Biografías: Zorayda y sus hijos Saad y Nasr
![]() |
Esta fachada en Valladolid, actual Fundación Miguel Delibes, fue la residencia de los descendientes de la estirpe que surgió de la relación entre Muley Hacén y Soraya |
Soraya o Zorayda nació sobre el año 1460 con el nombre de Isabel de Solís. Su padre era Don Sancho Jiménez de Solís, Caballero de la Orden de Calatrava, Alcaide Comendador de la población de La Peña de Martos y Alcalde del Castillo de Higuera de Martos (actualmente Higuera de Calatrava).
En la mañana del domingo 29 de septiembre de 1471, día de San Miguel Arcángel, las tropas granadinas atacaron y saquearon la población y el Castillo de Higuera de Martos. Así lo relató el Condestable de Castilla Don Miguel Lucas de Iranzo en una carta fechada el 15 de octubre de 1471, enviada a Roma y dirigida al Papa Sixto IV, solicitando limosna para la defensa de Jaén contra los musulmanes e indulgencia plenaria para los soldados que alistase para vengar lo ocurrido:
“El rey de Granada Muley Hacén mando una columna de tres mil caballos aprovechando las discordias entre algunos sectores de la frontera del Reino de Jaén para así entrar en la zona de la Orden de Calatrava con el consentimiento del conde de Cabra y del de Alcaudete. Amanecieron los moros sobre los pueblos de la Higuera y Santiago. Ambos fueron quemados y sus habitantes asesinados o hevados como esclavos a Granada sin que la guarnición que en el castillo de la Higuera había pudiera hacer nada para evitarlo. Los vecinos fueron sorprendidos en sus camas por ser domingo y, despertados por el fuego del incendio, muchos se quemaron en sus casas y otros caían en las armas de los moros intentando huir, los moros forzaron y violaron a las mujeres, y maltrataron y mataron a los hombres, ancianos y niños. También entraron en la iglesia, y en ella asesinaron a un cura que estaba cantando misa en una capilla y a un fraile que se encontraba en la sacristía, acuchillaron las santas imágenes, deshonraron el crucifijo, quemaron la figura de Nuestra Señora y cometieron otras muchas blasfemias en el templo sagrado. Fueron saqueadas y quemadas todas las haciendas y ganados que había en los pueblos y sólo en Higuera se salvaron unos pocos vecinos que se hicieron fuertes en la Torre de su castillo. Se estimaba que serían unos 400 los prisioneros que se llevaron los moros y posiblemente más los asesinados en total”.
Isabel de Solís fue capturada y llevada al harén real de la Alhambra como un valioso botín donde fue conocida con el nombre de Soraya o “Lucero del Alba” (Turayyä, “las Pléyades”). Pero ocurrió que el rey Muley Hacén, a sus 38 años se enamoró a primera vista de la joven que sólo contaba con trece años de edad. Esto propició los celos de Aixa, la esposa del monarca nazarí, que despreciaba y humillaba a la prisionera cristiana. Para protegerla de las intrigas y envidias de la corte, el rey confinó a Soraya en la Torre de la Cautiva mientras que repudió a su esposa Aixa y a los hijos que había tenido con ella, incluido el heredero al trono, Boabdil.
El siguiente paso del rey fue desposar a Soraya, con quien tendría dos hijos varones: Nasr ben Ali (nacido en 1476) y Saad ben Alí (nacido en 1478). Entonces Soraya se obsesionó en conseguir que su hijo primogénito sustituyera a Boabdil en los derechos dinásticos a la corona nazarí, lo que daría comienzo a una lucha interna en el Reino de Granada.
Por otro, el bando de Muley Hacén, apoyado por su hermano Zagal y los zegríes. Por otro Aixa, que junto a su hijo Boabdil, habían encontrado refugio en el cercano barrio del Albaicín, en el palacio de Dar al-Horra. Desde allí, con esfuerzo y tenacidad y apoyada por la poderosa familia de los Abencerrajes, lucharía por arrebatarle el poder a Muley Hacén en favor de la legitimidad de Boabdil.
A esto se sumaron los ataques de los Reyes Católicos que poco a poco desmembraban el Reino de Granada que se encontraba sumido en una guerra dinástica interna. Antes de que el conflicto se resolviera, Muley Hacén murió, y su hermano El Zagal pasaría a encabezar el bando contrario a los intereses de su sobrino Boabdil. Pero cuando El Zagal fue derrotado definitivamente por los cristianos en 1490, una facción de la sociedad granadina enemiga de Boabdil intentó entronizar al primogénito de Soraya y de Muley Hacén. Enterado de estas circunstancias y anticipándose a lo que pudiera ocurrir, Fernando El Católico consiguió que los dos hijos de Soraya fueran deportados desde Andarax a Sevilla en marzo de ese mismo año, a cambio de diversos regalos y una asignación de doscientos cincuenta mil maravedíes para cada uno según consta en el registro de cuentas del tesorero real Gonzalo de Baeza. Más tarde, ambos hermanos (quienes contaban ya con catorce y doce años) serían enviados a Córdoba y aposentados en los Reales Alcázares.
