Palacio de Daralhorra

Vista del Palacio de Daralhorra sobre
las murallas ziríes del Albaicín 


Visité este lugar hace casi 20 años cuando estudiaba arqueología en Granada, pero no recordaba la belleza y excepcionalidad que guardan sus muros. Recientemente ha sido restaurado y tras muchos años cerrado, ahora se encuentra integrado en la ruta de la "Dobla de Oro" y puede ser visitado de lunes a domingo en horario de 10.00 a 14.00 por un precio por persona de 2.25 euros. 

El palacio de Daralhorra es un edificio muy completo
y notable, alzándose sobre los viejos y fortísimos
muros de argamasa que sustentaron el palacio de Badis
construido por este rey zirí a mediados del siglo XI,
 a poca distancia de las murallas de la Alcazaba,
también ampliada por él


El palacio de Dar al-Horra o Daralhorra se encuentra dentro de las murallas que cercaban la Alcazaba Antigua del siglo XI, construida por la dinastía de los ziríes durante la época taifa, y es muy probable que dicho palacio se construyera sobre parte de los mismos cimientos de su alcázar.

Desde fuera nada hace prever su bellísimo interior


Situado en el histórico barrio del Albaicín, donde se encuentran los orígenes de la ciudad de Granada, a él podemos acceder desde dos puntos por las intrincadas callejas medievales: la Plaza de San Miguel Bajo, (a través del Callejón del Gallo) o desde Plaza Larga, Arco de las Pesas y Callejón de las Monjas. Su ubicación, en un punto desde donde se podían ser todos los caminos que llegaban a Granada, desde su mirador se puede ver, por ejemplo el castillo de Moclín, que era un puesto fronterizo muy importante y el emplazamiento que tenía la antigua ciudad de Madinat Ilbira.



Plano del Palacio de Daralhorra

Sección del Palacio de Daralhorra conservado en los
Archivos del Patronato de la Alhambra
Plano con la situación y acceso al palacio

El termino castellanizado que le da nombre deriva de la expresión hispanomusulmana Dar al-Hurra, traducida como "Casa de la señora", siendo Hurra un término que viene a calificar a princesas, reinas y señoras, mujeres castas, honorables y virtuosas.

Este sería el último refugio de la última sultana de Granada
y tal vez tramaría desde aquí el golpe de su hijo Boabdil
cuando se supo desterrada de la Alhambra


Ubicado en la Alcazaba Antigua, fue levantada en una parcela que ocupaba el alcázar del rey zirí Badis en el siglo XI y que una vez demolido, sus terrenos fueron convertidos en huertas regadas por la acequia de Aynadamar. Por un documento de compraventa de mediados del siglo XV, conteniendo datos de alguna que otra vivienda levantada en el interior de estas huertas pero sin ninguna referencia a esta mansión lo que hace pensar que fue construido posteriormente, por lo que su edificación fue de las últimas antes de la caída de Granada -probablemente su construcción se realizara en el segundo tercio del siglo XV-.


Alero de madera ricamente pintado
apoyado sobre canecillos del mismo
material

"La Casa de Dar al-Horra: un modelo
precioso de arquitectura doméstica andaluza
correspondiente a los últimos tiempos de la
dominación musulmana en nuestro suelo,
tal como no puede señalarse otro
equiparable"


Gómez-Moreno, en el informe que el Estado
solicitó a la Real Academia de la Historia
previo a la adquisición del inmueble

Aunque la zona perdió su rango al decidir Mohammed I trasladar la corte a la Alhambra, no perdió su importancia como lo demuestran las numerosas construcciones que, hasta los mismos tiempos de Muley Hacén, se alzaron en estos lugares, pertenecientes a la familia real y a magnates hispanomusulmanes, todas en torno al palacio zirí de Badis. Por tanto, guarda gran interés por ser el único, de los muchos palacios nazaríes que había en este barrio, que ha llegado hasta nosotros.

La panoramica que ofrece el mirador de San Cristobal, desde donde
está tomada esta fotografía, destaca en primer término, el lienzo de
muralla zirí y sobre ella el Palacio de Daralhorra
Incluso cuando La Alhambra se consagró como espacio aúlico en 1238, siguieron existiendo palacios reales en el Albaicín como este palacio. Se conoce que estas huertas fueron compradas por la princesa Aixa en el siglo XV (posiblemente en 1448), hija de Mohammed IX, esposa de Muley Hacén y madre de Boabdil. Al parecer residía en esta mansión cuando su esposo le fue infiel con la cristiana cautiva Isabel de Solís, la Soraya de las crónicas. Desde aquí, Aixa abarcaba la Alhambra, enviaba y recibía correos, visitaba a su hijo o a su nuera Moraima.

