Batalla de la Higueruela

Sierra Elvira fue el lugar donde se desarrolló la Batalla de la
Higueruela el 1 de julio de 1431, donde las tropas cristianas vencieron a las de Mohammed IX

El rey de Castilla, Juan II, aprovechando las divisiones internas en la lucha por el trono de Granada entre Mohammed IX "el izquierdo" y el bando de los Abencerrajes y Abenalmao apoyado por la familia Bannigas (cristianizados como la aristocrática familia de los Venegas), dispuso una expedición cristina en los primeros días de junio de 1431 que se dirigiría a la Vega de Granada.

En la Sala de batallas del Monasterio de El Escorial, Felipe II
encargó  realizar un fresco representando la Batalla de la Higueruela

Desde Córdoba, Don Pedro Venegas, cuñado de Abenalmao, salió para avisarle que los castellanos le apoyaban contra su enemigo en su camino a convertirse en rey de Granada, y que debía salir de la ciudad junto con sus partidarios sigilosamente para incorporarse a las huestes cristianas.

A continuación, el ejército de Don Juan II salió de Córdoba, incorporándose Don Álvaro de Luna, condestable de Castilla (máximo representante del Rey en ausencia del mismo) por el camino, junto con sus caballeros y obispos. Cerca de Alcaudete descansaron y organizaron las tropas:
  • Don Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro, se dirigió con su unidad a los Alrededores de Montefrío, donde quemaron mieses, alquerías y bosques.
  • Don Pedro Ponce de León, conde de Medellín, se quedó en Alcalá la Real con la misión de proteger las provisiones que llegasen desde Córdoba, así como mantener seguro el camino de regreso a Castilla.
  • Don Diego de Rivera y Don Juan Ramírez de Guzmán, comendador mayor de Calatrava, explorarían el camino que el grueso del ejército debía seguir.
  • Don Álvaro de Luna, como máximo mando del ejército, conduciría a la vanguardia del ejército descendiendo la Sierra de Parapanda para asentar el real castellano -es decir, el campamento- en un lugar cercano a la actual Maracena.

El real o campamento castellano se instaló en las proximidades del municipio
actual de Maracena para trasladarlo posteriormente a las faldas de Sierra Elvira

Estos movimientos no pasaron desapercibidos entre los hispanomusulmanes del Reino nazarí de Granada, que llegados de todos los rincones, se dispusieron a defender la capital. Unos llegaron de la Serranía de Ronda, otros de las tierras altas de Baza, otros de la Alpujarra y juntos, caballeros armados como el mejor cristiano y campesinos armados con sus aperos de labranza, estarían dispuestos a oponer resistencia.

Puerta de Elvira y visión de Granada en un detalle del fresco que representa la
Batalla de la Higueruela en 1431 en el Monasterio de El Escorial

Los artilleros cristianos, al mando de Juan de Silva y del conde de Cifuentes, derribaron la torre de Pinos Puente asegurando la retaguardia y el avance del real a las faldas de Sierra Elvira.

Fueron las tropas de Mohammed IX las que salieron al encuentro del enemigo

Una batalla campal como la de La Higueruela implicaba fijar un lugar y un momento predefinidos, delimitando las consecuencias políticas del resultado para vencedore y vencidos, y aunque la victoria de los castellanos fue menor comparada con otros triunfos, se consideró como un juicio divino, que apelaba a la justicia de Dios y legitimaba la causa del vencedor. Este tipo de enfrentamiento a campo abierto de dos grandes ejércitos encabezados por sus reyes era considerado como uno de los acontecimientos de mayor importancia en la vida de un rey y su reinado. Para los hispanomusulmanes granadinos estaba en cuestión la legitimización providencial de uno de los dos candidatos al trono de La Alhambra: Mohammed IX o Yusuf IV (aliado de los cristianos). Ambos monarcas se enfrentaban a campo abierto pero sin dejar una siembra de destrucción en el territorio prometido por los cristianos a Yusuf IV.

El 1 de julio de 1431 comenzaría la que se conocería como Batalla de la Higueruela. Un primer escuadrón de Mohammed IX (capitaneado por un caudillo que los castellanos le llamaban "el Cojo" salió a hacer frente a las fuerzas castellanas cerca del actual municipio de Peligros -al que los hispanomusulmanes llamaban Andar al Samal o Andarasemel-, representadas en un primer momento por los caballeros de Calatrava que pronto tuvieron que ser auxiliados por los condes de Niebla, Ledesma y Castañeda con dos mil caballos, por lo que finalmente vencieron en una encarnizada contienda.

Al verse derrotados, los supervivientes hispanomusulmanes de la batalla
huyeron buscando refugio donde pudieron aunque fueron perseguidos y
masacrados por las fuerzas castellanas del rey Juan II

El lado nazarí intentó replegarse en orden, pero la caballería cristiana lo imposibilito, por lo que la retirada terminó en desbandada. Una parte, buscando cobijo en las cumbres de Sierra Elvira y los campos cercanos, fueron perseguidos por los cristianos, y la otra, la mayor parte, se protegieron tras la murallas de Granada.

Fragmento de "La Crónica de Juan II" pp 498 y 499


Por increíble que parezca, días después, los cristianos, acompañados por Abenalmao y sus seguidores, regresaron a Córdoba sin sacar partido a esta clara victoria, mientras que los desolados granadinos lloraban amargamente la pérdida de padres, hermanos, hijos y maridos. Según "La Crónica de Juan II" Don Álvaro de Luna recibió un soborno por parte de los nazaríes: pasas e higos dentro de las cuales había una gran cantidad de monedas de oro.

Los granadinos no sólo sufrieron la desgracia de perder la batalla, sino también
padecieron un grave terremoto que dejo dañados numerosos edificios de la capital

Y como si la providencia y la naturaleza hubieran querido participar en esta guerra, aquel mismo día la tierra tembló con un fuerte terremoto que cuarteó algunas torres y murallas y dañó considerablemente uno de los palacios más bellos, el Palacio de Alixares.

En las décadas siguientes, los enfrentamientos internos en Castilla impidieron reanudar importantes operaciones militares sobre Granada hasta la conquista por los Reyes Católicos.

Representación de la Batalla de la Higueruela en un fresco de
El Palacio y Monasterio de El Escorial (Madrid)

La Batalla de la Higueruela, fue representada en el Monasterio del Escorial durante el reinado de Felipe II; Fray José de Sigüenza cuenta que el origen de la obra está en un lienzo de grisalla hallado en una torre del Alcázar de Segovia, en unas arcas viejas, en 1581. El lienzo, restaurado por Fabrizio Castello, de ciento treinta pies de largo, estaba pintado de claro y oscuro, fue mostrado al monarca español y éste mandó a Nicolás Granello que la pintase a color en esta galería de El Escorial. El resultado fue bueno pero la fiabilidad de la iconografía, dudosa.

En el Monasterio de El Escorial de Madrid, Felipe II mandó representar
en la Galería de las Batallas la Batalla de la Higueruela, anterior a su reinado

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