Finalmente, el reino nazarí de Granada caería en el año 1492. Tanto Soraya como sus dos hijos recibieron el respeto y la consideración de Boabdil. En las Capitulaciones de la entrega de Granada, hay una cláusula especial para ella y sus hijos, en la que se reconocen sus derechos y privilegios, así como sus propiedades, entre ellas las tahas de Órgiva y Jubiles que Boabdil cedió generosamente a sus hermanos, por los que nunca mostró resentimiento ni odio.
Sin embargo todo fue incautado por los Reyes Católicos y distribuido como recompensa a los vasallos que se habían destacado por su valor en la guerra. A cambio y como compensación le fue asignada una retribución diaria que abonaría “el administrador de los bienes confiscados a los musulmanes por la Inquisición en Córdoba”, ciudad en la que oficialmente vivía Zoraya según recogen documentos conservados en el Archivo General de Simancas. Este importe sería suficiente para que vivieran con holgura, pero solo lo cobró unos meses. En una carta fechada el 8 de agosto de 1494 Soraya denunciaba que no había cobrado nada desde hacía un año e indicando textualmente: “debido a ello, la otrora princesa se hallaba en tal estado de pobreza que agora es incapaz de mantenerse a sí misma”. También otra carta de fecha 24 de julio del mismo año, escrita por un escribano (ella no sabía escribir según lo reflejado en un poder notarial fechado en Sevilla el 23 de marzo de 1501 que ella no pudo firmar “alegando que no sabía escribir”), en la que reclamaba: “le sean devueltas diversas propiedades que Boabdil le había incautado injustamente, ya que el antiguo sultán había embarcado al exilio”. Desde Córdoba, Soraya solicitaba el amparo de los Reyes Católicos para educar a sus hijos con la esperanza de conseguirles una buena herencia. Demandó inútilmente durante muchos años a los funcionarios de la Inquisición para que se cumplieran las promesas de los reyes cristianos, pero no obtuvo resultados hasta que fue convencida por Francisco Jiménez de Cisneros, el arzobispo de Toledo que había llegado a Granada con la misión de acelerar y aumentar las conversiones de los mudéjares, para que tornase a sus antiguas creencias católicas. Se buscaba que tras su conversión, nobles y potentados musulmanes granadinos que habían permanecido fieles hasta ese momento al Islam, siguieran los pasos de Soraya, y a cambio, como prometían los Reyes Católicos, mantendrían todas sus propiedades y prebendas.
En el año 1500 se organizó el acto. Una comitiva salió del Convento de San Francisco Casa Grande sito en la antigua judería, y llegó hasta la iglesia de San Juan de los Reyes donde aguardaban los monarcas Fernando e Isabel. La procesión estuvo encabezada por el propio Cisneros, tras el cual marchaban el deán de la catedral granadina, los diáconos y capellanes de la ciudad y los priores y superiores de monasterios y conventos masculinos, acompañados por frailes de sus órdenes. Además media docena de cristianos llevaban a hombros sobre unas andas, la imagen de la Virgen de la Antigua, una antigua advocación mariana de amplia tradición en León y Sevilla, considerada como milagrosa y nombrada patrona de Granada tras la toma de la ciudad (a la figura de estilo gótico con influencias bizantinas que sostenía a un Niño Jesús en su brazo izquierdo, se le había sustituido la original rosa que mantenía en su mano, por el fruto de una granada). Tras las angarillas, marcharon Soraya, sus hijos y los catecúmenos que iban a recibir el sacramento del bautismo. Cientos de personas, con hachones y velas encendidas, acompañaro a los religiosos, muchos de los cuales caminaban descalzos en señal de penitencia mientras que un murmullo de avemarías, padrenuestros y salves resonaron en las calles, junto a cánticos sacros entonados por coros de adolescentes. Las campanas de las iglesias de San Juan de los Reyes y San José, la antigua mezquita de Almurabidín, tañeron en señal de acción gracias.
Soraya retomaría su anterior nombre y se la conocería como Isabel de Granada y para la ocasión, la reina Isabel le regaló ese día nuevos trajes de cristiana para que dejara atrás sus atuendos musulmanes. También sus hijos Saad y Nars, los vástagos menores del difunto Muley Hacén, abrazarían la fe de Cristo, recibiendo el sacramento de manos del propio Cardenal Cisneros, actuando como padrinos los monarcas católicos en persona. Los jóvenes tomarían los nombres de Juan (Nasr) y Fernando (Saad) de Granada respectivamente, recibiendo como regalo de bautismo haciendas y heredades en tierras gallegas que les permitirían vivir holgadamente el resto de sus vidas, además de conservar el título de Infantes.
Soraya o Isabel de Solís, una vez cristianizada de nuevo, cambiaría su domicilio a Sevilla, en el callejón de San Miguel. Su renta se incrementaría, esta vez a cargo de la corona directamente, hasta la cantidad de ciento cincuenta mil maravedíes anuales. Moriría en Sevilla, en la primavera de 1507, con 47 años.