Vista de la actual acceso a la vivienda, que no corresponde
con el primitivo que sería en recodo a través de un zaguan

Tras la caída de la Granada nazarí, pasó a manos del secretario de los Reyes Católicos, Hernando de Zafra, y rápidamente a la Reina Isabel La Católica, quien decidió fundar en este lugar el convento de Santa Isabel la Real (al sur, a espaldas del palacio), con la buena fortuna que los constructores del convento respetaron el edificio hispanomusulman con pequeñas alteraciones. La parte del extremo norte del convento se mantuvo prácticamente intacta, pero más tarde, gran parte del palacio se demolió para ser ampliado y darle una mayor altura que permitiera la ubicación de la capilla del convento para que a continuación levantar sendas plantas laterales en el este y el oeste, y construir entreplantas en los otros lados (para la construcción de una de estas entreplantas se tuvieron que destruir el pórtico y la sala baja del norte, mientras que en la entreplanta recrearon unos arcos ciegos de herradura apuntada sin apenas rigor histórico). Del mismo modo se redujeron las dimensiones originales de los amplios salones para lograr así un mayor número de estancias de menor tamaño.

Foto de Torres Molina del
Palacio de Dar al-Horra
 (primer tercio del siglo XX)


Los apenas 400 metros cuadrados de la construcción hacen que se considere más como una mansión de medianas proporciones que como un palacio. Rodeado por un alero de madera con inscripción religiosa pintada en su alicer, el patio de 10,05 metros por 8,12 cuenta con una pequeña alberca en la mitad meridional.

Gran parte de sus adornos reproducen
algunos de los palacios de
La Alhambra del siglo XIV
En el pórtico meridional, de triple arco -que sólo conservan las columnas con capiteles cúbicos-, se ha perdido el arco de entrada a la sala baja que fue convertida en capilla y que en la parte destinada a altar cuenta con un alfarje de lazo sobre pechinas y en la nave armadura de tirantes pintada.



Uno de los extremos de la alberca, que al parecer no
es la original, que sería más grande, así como un aljibe
bajo el patio que abastecería de agua al palacio

Los alfarjes del patio están decorados con pinturas originales nazaríes
que por suerte han llegado hasta nosotros en buen estado de conservación,
como este del alicer liso del del alero norte del patio, un tipo de alero
que fue profusamente utilizado en el reino nazarí

En la crujía del lado norte, la mejor conservada, contando con una planta
alta, destacando la presencia de miradores en la mitad de la sala superior
e inferior de esa misma ala del palacio nazarí.
Alrededor del patio del palacio se desarrollan las estancias, siguiendo el modelo habitual de residencia nazarí, disponiendo de crujías en los cuatro lados, aunque sólo los lados menores disponen de pórtico -con tres arcos cada uno- y en los mayores dos pisos de estancias secundarias.


El testero norte conserva al fondo la galería un arco de labradas albanegas que da paso a una sala, en los extremos de la cual hay alcobas con arcos y al fondo, en el centro, un mirador, cubierto éste con artesonado de lazo y la sala con sencillo techo pintado. 

Alfarje original del pórtico del lado norte


En los extremos de la sala norte, posiblemente la principal
de la casa, se abren alhanías o alcobas un poco elevadas
del suelo de la estancia, enmarcadas por arcos decorados

Desde el arco de entrada a esta sala se puede ver un mirador que se abre al exterior con una ventana geminada en su centro y otras dos a los lados, coronadas todas ellas por otras más pequeñas, aunque sólo la armadura del mirador es originalmente nazarí, mientras que estas ventanas fueron construidas en el siglo XX.
Armadura nazarí del mirador de la primera planta

Sin embargo, si nos dirigimos al pórtico sur, podremos ver que las columnas que sirven de apoyo a los arcos, aunque son igualmente de mármol blanco, su factura es diferente de las del pórtico norte, con una crujía más ancha y desproporcionada comparada con la anterior, ocupada por una única sala de doble altura, habiendo sido utilizada como capilla de la enfermería del convento a principios del siglo XVI.


La escalera de la esquina nordeste
conduce a la segunda planta de la casa
Detalle de la armadura de la sala de la crujía sur de la mansión,
derribada en el siglo XVI y ampliada

A la derecha de la galería norte se encuentra la escalera que, conduce a la segunda planta. Durante el ascenso a la segunda planta de la vivienda, que se levanta únicamente en el lado norte de la construcción, vamos encontrando dos nichos con arcos gallonados antiguos, el primero antes de acceder al jardín-huerto que se encuentra en la planta superior.

Uno de los arcos de la escalera nordeste
La galería de la segunda planta cuenta con tres arcos ricamente decorados, ubicados sobre el pórtico de la planta baja, y que se encuentra en un excelente estado de conservación. El centro de este corredor lo ocupa el arco de acceso a la sala, ricamente ornamentado, con pequeñas tacas en sus jambas, rodeadas de inscripciones. La portada de acceso a la sala alta del lado norte del edificio esta igualmente decorada, junto con las gorroneras de madera pintada, las tacas con pequeños arcos gallonados, o su alfices, uno con cintas entrelazadas y otro con decoración epigráfica.

