Exposición: La ciencia en al-Ándalus (Palacio Dar al-Horra)
Dos en uno: visitar el Palacio de Dar al-Horra y la exposición que contiene en su interior sobre la ciencia en al-Ándalus, organizada por el Patronato de la Alhambra y el Generalife.
Con la expansión del Islam en el siglo VIII desde la India al Este, hasta la Península Ibérica (España y Portugal) en Occidente, la civilización árabo-musulmana asimiló los conocimientos de los territorios conquistados hasta el punto que el siglo IX, el califa abbasí al-Ma'mun el constructor de Bagdag (754-775) impulsó las traducciones al árabe de las principales obras persas y griegas en la Casa de la Sabiduría" de Bagdad, fusionando y transmitiendo la ciencia de la Antigüedad, además de desarrollarla ampliamente con importantes aportaciones durante tres siglos. Constan traducciones al árabe de obras sobre agricultura, botánica, veterinaria, medicina, farmacología, química, alquimia, literatura, gramática, música, álgebra, matemáticas y geometría, meteorología, mineralogía, geografía, astronomía y astrología, óptica, tratados militares, zoología y cinegética, entre otras.
Interior del Palacio de Dar al-Horra |
Exposición sobre la ciencia andalusí con reproducciones de diferentes astrolabios |
El legado clásico grecolatino llegó a al-Ándalus por tres vías:
- Desde el Oriente árabe, a través de los contactos que los andalusíes mantenían con el núcleo de la cultura araboislámica a la que pertenecían.
- A través de los autóctonos de la Península Ibércia que mantuvieron activa su cultura latina hasta el siglo X.
- Por las relaciones con Bizancio, decisivas en el siglo X, cuando el emperador bizantino envió al califa de Córdoba la "Materia Médica" de Dioscórides y la "Historia" de Orosio.
Astrolabio lineal de al-Tusi (1135-1213) o llamado también "el bastón de al-Tusi" que fue inventado por el astrónomo al-Muzaffar al-Tusi |
Los musulmanes llamaron al-Ándalus a la Península Ibérica bajo su control, haciendo llegar hasta ella los conocimientos científicos procedentes de Oriente, y desde aquí partieron hacia el resto de Europa, por lo que al-Ándalus se mantuvo a la cabeza de la ciencia y el pensamiento medieval, reintroduciendo los saberes clásicos en Occidente, convirtiéndose en un punto obligado de referencia en la historia de la ciencia entre los siglos VIII al XV.
También los libros de mecánica de Arquímedes, Apolonio y otros fueron traducidos del griego al árabe, pero las prácticas mecánicas locales en el amplio espacio musulmán fueron diversas, y en ellas resalta la tradición latina, técnicamente tan importante. Los más conocidos tratados árabes sobre cuestiones mecánicas se escalonan entre los siglos IX y XVI, empezando por el de los Banu Musa ("Libro de los procedimientos ingeniosos") y siguiendo por los de al-Jwarizmi, Avicena, al-Sa'ati o "el relojero" y otros, sobre todo al-Yazari del siglo XIII, con "El útil compendio entre teoría y práctica sobre el arte de los procedimientos ingeniosos" y destacando especialmente en al-Ándalus el tratado de autómatas de al-Muradi.
Relacionado con estos ingenios llama la atención la figura de Ibn Firnás, un poeta e inventor que vivió en Córdoba hacia el 887 y según la leyenda pudo volar colocándose plumas y dos alas, y por un breve período de tiempo se mantuvo en el aire hasta caer con violencia, siendo esta hazaña muy conmemorada siendo precedente de otros famosos voladores. Además se le adjudican otras novedosas aportaciones en al-Ándalus, aplicando conocimientos de astronomía, alquimia y de bellas letras: interpretar la métrica, construir una esfera armillar, un reloj con autómatas, y una representación del firmamento, incluso con rayos y truenos; contribuyó a la fabricación de vidrio. Compuso versos y canciones, acompañando al gran músico Ziryab. Los cronistas de los Omeyas destacan tanta creatividad en Ibn Firnás como una prueba del nivel que alcanzó al-Ándalus en el siglo IX.
