Fachada de Comares

La estética de esta fachada monumental
debía ser impresionante: policromada como un tapiz
persa con los relieves y el alero dorado, donde las
puertas de bronce bruñido también parecería oro

Esta imponente fachada, muy restaurada
 entre finales del siglo XIX y principios del XX,
 merece un alto en el camino para contemplar
 y disfrutar su espléndida combinación
de proporciones, magnífico trazado
geométrico y decorativo, así
como su interesante programa caligráfico,
excelente antología en forma y
contenido de los mensajes epigráficos
 esenciales de la Alhambra de Mohammed V

Marcando la separación entre el ámbito público y el privado, la Fachada de Comares es una concepción arquitectónica excepcional y cuenta con una decoración integral única que marca probablemente el cénit del arte nazarí, una obra capital del arte islámico de todos los tiempos. La Fachada de Comares fue, desde el principio, muy innovadora: un cuadrado base define toda la fachada y sus diagonales se utilizan para poner las puertas. Las proporciones son cordobesas. Según Álvaro Martínez, "Aquí no hay ni una sola proporción áurea, como se ha dicho tantas veces".

Construcción geométrica de la proporción cordobesa


De izquierda a derecha, y de arriba a abajo: 1. Diseño de la
fachada de Comares con cuadrados y cordobesas (las puertas
colocadas según diagonales del cuadrado total); 2. Alineación
vertical de la fachada (los 11 medallones con el escudo nazarí
siguen esta alineación); 3. Convergencia de dovelas al baricentro
de las puertas de acceso



La Fachada de Comares se encuentra en
el Patio del Mexuar o del Cuarto Dorado que
erróneamente se le ha llamado de la Mezquita
hasta época reciente y sirve de enlace
entre ambos palacios: Palacio del Mexuar y
Palacio de Comares

La Fachada de Comares, una de las más decoradas de toda la Alhambra, fue construida en un momento crucial del reinado de Mohammed V que tras recuperar el trono en 1362 y habiendo perdido a su gran aliado el rey Pedro I de Castilla quien es asesinado en 1369 (curiosamente esta fachada recuerda a la del Alcázar de Sevilla, construida en este mismo tiempo por el monarca castellano), emprende varias campañas militares de gran éxito entre 1367 y 1369 sobre Iznájar, Burgo, Algarinejo, Priego, Jaén, Úbeda, Baeza y Osuna entre otras que terminaron con la toma de Algeciras el 30 de julio de 1369, la que se considera la última gran victoria de los hispanomusulmanes en la Península Ibérica. Algeciras (al-Yazirat al-Jadra) era una plaza importante para el control estratégico del estrecho de Gibraltar, tanto desde el punto de vista militar como comercial.


Hay quien ha visto influencias
entre esta fachada de los Alcázares
Reales de Sevilla y la Fachada de
Comares

Para conmemorar estas acciones, el monarca nazarí manda construir esta y otras obras al tiempo que se agudiza la ruptura entre Mohammed V y su primer ministro y máximo responsable del Estado -tras el rey- Ibn al-Jatib, quien termina huyendo de Granada a finales de 1370 al mismo tiempo que su antiguo discípulo y protegido, Ibn Zamrak se consigue el máximo favor regio: el cargo de Du l-wizaratayn (Doble visirato) y con las responsabilidades poéticas aúlicas.

Nueve metros es la altura aproximada
que alcanza la fachada del palacio y 
8,9 metros de anchura

El alero de madera que remata la fachada
servía resguardar al monarca, que, sentado
en su trono en lo alto de la escalinata, 
ocasionalmente recibía en audiencia a
los súbditos congregados en el patio

Ligeramente levantada hacia fuera, a modo de visera,
la estructura de madera resalta la belleza del conjunto,
al mismo tiempo que funciona como elemento protector

Los alicatados que enmarcan las puertas
presentan una trama de cintas entrelazadas
 en la que, al igual que sucede en las yeserías,
 se integran escudos y lemas nazaríes,
elementos que subrayan el simbolismo del espacio 

Con un interesante programa caligráfico, mezclado con una excelente antología de mensajes epigráficos en forma y contenido, esenciales en la Alhambra de Mohammed V, se presume que Ibn Zamrak aunque no se recoge en su Diwan en esta rima "qu" de metro ramal:
"Mi posición es una corona, mi puerta la frente: 
en mí al Occidente envidia el Oriente  
Al-Gani bi-Llah me ha encomendado 
que con premura abra a la victoria que llama,  
pues aguardando estoy a que él aparezca  
como el horizonte a la mañana revela,
  
¡Hizo Dios tan buena su obra 
como buenos son su carácter y su figura!" 
Este poema está gradado en el arrocabe de un amplio alero inclinado y de madera de finísima labor de ebanistería, apoyado en largos canecillos, y a continuación bajo una cornisa de mocárabes (que se convierten en recónditos lugares para inscribir oraciones protectoras y bienhechoras del lugar); un poema donde cada verso se inscribe en una de las cuatro cartelas separadas por conchas. Según el investigador Fernández-Puertas, el poema estaba pintado en blanco con perfil negro sobre fondo almagra y con flora y tallos en espiral en dorado. El poema de Ibn Zamrak hace hablar a la fachada en primera persona, siguiendo el género fajr de autoestima o vanagloria aplicado a la arquitectura, defendiendo al alero como un símbolo regio de la corona que preside la entrada, es decir, una metáfora que lleva implícitos los conceptos de material precioso y brillo de la diadema real, unidos a la elevación espacial y espiritual.