Vista de la galería superior del ala norte


Gorronera de madera pintada del arco de acceso a la planta superior
Taca decorada en el arco de acceso a la sala superior
Sala principal de la segunda planta; el Palacio de Daralhorra es uno de los
mejores ejemplos de construcción palaciega granadina del siglo XV

La sala de la segunda planta mide 7.24 metros por 2.50 y cuenta con alcobas con amplios arcos y otro arco más a la izquierda, de comunicación con la nave lateral, cubierto con un alfarje de par y nudillo con tirantes y, en los paños, preciosos adornos de hojas y vástagos pintados con diversos colores sobre fondo rojo que, por su originalidad, hacen que este techo sea el más notable entre los de su género.

Detalle del techo de la sala de la segunda planta,
cubierto por un alfarje de par y nudillo con tirantes
Los paños del alfarje estás decorados con
vástagos y adornos vegetales

A los lados de la puerta de la sala hay alacenas, siendo sólo una la que conserva la faja decorativa que la rodeaba, con la inscripción "La dicha, la felicidad y el cumplimiento de los deseos".

Esta alacena conserva las inscripciones
originales de alrededor donde dice:
"La dicha, la felicidad y el
cumplimiento de los deseos"

Otro arco que ha desaparecido se abría en el frente central de la sala, con tacas como las de la entrada, así como las jambas estaban cubiertas por azulejos de lazo que se han perdido. Dicho arco daba paso a la parte alta del mirador, con un balconcillo gemelo en el frente y dos sencillos a los lados, rehechos durante la restauración y de los que únicamente el de la derecha conserva parte de las yeserías decorativas que cubrían las paredes.

Techitos pintados en las diminutas estancias que recorren
la subida por las escaleras al torreón del palacio
Decoración de yesería nazarí que cubría el mirador que se
han limpiado de las numerosas manos de cal


Detalle decorativo del arco de acceso a la sala principal
de la segunda planta donde parece haber conservado
restos de la policromía original que le cubría

La escalera continúa hasta una torrecilla y la flanquean varios aposentos muy pequeños con arquitos y techitos pintados. Las naves laterales tienen sencillas armaduras, con restos de pinturas algunas de ellas.

Detalles de pinturas en el
acceso a la escalera de la
segunda planta



Continuando el ascenso se llega la torre del palacio, a través de la escalera adosada al este, prácticamente desnuda de elementos antiguos como resultado de varias transformaciones, teniendo una forma rectangular y ubicada en la cuarta planta del edificio, permitiendo la visión en todas las direcciones por encima de los tejados.

El palacio tiene comunicación visual con la Alhambra desde la torre

Desde la torre del palacio se puede contemplar todas las vistas de Granada

Las naves laterales de la planta baja conservan sencillas armaduras con resto de pinturas en algunas de ellas.


Estancia del lado este, que junto al oeste, fueron elevadas
y divididas para obtener más estancias compartimentadas

Detalle de pinturas decorativas en los techos de la planta baja

Tras la conquista de Granada, la finca fue adquirida por Hernando de Zafra, secretario de la reina Isabel la Católica, que a comienzos del siglo XVI, funda en esta residencia nazarí un convento de religiosas franciscanas, que llevó el nombre de Santa Isabel la Real en honor a la reina. En 1931 el arquitecto conservador de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, inició los trabajos de restauración de la casa, una vez que el conjunto fue adquirido por el Estado, intentando acercarse lo más posible a su fisionomía original. La propuesta que hizo pra la restauración de Dar al-Horra la dividió en dos fases principales.

Plano del Palacio de Daralhorra 

En una primera fase delimitó la casa con respecto al espacio que ocupaba el convento, y abrió un acceso desde la calle que hizo necesaria la demolición de obras de clara factura moderna, así como consolidó la parte nazarí procediendo a limpiar e identificar los muros para determinar sus partes más antiguas. Se procedió a la excavación de todo el perímetro que había adquirido el Estado hallando un amplio recinto amurallado de unos 5 metros cuadrados en la mitad occidental del patio y la crujía de éste, que estaba conectado con la alberca primitiva, lo que según la investigación de Antonio Orihuela (CSIC), puede suponerse que correspondiera al aljibe.

Vista de una de las fachadas del patio antes de la
 intervención de Torres Balbás hacia 1920/1936

En una segunda fase, que según todos los indicios cabe adjudicar también al arquitecto conservador de la Alhambra, se planteaba la total remodelación de la parte oeste, para así dejar la casa-palacio totalmente exenta, lo que implicaba su total demolición, a excepción de una edificación que incluía una armadura del siglo XVI.

Fachada del Palacio de Daralhorra en
el Callejón de las Monjas del Albaicín 



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