Una maqueta representa a Ibn Firnás en el centro Ibn Battuta de Dubai |
La actividad de Observatorios y astrónomos necesitaba de útiles apropiados y este hecho favoreció la mejora de los instrumentos de tradición ptolemaica y la invención de algunos nuevos. De la mayoria de ellos existen centenares de tratados que se conservan en miles de copias manuscritas en bibliotecas públicas y privadas. Estos textos no suelen aportar información sobre la tenologia ni los materiales usados en la construcción de los instrumentos. Tampoco de los procedimientos seguidos, que eran sobre todo artesanales y combinaban la parte técnica con una cuidada caligrafía y decoración. Muy a menudo los astrónomos eran astrolabistas y construían sus propios instrumentos, pero también sabemos de astrolabios y cuadrantes que fueron objeto de un mercado especializado.
Facsímil de los Libros del Saber de Astronomía de Alfonso X el Sabio (1276) conservado en la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid que muestra la esfera armillar diseñada por Azarquiel |
Los musulmanes distinguieron en un principio entre las ciencias ligadas al Islam y a la tradición propia y aquellas originadas por otras civilizaciones, que llamaron "ciencias de los antiguos". Este término sirve para constatar la contribución científica árabe, valorando sus raíces, la grecolatina del Mediterráneo por otro lado y la oriental (desde Mesopotamia a India y China).
Por otro lado, Azarquiel fue uno de los astrónomos más importantes de al-Ándalus, llamado Abu Ishaq Ibrahim ibn Yahya al-Zarqali, quien vivió en el siglo XI. Además de redactar un tratado sobre el año solar, llegó a ser consejero astrológico de Almanzor, siendo consultado por éste cada vez que el gobernante emprendía una campaña militar.
La historia del diseño de los instrumentos astronómicos guarda relación con la historia de la matemática aplicada y el desarrollo de la geometria descriptiva y la teoría de las proyecciones. La literatura medieval sobre instrumentos astronómicos conoce la existencia de algunas obras que son compendios de los instrumentos conocidos por el autor. Algunos de estos instrumentos son estándar, tradicionalmente muy conocidos y en circulación, pero otros son variantes geométricamente complicadas cuya existencia real podria ser puesta en duda. Al-Andalus tuvo una aportación distinguida en la materialización de opciones complejas y entre los siglos XI y XIV fueron astronomos y astrolabistas andalusíes quienes pusieron a punto los instrumentos universales que acabarian regresando a Oriente y llegando a Europa.
En Granada, en el siglo XI, el rey zirí Abd Allah en sus Memorias ya nos hablaba de la presencia de astrolabios y astrónomos. La astronomía, continuo presente las centurias siguientes, en la propia arquitectura palatina de la Alhambra con la grandiosidad de construcciones destacadas como el techo del Salón de Comares representando los siete cielos superpuestos, a través de la construcción de observatorios en Granada o Guadiz y con la presencia continuada de verdaderos astrónomos profesionales al servicio de las mezquitas.
Astrolabio de Ibrahim ibn Mohammed ibn al-Raqqam (Guadix, Granada en 1320, conservado en la Real Academia de la Historia de Madrid), es la única pieza conservada de este constructor de origen murciano que vino a Granada (conserva una lámina con la latitud de Guadix) con su padre por invitación del monarca nazarí Mohammed II |
Astrolabio de Ahmad b. Husay Ibn Baso, posiblemente fabricado en Granada (1265-1266) y conservado en la Real Academia de la Historia de Madrid; el autor de este astrolabio que es biografiado por Ibn al-Jatib en la Ihata, murió en 1309 y fue astrónomo profesional al servicio de la mezquita aljama de Granada |
Reproducción de un astrolabio hispano-gótico del siglo XIV conservado en la Society of Antiquaries, Londres |
Astrolabio del astrónomo andalusí as-Sahli (Toledo 1068), reproducción del Museum of the History of Science, Oxford (Reino Unido) |
Cuadrante astronómico de al-Mizzi, reproducción de un original procedente de Damasco, Siria (1333-1334), conservada en el British Museum |
La cirugía fue una rama floreciente de la medicina árabe. Destacó el ya comentado Abulcasis, que vivió en Madinal al-Zahra y Córdoba en los siglos X y XI. Su "Libro para ejercer (la medicina) sin tener que recurrir a otros textos" consta de 30 volúmenes, prestando especial atención a la Patología, Higiene y Farmacología. El volúmen XXX sobre "la cauterización, la cirugía y las fracturas óseas" describe el instrumental, alguno novedoso como el fórceps.
