que en su unión forma una estrella
y se apoya en trompas con arcos
redondos

La cúpula originalmente era visible
al exterior queda oculta bajo un tejado
en la actualidad, como aparece en
el mural de la batalla de la Higueruela
en el Monasterio de El Escorial así
como por el grabado de la Plataforma
de Ambrosio de Vico
No se sabe si el edificio tendría cuatro huecos de acceso al interior o si únicamente dispondría de uno. En la actualidad, la ermita tiene un hueco en cada lado de su planta, si bien sólo uno comunica con el exterior. De los otros tres huecos, el de la izquierda o noroeste, comunica con la sacristía, incluida en la casa del santero, y el de la derecha o sureste es un hueco ciego. El testero noreste, frente a la puerta de entrada, lo ocupa el retablo, embutido en el muro con tres nichos semicirculares; el hecho de que existan estos tres huecos puede llevar a pensar que el edificio tuviese en origen otras tantas puertas de acceso con similares características que la puerta conservada en la actualidad. En cualquier caso se hace imposible constatar la existencia de las tres puertas restantes sin deteriorar los muros de la ermita.

Seguramente se cegaron las otras tres
puertas de acceso, incluida esta para
colocar el altar de la ermita

Planta y sección de la ermita según Gallego y Burín

Cúpula decorada con nervios que se centran en la cúspide,
representando una de las últimas consecuencias de
las bóvedas nervadas cordobesas del siglo X
Cubierto por una cúpula esférica de ladrillo con dieciséis cascos con nervaduras cruzadas dejando en el centro una estrella de dieciséis puntas, evolución de la bóveda de nervios paralelos cruzados de Córdoba. Dicha cúpula se apoya sobre trompas con arcos redondos. Originalmente, la cúpula era visible al exterior, aunque hoy en día queda oculta por el tejado y la espadaña para la campana. Hoy la ermita de San Sebastián dista mucho en su decoración de lo que era cuando la ciudad fue conquistada.

Trompa con arcos sobre el que se apoya la cúpula
Reseña periodística tras
el abandono de la ermita
por "El Defensor de Granada"
el 21 de enero de 1883

Aunque en 1844 se encontraba en estado de ruina (tras la desamortización de Mendizabal de 1835), fue recuperado por el ayuntamiento y cedido en alquiler como taberna, vaquería y hasta cuadra, pero devuelto al culto en poco tiempo por las críticas recibidas por intelectuales de la ciudad. Torres Balbás lo reformó en 1931, al ser declarado Monumento Histórico-Artístico y en 1953, Francisco Prieto Moreno, coincidiendo con las obras del muro de contención del río Genil, efectuó la última reforma, pensándose en elevar la ermita pero se descartó por las grietas de la cúpula que amenazaban su derrumbe.

La ermita fue consagrada tras la
ocupación cristiana a los Santos Fabian
y San Sebastián tal como aparece en
el anillo que hay en la cúpula y que se
insertó tras la restauración de 1615:
"A onra de Dios nuestro Sr. y de su
bendita Madre la Virgen María, concebida
sin pecado original. Esta ermita es de San
Faisán y de San Sebastián y de la Cofradía
de los Hermanos de los gloriosos santos y
por su orden se reedificó esta Capilla,
siendo Prioste Luis Peláez de San Martín
y mayordomo Pedro Fernandez Castibono,
acabóse el año de 1615"


El lugar tiene una gran trascendencia histórica, al ser conocido tradicionalmente por ser el lugar donde Boabdil entregó las llaves de la ciudad a Fernando el Católico mientras la reina Isabel aguardaba a las afueras, en Armilla. Según cuentan los cronistas, en alguna parte de este mismo lugar se cantó a continuación un Te Deum en señal de alabanza a Dios por el triunfo que Éste les otorgaba y que a la sombra de un gran álamo (arrancado en 1760) que crecía en las cercanías de este edificio, se ofició posteriormente la primera misa en Granada tras ocho siglos de ocupación musulmana.

Ermita de San Sebastián por el
pintor granadino Manuel López Vázquez,
expuesto en el Museo de la Casa de los Pisa

Una vez convertida en ermita cristiana, bajo la advocación de San Sebastián, dejaron los Reyes Católicos una imagen de la Virgen en el interior de la misma, con el título de Nuestra Señora de la Antigua, obra del gótico alemán del siglo XV y que la Reina había encontrado en Segovia y traído con el ejército a la conquista de Granada. Esta imagen, tras permanecer en la ermita unos días, fue llevada en solemne procesión a la iglesia del que fue convento de San Francisco, en la Alhambra. Los nombres de Nuestra Señora de la Antigua y de San Sebastián estuvieron unidos muchos años a la historia de la ciudad, ya que ambos fueron nombrados patronos de Granada hasta ser sustituidos por los actuales: Nuestra Señora de las Angustias y San Cecilio.

Reseñar también que el 20 de enero de 1537, con motivo de la festividad de San Sebastián, en la que hacía procesión desde la ciudad a la vieja ermita con posterior misa, tuvo lugar en esta ermita un hecho de gran trascendencia en Granada: tras la predicación del beato Fray Juan de Avila, un portugués que asistía a la predicación, empezó a rasgarse las vestiduras y salió desnudo a la carrera, hacia la calle, en estado de locura, siendo recluido en el Hospital Real, tratándose de San Juan de Dios.

Se puede visitar semanalmente los viernes de 10,30 a 13,00 horas y los domingos abre a las 10 para la misa de las 10,30.

Lápida de mármol colocada en el siglo XVIII para conmemorar
la entrega de la ciudad, aunque redactada con numerosos errores:
"Aviendo Muley Boaudeli, último rey Moro de Granada,
entregado las llaves de esta ciudad el Viernes dos de Enero
de 1492 a las tres de la tarde en la puerta de la Alhambra a
nuestro católicos Monarcas Don Fernando de Castilla y Doña
Isabel de Aragón, después de 777, que esta ciudad sufría el
Yugo Mahometano desde la pérdida de España, acaecida en
Domingo 2 de Noviembra del año 714 salió dicho católico Rey 
a despedir a el expresado Boaudeli hasta este sitio antes
Mezquita de Moros, y entonces eregida en Hermita de
SanSebastián, donde dieron los primeros gracias a Dios
el Glorioso Conquistador y su exército, entonando el
Te Deum, y tremolándose el Estandarte de la Fe en
cuya memoria se dic dicha hora la Plegaria en la Catedral
y se gana indulgencia plenaria, rezando tres Padres Nuestros
y tres Aves Marías."



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