El primogénito, Nasr o don Juan de Granada casó con doña Beatriz de Sandoval, hija del conde de Castro y, tras enviudar, casó de nuevo con Doña María de Toledo y Monzón. Don Juan tuvo un feliz matrimonio del que hubo descendientes, legítimos y bastardos, que enlazaron con las familias más nobles de España. El secretario de los Reyes Católicos, D. Hernando de Baeza, en una carta dirigida a sus majestades con fecha 18 de septiembre de 1493, decía de Juan de Granada que “dicho infante permanecía con su manceba musulmana sin oír misa ni vísperas a pesar de su conversión”. Así los duques de Granada, establecidos en Valladolid, conservaron la estirpe y el linaje de Muley Hacén y la hermosa Soraya; en su escudo de armas figuran dos granadas en campo azul con el emblema de la dinastía Nazarí. Juan murió a la edad de 65 años y fue enterrado en el monasterio de Nuestra Señora del Prado (Valladolid).
![]() |
Iglesia del Monasterio vallisoletano de Nuestra Señora del Prado |
Juan tuvo un hijo llamado Bernardino de Granada y Sandoval, casado con Cecilia de Mendoza. Este matrimonio habitó las casas principales (en las que se estableció mayorazgo) que habían pertenecido a Juan y Fernando en el aristocrático barrio de San Martín, en Valladolid. Igualmente había otras casas cercanas, propiedad de la familia, que daban a la corredera de San Pablo (hoy calle de las Angustias) y que se comunicaban con las principales por la parte trasera. Bernardino tuvo a su vez dos hijos, Juan y Hernando de Granada y Mendoza, correspondiéndole al primero el mayorazgo y con ello las casas principales, es decir la denominada hoy como casa Revilla, preocupándose en mantener la casa en perfecto estado contratando incluso un jardinero para el vergel y huerta. A la muerte de ambos hermanos, el mayorazgo recayó en Luis de Alencastre, I comendador mayor de la Orden de Avís en Portugal y esposo de Magdalena de Granada y Sandoval, tía de los hermanos difuntos, vendiéndola a Luis de Mercado, señor de la villa de Santa Cecilia y miembro del Consejo Supremo de Hacienda y alcalde del crimen de la Chancillería de Valladolid. Con esta venta la propiedad dejó de pertenecer a los Granada y pasó a otros propietarios ajenos a la familia de origen.
![]() |
Los primeros propietarios de la casa Revilla en la calle Torrecilla n.º 5 (Valladolid) —llamada en la época calle de Santa Clara—, con vuelta a la calle de Fray Luis de Granada —anteriormente calle de la Ceniza— fueron los infantes de Granada, Juan y Hernando, hermanastros del rey Boabdil |
Por su parte, el hijo menor del viejo rey nazarí y Soraya, Saad, tras ser bautizado con el nombre de Don Fernando de Granada, se casó con una de las damas más ilustres de España, prima hermana de la anterior, doña Mencía de Sandoval y de la Vega, señora de Tordehumos (Valladolid) y Guardo (Palencia) además de, según el padre jesuita Don Juan de Villafañé, también era bisnieta del primer duque del Infantado. Tantos honores no evitaron que don Fernando fuera muy desgraciado en su matrimonio por el carácter de doña Mencía, cuyas costumbres eran licenciosas, pero además las malas lenguas insinuaban que a Fernando de Granada se le iban las manos y los ojos tras los zagales. Don Fernando murió sin descendencia en Burgos por el mes de marzo de 1512 a la edad de 36 años. El jurista e historiador Galíndez de Carvajal escribió en ese momento: "En marzo de este año 1512, falleció en Burgos el Infante Fernando de Granada, hermano del rey Boabdil y del Infante Juan de Granada, hijos del rey Muley Hacén. Don Fernando era persona valerosa y ha muerto de pesadumbre por los disgustos y amarguras que le causó su esposa doña Mencía de Sandoval, hija de don Diego, que fue ahorcado en el Prado de Madrid en el año 1495 por sus maldades. La doña Mencía fue señora de costumbres livianas y se casó cuatro veces. La primera con don Pedro de Mendoza, hijo del duque del Infantado. La segunda con don Bernardino Quiñones, conde de Luna, el cual tuvo grandes desafíos con el marqués de Astorga por fundados celos. La tercera con don Fernando de Mendoza, hijo del Gran Cardenal. Y la cuarta con el Infante don Fernando de Granada. Y se dice que el dicho Infante murió de los enojos que de ella recibió.” Posteriormente recibió también sepultura en el mismo monasterio vallisoletano.
La relación de los hijos de Muley Hacén y Soraya con el primer obispo de Granada, quien fuera confesor y consejero personal de la reina Isabel La Católica, Hernando de Talavera, es fundamental para entender que terminaran en Valladolid, ya que este fue monje de la Orden de San Jerónimo, y prior del Monasterio de Nuestra Señora del Prado en Valladolid. Y es allí, precisamente, en la Capilla Mayor de la iglesia conventual donde reposan los restos mortales de ambos príncipes nazaríes e infantes castellanos.
Comentarios
Publicar un comentario