La civilización hispanomusulmana también aprovechó formas y técnicas constructivas de diferentes orígenes, perviviendo en al-Ándalus métodos constructivos de origen romano y anteriores, junto a novedosas técnicas procedentes de Oriente, algunas de las cuales tendrán un importante desarrollo posterior. Desde Persia e Iraq, llegaron a al-Ándalus técnicas novedosas, en general relacionadas con el uso de un material allí y aquí muy abundante: el yeso. Se utilizaba para el acabado de las superficies y en labores de exorno, aprovechando la facilidad de su talla, y como conglomerante de fábricas de piedra, ladrillo y tapias. Destacan algunas técnicas que procuran reducir o eliminar el empleo de estructuras auxiliares, como las cimbras o moldes que sostienen los arcos y bóvedas durante el proceso de construcción, propias de lugares en que escasea la madera. Así alcanzaron cierto desarrollo las bóvedas de ladrillo sentadas "a bofetón" con mortero de yeso, ya conocidas en el Egipto faraónico y en Mesopotamia, y las bóvedas tabicadas, en el al-Andalus al menos desde el siglo XII, con un uso extensísimo hasta nuestros días.
Entre las técnicas tradicionales del Mediterráneo con mayor desarrollo en al-Ándalus y el norte de África, habría que destacar la "tapiería" que consiste en utilizar moldes o encofrados de madera (tabiya o tapia) para formar muros a base de tierra compactada, mezclas de tierra, áridos y distintos conglomerados como la cal o el yeso, convirtiéndose en un auténtico hormigón.
En la ornamentación de la arquitectura destaca, junto con la madera, el uso del yeso labrado en distintas composiciones (geometría, floral y epigráfica), y el empleo de la cerámica vidriada, aplicada en piezas recortadas para constituir mosaicos con composiciones sobre todo geométricas y de simulación de cintas entrecuzados (lazos), con que se crearon obras de exquisita belleza.
Por otro lado, en lo que respecta a la agronomía y la agricultura, la llegada de los árabes marcó el inicio del mayor y más profundo desarrollo de la agricultura peninsular que, pese a las altas cotas alcanzadas durante la época romana, había llegado a un estado de regresión y estancamiento con los visigodos. Este desarrollo se sustenta en una sólida base teórica o agronomía ('ilm al.filaha o ciencia aplicada a la agricultura) elaborada por los agrónomos andalusíes en sus tratados y plasmada en unas prácticas agrícolas contrastadas, experimentadas y adaptadas al suelo andalusí. Tradición clásica que se funde con la árabe oriental y los conocimientos autóctonos para proyectarse a partir del siglo XVI en el resto del territorio peninsular tras alcanzar en siglos anteriores el norte de África y Oriente.
El agua se parovechó con una hidráulica generalizada, requerida por el regadío andalusí, que caracteriza su agricultura. Notemos los numerosos arabismos, como: acequia (as-saqiya), alberca (al-birka), aljibe (al-yibb), y otros. Textos y arqueología permiten caracterizar la hidráulica andalusí, en sus captaciones, distribución y aprovechamiento, cuya homogeneidad es resultado de una síntesis andalusí, con elementos yemeníes y beréberes, además de los autóctono. Una de las técnicas de obtención más notables, a partir de una capa acuífera subterránea, son las galerías perforadas, y entre ellas el más complejo procedimiento de los qanat, de origen persa.
La fuerza hidráulica, junto con la aérea, fue conocida desde la Antigüedad, y constan tratados griegos traducidos al árabe, como el de Filón. Las aplicaciones prácticas de la fuerza hidráulica, para regar o mover, se desarrollaron en la Edad Media, y el papel de al-Ándalus se aprecia por arabismos como noria (naura) y aceña (as-saniya). El molino hidráulico, con ruedas y mazos, fue utilizado por los andalusíes para descascarillar arroz, moler cereales, machacar minerales, etc... y también para fabricar papel.
El hecho más llamativo de esta agronomía aplicada es la introducción de una agricultura de regadío y, más específicamente, de huerta, intensiva, lo que supone una gran novedad y produce un enorme contraste con el período anterior. A las mejoras derivadas del regadío hay que sumar la introducción de nuevos cultivos y reintroducción de otros ya olvidados, junto a la intensificación del uso de la tierra mediante la reducción -y a veces supresión- del barbecho, con la consiguiente apareición en muchas zonas de una cosecha de verano antes inexistente.
