El romance de Abenámar

Entre las composiciones del Romancero Viejo (siglos XIV al XV)  recopilados a finales del siglo XIX, el romance de Abenámar, de quien se desconoce su autoría, se enmarca en el grupo de romances fronterizos que se nutren de los acontecimientos ocurridos durante la guerra contra el último bastión islámico de la Península, contra el Reino nazarí de Granada. Los Romances son poemas cantados, tradicionales, anónimos y más bien populares, que se transmitían oralmente de pueblo en pueblo.

Vistas de la ciudad de la Alhambra desde El Generalife

En concreto, este romance rememora el episodio en que Juan II de Castilla acompañado por Abenámar (Ibn al-Amar) divisa desde la Vega las torres, palacios y jardines de la capital nazarí, que desea poseer y que teme no lograrlo. Se considera que fue redactado entre julio de 1431 y noviembre de 1436, coincidiendo con la estancia del caballero granadino en la corte nazarí.

-¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tu naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calmar,
la Luna estaba crecida,
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
-No te la diré, señor,
aunque me cueste la vida.
-Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquellos?
¡Alto son y relucían!
-El Alhambra era,señor,
y la otra, la mezquita;
los otros, los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba,
cien doblas ganaba al día
y el día que los labra
otras tantas se perdía;
desque los tuvo labrados,
el rey le quitó la vida
porque no labre otros tales
al rey del Andalucía.
El otro es Torres Bermejas,
castillo de gran valía;
el otro, Generalife,
huerta que par no tenía.
Allí hablara el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
-Si tu quisieras, Granada,
contigo me casaría;
darete en arras y dote
a Córdova y a Sevilla.
-Casada soy, rey don Juan,
casada soy que no viuda;
el moro que a mi me tiene
muy grande bien me quería.
Hablara allí el rey don Juan,
estas palabras decía:
-Échenme acá mis lombardas
doña Sancha y doña Elvira;
tiraremos a lo alto, 
lo bajo ello se daría.
El combate era tan fuerte
que grande temor ponía.

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