El alero de madera, de finísima labor de ebanistería, se apoya en un
friso del mismo material. Su talla es considerada por casi todos los
autores como una obra cumbre de la carpintería hispano-musulmana

Tras eliminar en el siglo XIX
las galerías de madera que
unían las dos fachadas encontradas
del Patio del Cuarto Dorado, se
conservan restos de la escalera de
caracol que subía a la tribuna del Mexuar


De hecho, la Fachada de Comares está elevada también, se encuentra sobre una grada con tres peldaños de mármol blanco, y su decoración de atauriques se presenta en orden creciente de abajo a arriba, tal vez se hace en recuerdo a la superposición de sus órdenes clásicos, representando la culminación nazarí del sistema proporcional, aplicado a la composición decorativa. Completan el decorado numerosas inscripciones -cúficas las bajas y cursivas las altas- de alabanza a Dios y a Mohammed V, repitiéndose varias veces el lema real nazarí "Sólo Dios es vencedor". La carga alegórica de esta impresionante fachada se acentúa por la sura del Trono.


En el centro del Cuarto Dorado, en una posición privilegiada, se sentaba
el rey como protagonista en una escenificación del poder en un trono,
una silla portable repujada de tarcea conservada en el Museo de La Alhambra; aquí el mismísimo monarca, acompañado por sus consejeros 
y principales miembros de su familia, celebraba audiencias públicas,
 recibiendo a los súbditos que lo solicitaban que quedaban impresionados
 e intimidados por todo este contexto


Alrededor del vano la ventana central del piso superior, se inscribe la aleya o sura del Trono (ayat al-Kursi), que en esta fachada viene antecedida on las mismas fórmulas piadosas que la inscripción coránica de la Puerta del Vino (introducción profiláctica, basmala y una variante más reducida de la tasliya), es una de las más intensas celebraciones de la soberanía divina presentes en el Corán:

"Dios me proteja de Satanás lapidado. En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso, Dios bendiga y salve a nuestro señor y dueño Mohammad (el Profeta). ¡Dios! No hay más dios que Él, el Viviente, el Subsistente. Ni la somnolencia ni el sueño se apoderan de Él. Suyo es lo que hay en los cielos y en la tierra. ¿Quién podrá interceder ante Él si no es con Su permiso? Conoce su pasado y su futuro, mientras que ellos no abarcan nada de Su ciencia, excepto lo que Él quiere. Su Trono se extiende sobre los cielos y sobre la tierra y su conservación no le resulta onerosa. Él es el Altísimo, el Grandioso."
Esta aleya es citada por toda clase de teólogos y exégetas y muy interpretada por los comentaristas del Corán, empleada incluso como amuleto. La aleya comienza con el recordatorio del dogma más importante del Islam, el tawhid o absoluta Unicidad Divina (el compasivo, el misericordioso), del mismo modo que manifiesta la omnipotencia divina sobre los cielos y la tierra, otorgando al umbral de la Fachada de Comares la solemnidad del texto sagrado, proclamando la mayestática entronización divina sobre el Universo.

Vista de la Fachada de Comares desde arriba
gracias a la detallada maqueta realizada por 
GRAFEMA Diseño y Construcción que se
expone en la Torre de la Calahorra, Córdoba



La ubicación de esta aleya del Trono (ayat al-Kursi) en el centro de la Fachada de Comares enriquece los signos monárquicos de los reyes nazaríes con los signos de la potestad divina al mismo tiempo que esta obra arquitectónica exalta la religión islámica.

Inscrita en el yeso del baño central se encuentra el poema
y la aleya que proclaman respectivamente la soberanía
monárquica y la divina con un nutrido juego de imágenes,
mientras que en los ajimeces y los paneles adyacentes
hay otras inscripciones con la divisa
nazarí, escudos y alabanzas a Dios.

Tanto el poema como la aleya proclaman respectivamente la soberanía monárquica y divina con un nutrido juego de imagenes. Todo el muro se cubre de preciosos adornos, marcando la separación de los dos pisos por una ancha faja con labor de guirnaldas que ciñen medallones con escudos en el centro.


