Almunia de Darabenaz, La Zubia








El Infante Don Felipe, hermano del rey Alfonso X "el Sabio", llegó a Granada en 1273 junto a varios nobles, huyendo del vasallaje que le debían al monarca castellano. Mohammed I, primer rey nazarí de Granada y quien acogía a esta comitiva cristiana en el Alcázar del Genil, murió súbitamente, produciéndose una disputa en la sucesión al trono.



Entre estos nobles se encontraba Don Nuño González de Lara el Bueno, quien prestó su ayuda militar a Mohammed II, hijo del fallecido rey, para derrotar a los otros aspirantes al trono. Como agradecimiento, el nuevo monarca le obsequió construyendo  una almunia en la vega sur, a cuatro kilómetros de Granada. Sin embargo, apenas pudo disfrutar de ella, pues poco tiempo después regresaron a Castilla, reconciliados con su rey, por lo que la almunia volvió a manos de la familia real nazarí, tomando el nombre de Darabenaz o "Casa de la mujer casada". Sin embargo, se da la paradoja, que en 1275, un cambio de alianzas provocó que Don Nuño muriera luchando contra los meriníes que habían cruzado el Estrecho llamados por los nazaríes.

Plano simplificado de la almunia nazarí de Darabenaz


La almunia (de la voz árabe al-munya, el huerto) era una finca de recreo, que podía contar con varios pabellones y palacios, a la vez que servía para la producción agrícola de hortalizas y frutales en los más de 1.000 marjales de tierra que poseía, regadas por una red de acequias que tomaban el agua del río Monachil.



Del edificio nazarí, interesante testimonio de la arquitectura residencial granadina, nos ha llegado una crujía, cuerpo de dos plantas, contando con un baño, y decoración de arcos y yeserías en las estancias principales. La entrada primitiva se encontraba en el ángulo nordeste, orientado hacia Granada, probablemente donde se encuentra instalado el escudo nobiliario del siglo XVI. El zaguán sería acodado, para acceder a continuación al extremo del pórtico norte, el único conservado en la actualidad. La casa, de planta rectangular debió de ocupar una parcela de 300 metros cuadrados desarrollada entorno a un patio rectangular de unos 100 metros cuadrados, disponiendo de una alberca central y de crujías principales con pórticos sobre pilares de ladrillo, herencia del pasado almohade en la península, en los lados septentrional y meridional, mientras que en el lateral oriental habría una sencilla crujía y en el occidental sólo un muro (similar a la casa nazarí de Horno de Oro). La armadura del tejado sería a cuatro aguas, aunque posiblemente fue sustituida en el siglo XVI.






En los dos siglos siguientes a su construcción, las yeserías serían renovadas, ya que los arcos y paños decorativos están muy relacionados con otras obras del siglo XV, previo al momento de la pérdida del Reino nazarí.

Esta pintura muestra el estado en el
que se encontraba el interior a finales
del siglo XIX y comienzos del XX
cuando fue utilizado como cobertizo






Tanto el Alcázar del Genil, como Darabenaz, o también llamado cortijo de la Marquesa, son los dos únicos ejemplos de edificios residenciales de la realeza nazarí situados a extramuros de la medina de Granada que han llegado hasta nuestros días.



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