Salón Neonazarí del Palacete Huerto Ruano (Lorca, Murcia)
En el interior de la Villa palaciega destaca el Salón de Reuniones, de inspiración neonazarí, con arcos, azulejos y yesería policromada |
El techo, la cornisa y las franjas de las paredes incluyen relieves que simulan yeserías coloristas tan propias del estilo ornamental neonazarí |
De todo el conjunto del salón neonazarí, el suelo es lo que tal vez más se aleje del estilo granadino andalusí |
Actualmente, Huerto Ruano, es uno de los espacios culturales y expositivos municipales más singulares de Lorca |
Paneles compuestos por palmetas dobles, piñas, veneras y elementos geométricos que en ocasiones actúan como marcos de las mismas |
La puerta de acceso principal es de madera de preciosa talla |
El proyecto fue diseñado por el arquitecto lorquino Francisco Navarro Alcaraz. Mientras que la construcción fue dirigida por el maestro de obras Juan Gil. Las obras se concluyeron en 1879, aunque las decoraciones interiores no concluyeron hasta el año 1890. Su estilo corresponde a un eclecticismo muy acorde con la línea general europea de esta época de la Restauración.
A la puerta principal se llega a través de una escalinata de mármol con balaustrada |
El exterior del inmueble está rodeado por una verja de hierro, con una puerta entre dos pilares de cantería que sustentan las esculturas de la Industria y la Agricultura |
El edificio de planta cuadrada cuenta con tres plantas (semisótano, baja y primera), con dos torres de planta octogonal en los extremos del cuerpo central, coronadas por chapiteles y de tres pisos de altura (un piso más que el edificio debido a un ático de escasas dimensiones, en cuyo muro se abren pequeñas ventanas adinteladas de forma cuadrangular). El piso superior cuenta con un gran balcón central realizado en forja que cierra tres ventanales, acompañados por otros dos balcones pero de menor tamaño. Por puertas, ventanas y balcones con recercados de piedra, al igual que por recuadros y el friso superior, se distribuye una decoración a base de grutescos, mascarones, palmetas, roleos y otros estilizados motivos vegetales.
La fachada de la planta baja es de sillería, mientras que la planta superior está realizada en mampostería, con un enfoscado que simula el uso de ladrillos de aparejo isódomo |
El interior cuenta con un vestíbulo generoso con una amplia, sobria y elegante escalera imperial, situada en el eje de la fachada, con barandillas realizadas en bronce y balaustradas de cristal procedentes de la conocida fábrica Valarino de Cartagena.
Pinturas de la entrada del palacete que representan las actividades liberales, industria, comercio, agricultura, etc por el pintor de origen cubano, Manuel Ussel de Guimbarda |
Pinturas del hueco de la escalera que representan las Cuatro Estaciones del aloe por Manuel Wssel de Guimbarda (1833-1907) |
La Fábrica de cristal y vidrio de Santa Lucía estuvo operativa desde 1834 hasta su clausura en 1955 |
Del interior destaca esta sala de fumadores de estilo neonazarí, con molduras de cerámica y cartón policromadas, un exotismo tan del gusto de la sociedad burguesa de la época. El imperante gusto por lo romántico y su evocación, junto a lo pintoresco, destacando el gusto por lo oriental y orientalizante, que en la arquitectura europea no será un modo decorativo muy extendido y que pasará en moda al no tener tradición anterior allí, pero que en el caso de España, por su singular historia, la distingue del resto del continente.
Techo de cerámica del salón de estilo neonazarí |
Atauriques neonazaríes que circunvalan el techo |
Azulejería del zócalo de la sala |
La puerta está recubierta en su interior con pasta pintada que guarda armonía con el estilo que preside la habitación |
Esta sala està inspirada en la Alhambra de Granada, muy rica ornamentalmente en los paños de la pared y atauriques que circunvalan el techo. De la estancia desapareció la chimenea que presidía la sala. La decoración cuenta con arcos de herradura, arcos polilobulados, azulejería, yeserías de cartón prensado policromadas situados en las paredes y colocados en distintas fases, etc.
El palacete cuenta también con otros salones destacados como la sala de baile de la planta superior o el salón de billar en la planta inferior izquierda, con techos también decorados en estilo neonazarí.
Techo neonazarí que decoraba la sala de billar |
A comienzos del siglo XX, la situación financiera de la familia Ruano pasó por dificultades y en el mismo mes del fallecimiento de Raimundo, en abril de 1904, el Clydesdale Bank Limited de Glasgow le reclamaba judicialmente 389.740 pesetas, por lo que tuvieron que poner en subasta pública varías fincas de su propiedad, incluida la vivienda familiar de la calle Duque Príncipe de Espartero, valorada en 150.000 pesetas.
Los muebles del salón árabe estaban incluidos en la venta del edificio a Simón Mellado, abogado, alcalde de Lorca, diputado a Cortes y jefe del partido conservador en Lorca en 1917 |
Simón Mellado poco pudo disfrutar de su nueva residencia pues falleció en julio de 1917 en Madrid, trasladándose sus restos a Lorca e instalando su capilla ardiente en el salón árabe |
Por el año 1906 se ubica en el Palacio Ruano la nueva sucursal del Banco de Cartagena (en la sala de billar y el salón neonazarí se ubicó la dirección, y en la sala de la derecha del zaguán, que correspondía al comedor, quedó alojada la caja). El edificio fue vendido en 1915 a Simón Mellado Benítez, alcalde de Lorca y posteriormente lo adquiere la familia Cachá. Es en 1925 cuando el arquitecto modernista, Victor Beltrí reformó el edificio configurando una nueva forma. La viuda de Simón Mellado, Consuelo Pascual Gimeno residió hasta marzo de 1931 en el palacete hasta que el n 1931 la adquirió Jacobina Espinar Cachá, esposa de Francisco Cachá Cachá. Durante la Guerra Civil fue sede de la comandancia militar y del Socorro Rojo Internacional y a partir de marzo de 1939 de ma Jefatura de Orden Publico. En las décadas de 1980 y 1990 cayó en el abandono y el deterioro. Se declaró Bien de Interés Cultural en 1993, es de propiedad municipal y en la actualidad se utiliza como museo y para exposiciones. En definitiva, es una suerte que se conserve este ejemplo de la expansión urbana de Lorca en el siglo XIX y del auge de la ciudad.
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