Son numerosas las técnicas propuestas en los tratados andalusíes para las distintas fases del ciclo agrícola, algunas con posibilidad de aplicación en la actualidad:
En definitiva, los paisajes agrícolas se enriquecieron considerablemente con la introducción y aclimatación de nuevas especies procedentes de diversas zonas del mundo islámico y la mejora y diversificación de las ya existentes. Entre las primeras presentan un especial interés: los cítricos (naranjo amargo, limonero, lima, azamboa o variedad de pomelo); algunas especies destinadas a usos industriales (morera, caña de azúcar, algodón, alheña), horto-frutícolas (berenjena, alcachofas, melón, sandía, etc) y otras como el arroz, el pistacho o la palmera datilera. En las segundas se amplían las variedades de cereales (trigo y mijo, especialmente), y frutales (manzanas, higos, peras, melocotones, membrillos, ciruelos). Especial atención se dedica a determinadas especies arbóreas (azufaifos) que hoy pueden considerarse poco habituales, pero "tradicionales", en el paisaje y cultura granadinos.
Como en el resto del mundo islámico medieval, la botánica se encuentra estrechamente vinculada con la medicina y farmacología, así como con la agronomía. "La Materia Médica" de Dioscórides será el punto de partida de las primeras obras redactadas en al-Ándalus. Teofrasto y Aristóteles son otros autores del mundo clásico que van a influir en el desarrollo de los conocimientos botánicos, auqnue en una proporción mucho más reducida y a nivel más bien filosófico. Por último, Abu Hanifa al-Dinawari será el referente en el aspecto filológico.
Finalmente, el Reino de Granada, con la dinastía nazarí, fue el último territorio musulmán de la Península Ibérica. Durante 250 años se mantuvo pese a su fragilidad política, dejando como principal testimonio de su presencia el conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife.
Junto con el yeso en las decoraciones, las construcciones de adobe y ladrillo (ladrillos sin cocer) son algunas de las más utilizadas en la arquitectura pública y doméstica. |
Ejemplos de yesería y azulejos aplicados a la decoración arquitectónica |
Entre las técnicas tradicionales del Mediterráneo con mayor desarrollo en al-Ándalus y el norte de África, habría que destacar la "tapiería" que consiste en utilizar moldes o encofrados de madera (tabiya o tapia) para formar muros a base de tierra compactada, mezclas de tierra, áridos y distintos conglomerados como la cal o el yeso, convirtiéndose en un auténtico hormigón.
Un ejemplo de carpintería hispanomusulmana de lazo, una porción modular con técnica ataujerada y utensilios de trazado, cartabones, despiece de taujeles, zafates y clavos de muletilla |
En la ornamentación de la arquitectura destaca, junto con la madera, el uso del yeso labrado en distintas composiciones (geometría, floral y epigráfica), y el empleo de la cerámica vidriada, aplicada en piezas recortadas para constituir mosaicos con composiciones sobre todo geométricas y de simulación de cintas entrecuzados (lazos), con que se crearon obras de exquisita belleza.
Por otro lado, en lo que respecta a la agronomía y la agricultura, la llegada de los árabes marcó el inicio del mayor y más profundo desarrollo de la agricultura peninsular que, pese a las altas cotas alcanzadas durante la época romana, había llegado a un estado de regresión y estancamiento con los visigodos. Este desarrollo se sustenta en una sólida base teórica o agronomía ('ilm al.filaha o ciencia aplicada a la agricultura) elaborada por los agrónomos andalusíes en sus tratados y plasmada en unas prácticas agrícolas contrastadas, experimentadas y adaptadas al suelo andalusí. Tradición clásica que se funde con la árabe oriental y los conocimientos autóctonos para proyectarse a partir del siglo XVI en el resto del territorio peninsular tras alcanzar en siglos anteriores el norte de África y Oriente.
Cultivo en las huertas de El Generalife |
El agua se parovechó con una hidráulica generalizada, requerida por el regadío andalusí, que caracteriza su agricultura. Notemos los numerosos arabismos, como: acequia (as-saqiya), alberca (al-birka), aljibe (al-yibb), y otros. Textos y arqueología permiten caracterizar la hidráulica andalusí, en sus captaciones, distribución y aprovechamiento, cuya homogeneidad es resultado de una síntesis andalusí, con elementos yemeníes y beréberes, además de los autóctono. Una de las técnicas de obtención más notables, a partir de una capa acuífera subterránea, son las galerías perforadas, y entre ellas el más complejo procedimiento de los qanat, de origen persa.
