Palacio de los Alixares (Qasr al-Disar)



"A las espaldas de este cerro, que comunmente llaman cerro del Sol o de Santa Elena, se ven las reliquias de otro rico palacio, que llaman los Alijares, cuya labor es de la propia suerte que la de la sala de la torre de Comares y alrededor del había grandes estanques de agua y muy hermosos jardines, verjeles y huertas. Lo cual todo al presente está destruido"
Luis de Mármol Carvajal, granadino del siglo XVI 
Vista de la alberca que formó parte del Palacio de los Alixares

El interior del cementerio de la ciudad de Granada, el cementerio de San José, uno de los más antiguos de España, conserva los restos de la Almunia Real de los Alixares o Qasr al-Disar, fastuoso palacio de los reyes nazaríes. Fue construido entre 1375 y 1394 siguiendo escrupulosamente las indicaciones del soberano Mohammed V quien lo concibió como lugar de descanso, una almunia que descendía hasta la ribera del río Genil, una vez que la Acequia del Tercio (llamada así por recibir la tercera parte del agua de la Acequia Real, destinada a servir otra franja del territorio por encima del Albercón de las Damas) fue construida, permitiendo la existencia del palacio de los Alijares. El palacio se encontraba en lo más alto de esta elevada colina, sobre una plataforma con amplios espacios abiertos al que se accedía desde La Alhambra por un camino o paseo pavimentado, bordeado de setos de arrayán. Después el camino seguía hasta un huerto-jardín cercado, en cuyo extremo había un templete o cenador rodeado de árboles traídos de Oriente, arrayanes y frutales, muchos de los cuales aún forman parte de la colina roja como granados, higueras y almendros. Éstos alternaban con típicos cultivos de huerta y cipreses para los que la alberca, conservada y puesta en valor por los responsables del cementerio, muestra la importancia del agua como elemento vital.

Sobre la colina, a la derecha de la imagen, se levantaba el
palacio de los Alixares, visto desde Granada, coronando
la Sabika, siendo la frente a ambos lados para quien viniera
desde la Vega de Granada, al sobresalir, junto al Generalife,
por encima de La Alhambra

Al parecer, el palacio estaba constituido por cuatro qubbas que encerraban un espacio cuadrangular rodeado por porticos abovedados apoyados sobre esbeltas columnas y ricamente decorado con vidrios de colores que refrectaban el sol, similar a la cubierta del Mirador de la Lindaraja de La Alhambra. 

Azulejo de solería (cerámica vidriada blanca azul 
y manganeso) con trama geométrica de octógonos 
de lados curvos y dragones a los lados del escudo 
nazarí, posiblemente del Alcázar al-Disar (los Alijares) 
y expuesto en el Museo de La Alhambra, 
pieza R. 189, 2257

De este palacio se conserva en el Museo de La Alhambra una loseta con un escudo de la Banda, sostenido por dos dragones en el interior de un octógono cóncavo girado 45º para obtener un esquema de grandes cuadrifolias en los encuentros de las baldosas. También una baldosa con decoración de ataurique, semejante a las del Peinador de La Reina (también expuestas en el Museo de La Alhambra), evidenciando un mismo taller para todas las de este tipo de solerías, y que las relaciona con un relieve en piedra que se guarda en el museo de Valencia. La disposición en él de los tallos, follaje y quinquefolias es la misma: rodean a una especie de bicha tras la cual hay también un escudo de Pedro el Magnánimo, con lo que las fechas concuerdan. Si a esto se añade lo goticizante de escudos, coronas, atuendos, dragones, etc nos hace volver a la primitiva hipótesis de Gómez-Moreno que sugiere una obra híbrida en que moros y cristianos colaboraron en Granada para Mohammed V, del mismo modo que estaban colaborando en Sevilla para Pedro I.