Los capiteles pre nazaríes de tradición Almohade -conocidos
como "de asa", por las formas triangulares salientes bajo los
ábacos

Prácticamente toda la fachada está recubierta
 por yeserlas, aunque en la decoración 
también desempeñan un papel importante
 los alicatados; los que recubren el tramo 
inferior del muro están formados por 
piezas cuadradas de colores como las 
que se pueden ver en el Cuarto Dorado, 
reforzando así la unidad estilística del patio

En la fachada se abren dos puertas rodeadas de alicatado sobre zócalos de cerámica, rematadas con dinteles de yeso adovelados y separadas entre sí por un paño de yesería labrada. Encima hay dos ventanas gemelas con arcos peraltados de festón y otra simple en medio, más pequeña, con arquillo lobulado rodeado de inscripción coránica de la que hablaré a continuación. Todas estas ventanas corresponden a una habitación que contaba con una entrada por otra del Salón de Comares, estancias privadas y donde por medio de celosías se podía observar a palacio sin ser visto.

Los primitivos alicatados se conservan por encima del dintel de las
puertas; fueron continuados en estuco moderno a lo largo de las jambas
hasta el zócalo también restaurado

Muy restaurada en los siglos XIX 
y XX cuenta con un trazado geométrico 
y decorativo magnífico 

En cuanto a las puertas de madera, sólo una de ellas, la de la derecha, conserva una hoja original que fue desmontada y trasladada al Museo de La Alhambra a comienzos del siglo XIX para ser restaurada. En 1924 se volvió a colocar en su lugar junto a una reproducción de la misma en madera de álamo chapada en hierro.

¿Porqué dos puertas en la fachada? ¿Dónde daban acceso? Si te fijas, las dos puertas son exactamente iguales, diseñadas así para confundir a un posible asaltante. La puerta de la derecha de la fachada de Comares conduciría a una especie de zaguán posterior a la conquista. En tiempos nazaríes comunicaría con el área de servicio del Palacio. La de la izquierda da a una pequeña habitación, y al pasillo acodado para la guardia, al final del cual se llega al Patio de los Arrayanes o de Comares. Las puertas abrían en sentido contrario para que la guardia estuviera protegida en su interior y pudiera controlar los accesos e imposibilitar el paso a las dependencias reales o impedir evadirse de ellas

Detrás de un estrecho pasadizo del patio interior del Cuarto Dorado,
y sólo a través de una pequeña puerta que permite el acceso de
uno en uno, se puede entrar en el patio ofreciendo una zona
de seguridad a un espacio utilizado para esplendorosas
ceremonias palaciegas de la Corte nazarí, y de ahí
al Palacio de Comares, centro de la vida cortesana


Al acceder por la puerta de la izquierda se atraviesa un triple recodo que cuenta con bancos para la guardia y donde se puede admirar pequeñas techumbres con variedad de motivos y policromía. Estos techos conforman la labor denominada ataujerado, que integra lacería, cintas y piezas geométricas clavadas en un tablero fijado bajo el techo como muestra el ejemplo de este acceso al Palacio de Comares, tras la fachada.


Las techumbres de madera de la
arquitectura palatina nazarí son
elementos de gran importancia
simbólica y decorativa


Especialmente llamativa es la
primera techumbre, cuadrada
y con una estrella de dieciséis
puntas corriendo caracteres
latinos (con inscripción alusiva
a los Reyes Católicos)
por su arrocabe dorado
entre 1496 y 1497

Este tipo de entrada con recodo es característica de la tradición islámica y cubre una necesidad defensiva y otra de privacidad frente a una entrada recta que permitía apreciar el interior desde fuera. Además, los pasillos en recodo y el acceder por un rincón o un lateral al continuo Patio de los Arrayanes crean en el visitante la sensación de inestabilidad, la búsqueda del equilibrio, reposando para contemplar y comprender mejor la sutileza de la construcción, un estallido de luz que te acompaña al salir al patio.

Con este tipo de entrada se guardaba
recelosamente la vida en el interior
del palacio

La entrada al Palacio de Comares
discurre por un pasadizo sin luz
directa, en ascenso y doble recodo,
con puertas que abrían en sentido contrario




Comentarios

  1. Buenos días. Bonito artículo, del que reconozco algunos pasajes sacados de La Alhambra de Cerca (supongo que es inevitable...). Solo un apunte: el texto del poema del arrocabe, de Ibn Zamrak, está desorganizado, porque se ha copiado malinterpretando la división en hemistiquios del original. El orden de versos correcto (respecto al que aparece aquí) es 1-5-2-6-3-7-4-8 (porque el 5, 6, 7 y 8 son las segundas partes del 1, 2, 3 y 4). Si se corrije, quedará más claro el significado. Un saludo cordial.

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    1. Buenos días Migueloto. Muchas gracias por la corrección, efectivamente estaban desordeandos. Así es, La Alhambra de Cerca es muy buen libro, de hecho uno de los primeros que tuve y leí sobre La Alhambra. También te recomiendo, sino lo conoces, el libro Leer La Alhambra de José Miguel Puerta Vílchez, muy completo y que profundiza sobre las inscripciones, arquitectura y arte nazarí del monumento. Un saludo

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    2. Ahora está perfecto. Conozco perfectamente ambos libros, porque he tenido el privilegio (¡y la tarea!) de maquetarlos los dos. Un saludo.

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    3. Que suerte! Pues muy buen trabajo, son de mis favoritos :) Enhorabuena!

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