La fuerza hidráulica, junto con la aérea, fue conocida desde la Antigüedad, y constan tratados griegos traducidos al árabe, como el de Filón. Las aplicaciones prácticas de la fuerza hidráulica, para regar o mover, se desarrollaron en la Edad Media, y el papel de al-Ándalus se aprecia por arabismos como noria (naura) y aceña (as-saniya). El molino hidráulico, con ruedas y mazos, fue utilizado por los andalusíes para descascarillar arroz, moler cereales, machacar minerales, etc... y también para fabricar papel.
Parte de la exposición dedicada a la hidráulica y la agricultura |
El hecho más llamativo de esta agronomía aplicada es la introducción de una agricultura de regadío y, más específicamente, de huerta, intensiva, lo que supone una gran novedad y produce un enorme contraste con el período anterior. A las mejoras derivadas del regadío hay que sumar la introducción de nuevos cultivos y reintroducción de otros ya olvidados, junto a la intensificación del uso de la tierra mediante la reducción -y a veces supresión- del barbecho, con la consiguiente apareición en muchas zonas de una cosecha de verano antes inexistente.
Son numerosas las técnicas propuestas en los tratados andalusíes para las distintas fases del ciclo agrícola, algunas con posibilidad de aplicación en la actualidad:
- Labores previos: destaca la nivelación de tierra para preparar el terreno y facilitar su regadío y labranza, a la que sigue la fertilización del suelo por medio de las labores de roturación, reja y volteo.
- Fase de cultivo: las técnicas de inerjo, ampliamente desarrolladas en al-Ándalus y con algunas combinaciones sorprendentes, ponen de manifiesto el alto grado de conocimientos botánicos que poseían los agrónomos andalusíes; tienen una aplicación clara en la mejora y diversidad de especies cultivadas. Igualmente interesante resulta la polinización como técnica de propagación sexual.
- Abonos: los más utilizados son los de origen animal, entre los que se encuentra la palomina. Como los propios agrónomos adviertes, el uso de los procedentes de aves, ricos en nitratos, o de mantillos y estiércoles vegetales jóvenes, pueden transmitir enfermedades. También se recomiendan abonos compuestos a base de pajas, estiércoles y cenizas.
- Regadío: los progresos alcanzados en materia hidráulica y el aprovechamiento de los mismos fueron esenciales en el desarrollo de la nueva agricultura de al-Ándalus. Ello implica también una racionalización de este preciado recurso.
- Control de plagas: son muy interesantes y actuales determinadas técnicas de control de malas hierbas basadas en fenómenos de competencia: así, por ejemplo para luchar contra la grama y otras herbas nocivas se siembran altramuces y despues se entierran, fundamentos de la moderna Malherbología. También se recogen algunas que hoy llamaríamos de control fitosanitario; otras aparentemente de tipo mágico, tienen en la actualidad una explicación razonada.
En definitiva, los paisajes agrícolas se enriquecieron considerablemente con la introducción y aclimatación de nuevas especies procedentes de diversas zonas del mundo islámico y la mejora y diversificación de las ya existentes. Entre las primeras presentan un especial interés: los cítricos (naranjo amargo, limonero, lima, azamboa o variedad de pomelo); algunas especies destinadas a usos industriales (morera, caña de azúcar, algodón, alheña), horto-frutícolas (berenjena, alcachofas, melón, sandía, etc) y otras como el arroz, el pistacho o la palmera datilera. En las segundas se amplían las variedades de cereales (trigo y mijo, especialmente), y frutales (manzanas, higos, peras, melocotones, membrillos, ciruelos). Especial atención se dedica a determinadas especies arbóreas (azufaifos) que hoy pueden considerarse poco habituales, pero "tradicionales", en el paisaje y cultura granadinos.
Como en el resto del mundo islámico medieval, la botánica se encuentra estrechamente vinculada con la medicina y farmacología, así como con la agronomía. "La Materia Médica" de Dioscórides será el punto de partida de las primeras obras redactadas en al-Ándalus. Teofrasto y Aristóteles son otros autores del mundo clásico que van a influir en el desarrollo de los conocimientos botánicos, auqnue en una proporción mucho más reducida y a nivel más bien filosófico. Por último, Abu Hanifa al-Dinawari será el referente en el aspecto filológico.
En un principio, los conocimientos botánicos quedaban enmarcados en los tratados farmacológicos, como es el caso de Ibn Ulyul, si bien y poco a poco van surgiendo algunas figuras que suponen un nuevo giro: la aparición de la botánica como una disciplina independiente, en torno a la cual se escribían varios tratados entre los que, sin duda, destaca la 'Umdat al-tabib fi ma'nfat al-nabat o Guía básica para los médicos en torno a las plantas.
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