Acuarela para el Museo Granadino de Antigüedades, de 1898 
por Antonio Almagro Cárdenas y que se conserva 
en la Casa de los Tiros de Granada

La baldosa conservada en el
Museo de La Alhambra con
decoración de atauriques
procede del Palacio
de Los Alixares

Hay que destacar que gran parte de los motivos como escudetes, coronas, figuras, animales, octógonos y tallos de los vegetales fueron realizados utilizando trepas, lo que presta una regularidad a la composición que sólo rompen las hojas, folíolos y flores del ataurique. Tal procedimiento resulta un tanto anómalo en la cerámica nazarí, pero tal vez haya que admitirlo en la producción de azulejos, donde una regularidad de los esquemas exigía la ausencia de desviaciones.

Todavía guarda el Museo de la Alhambra fragmentos de otras solerías provenientes del palacio de los Alixares, muy parecidas en la decoración de ataurique, pero de una perfección mayor en ejecución y trazado que evidencian una obra aún más exquisita. También se relacionan con éstos los azulejos en azul y dorado que provenientes de San Bartolomé de Córdoba, (guarda el Museo Arqueológico de aquella ciudad) por sus personajes, muchos con modas cristianas. Son indudablemente nazaríes y del siglo XIV, pues en el Museo de la Alhambra existen numerosos fragmentos iguales o semejantes en ésta y otras técnicas que hermanan a unos y otros.

Restos arqueológicos cercanos a la alberca. En la 
proximidad de los restos de la alberca se situó 
una batería francesa durante la Guerra de la 
Independencia a comienzos del siglo XIX.

También en el centro del palacio había también una gran alberca que se abastecía desde el Albercón del Negrosituado en la colina posterior. Este albercón rectangular (39.13m x 17.47 m) de ladrillo recubierto de mampostería, cuenta con una galería del mismo material de 17,80 m de longitud, 1 metro de ancho y 1,80 de alto orientado hacia esta almunia, aunque se desconoce con exactitud el sistema de abastecimiento de agua de esta zona.

En el centro del palacio había una alberca
o zafariche cuyos restos todavía hoy
se pueden apreciar

Este palacio era contemporáneo del Palacio de los Leones y toda su decoración epigráfico-poética fue compuesta por Ibn Zamrak, quien describe y da nombre en los poemas de sus tacas y otros, las cuatro qubbas, norte, sur, este y oeste que tuvo, como se ve en la pintura de la batalla de la Higueruela y que es tuvieron unidas al exterior por lienzos de muro entre sí.

Esta es la Casa real de los Alijares en la pintura mural
reproducida en la Sala de las Batallas por Nicolás 
Granello entre 1575-1579 a partir de un tapiz mandado
hacer por Juan II de Castilla a Nicolás Francés en
una tela sagra y que se conservaba en mal estado
cuando se mandó reproducir la pintura por Felipe II

El 1 de julio de 1431 se iniciaba la Batalla de la Higueruela entre las tropas granadinas y castellanas, liderados por Juan II y comandados por Don Álvaro de Luna en la vega de Granada contra las huestes del rey nazarí Mohammed IX. En esas fechas coincidieron una serie de terremotos de gran intensidad  que destruyeron el palacio y sus restos quedaron esparcidos por el lugar.

Le afectó aquella gran sacudida y enorme terremoto, dejando allí importantes restos; los graves sucesos retrasaron su reparación que hubiera evitado la demolición de sus columnas tan hermosas, el saqueo de su revistimiento de azulejos de hermosa factura, la apropiación indebida de las piezas de mármol de alto valor, la agresión contra los árboles de su almunia de elegantes variedades y raras especies. Grande fue la pena y la tristeza (que causó) esta enorme pérdida.
Ibn Asim

Su imagen sólo se conserva en el tapiz de la Batalla de la Higueruela expuesto en la sala de las batallas del Monasterio del Escorial así como su descripción, que ha llegado hasta nosotros a través de los poemas de Ibn Asim. Desde 2006 sus restos fueron rehabilitados recreando el huerto-jardín, recuperando su alberca.

Plano del rehabilitado huerto-jardín del Palacio de los
Alixares. El agua no sólo se empleaba en la vivienda,
 sino también para regar el área de cultivo que
combinaba huerta y jardín.

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