Biografía de reyes: Muley Hacen (1464 - 1485)
Predecesor: Saad
Sucesor: Mohammed XII "El Zagal"
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Horst Buchholz, interpretando a Muley Hacen en la serie Requiem por Granada |
Abu al Hacén Ali ben Saad (Muley Hasan) o según las crónicas cristianas Muley Hacén nació sobre el año 1436 y reinó en dos periodos, de 1464 a 1482 (destronado por su hijo Boabdil) de 1480 a 1485. Hijo y sucesor del rey Saad, tuvo dos hermanos menores: Abú Abd Alläh Muhammad Ibn Said as-Zaghall (cuatro años menor que él) que reinó después de su muerte con el nombre de Mohammed XII (El Zagal) y Abú I-Hayaay Yusuf, que tenía trece años menos que él; este hermano pequeño murió a causa de una epidemia de peste a los 17 años (como indica su lápida conservada en el Museo de La Alhambra), tras un intento fallido de derrocar a Muley, que estuvo a punto de tener éxito.
Era un hombre enérgico y altivo, no exento de crueldad, y vengativo para con sus enemigos. Era muy valiente y, siguiendo la tradición andalusí, respetaba el conocimiento de la ciencia, apreciando y premiando generosamente la composición de poesías. Conocía la lengua castellana y actuó de intérprete entre su padre, Saad, y Enrique IV.
Su progenitor perdió el trono a manos de Mohammed X “el Chiquito” ayudado por los Bannu-Sarray o Abencerrajes por lo que, con 18 años, su padre le envió a negociar con Enrique IV para que le ayudara a recuperar el trono arrebatado quedando unos meses retenido como rehén en Arévalo hasta que Saad recuperó el poder en 1455. Ya en Granada, sus espías descubren que el rey Chiquito bajaba en secreto desde la Alpujarra para intentar de nuevo derrocar a su padre, pero Muley con su hermano El Zagal, lo emboscó con un destacamento de caballería ya cerca de Granada. Tras llevarlo prisionero a la Alhambra, fue ajusticiado en la sala de la derecha del Patio de los Leones, siendo degollado (una crónica apunta a que el propio Muley lo hiciera pues tenía fama de cruel, y se conoce que, en bastantes ocasiones, utilizó su propia espada para ajusticiar en el acto a quien pensaba que se lo merecía, sin temblarle el pulso). Los dos hijos varones de Mohammed X, ambos de corta edad, también murieron aquel día, asfixiados con toallas mojadas. Gracias a estos crímenes, su padre Saad se consolidó definitivamente en el trono.
Con 23 años casó con Aixa, que era su prima, al mismo tiempo que sobrina de Mohammed IX "El Izquierdo" y viuda de Mohammed X “el Chiquito”. Muley tenía un especial interés político en este matrimonio, pues Aixa era portadora de derechos dinásticos y, además, conseguiría las simpatías de algunos grupos de importante influencia en el Reino.
Desde muy joven dirigió las operaciones militares de su padre e inclusive gozó de mayor popularidad que el propio monarca. Sin embargo, tras treguas continuadas, al finalizar la última, don Rodrigo Ponce de León, futuro marqués de Cádiz, realizó el 11 de abril de 1462, una incursión en la que obtuvo una resonante victoria sobre los nazaríes en la batalla del Madroño. A continuación, en agosto del mismo año, el Reino de Granada pierde Archidona y Gibraltar, esta última conquistada por el duque de Medina Sidonia y el conde de Arcos. El golpe fue tan duro que Saad se apresuró a pedir treguas a los castellanos en 1463 y 1464.
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Felus de Ali ben Sa’d (Muley Hacén), realizada en cobre y fechada en el 881 de la Hégira (1476-1477) en Garnata (Granada) |
A los 28 años Muley derrocó a su padre, que había quedado muy desprestigiado tras estas derrotas, exiliándose al castillo de Salobreña. Muley Hacen se mostraba indignado con la política pacifista de su padre y alardeaba de que, cuando él ocupara el trono, Granada no pagaría más tributos a Castilla. Presumía de haber saqueado la frontera de Jaén mientras que su padre firmaba treguas, pagando las ya clásicas 12.000 doblas (20 millones y medio de euros actuales) y liberando a 600 cautivos. Pero siendo rey de Granada, Muley no dudó en firmar igualmente treguas con Enrique IV de Castilla, el Impotente (aunque no hay constatación histórica de que ambos lo hicieran personalmente). A pesar de estas treguas, la actividad bélica no cesaron, con algaradas, como cuando en 1471 entraron en el maestrazgo de Alcántara, por tierras de Martos, destrozando, talando, quemando y arrasando ciudades y aldeas (Cardela, Cieza, La Higuera). Tras esto se establece una tregua con Castilla, que durará varios años.
Monedas bajo el reinado de Muley Hacén conservadas en el Museo Arqueológico Nacional |
Así se convirtió en el nuevo rey de Granada, apoyado por la poderosa familia de los Zegríes. No obstante, los Abencerrajes, que odiaban al recién nombrado soberano, aprovecharon la ocasión para alentar a su hermano El Zagal (que no estaba nada conforme con el humillante trato que había dado Muley al padre de ambos), a que tomara el poder del Reino de Granada. Los espías de Muley le advirtieron sobre lo que preparaba pudiendo así anticiparse a la rebelión y haciendo fracasar la conjura en Málaga en 1470. Dominado, El Zagal pidió clemencia a su hermano, y pasado algún tiempo éste le perdonó, volviendo a la obediencia ciega que siempre le tuvo. Muley Hacén, sin embargo, no perdonó a los promotores de la rebelión, decretando la muerte de los principales líderes, que fueron degollados en la Alhambra según la leyenda, en lo que hoy se conoce como la Sala de los Abencerrajes en recuerdo de aquella matanza. Muley los convocó a una reunión en palacio, y los caudillos abencerrajes acudieron pensando que iban a negociar una salida al conflicto. Pero les fue degollando uno a uno, según iban llegando, con la ayuda de su feroz guardia personal y sin dejarles opción alguna a su defensa. Los pocos que se salvaron huyeron a Castilla. Desde entonces, el odio que esa noble e importante familia ya le tenía al Muley se incrementó considerablemente.
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Sala de los Abencerrajes que toma el nombre del suceso político ocurrido al poco tiempo de llegar Muley Hacén al poder |
Durante los siguientes 18 años, reinó la relativa paz y la prosperidad en el Reino de Granada, asegurada tanto por sucesivos pactos con los reyes cristianos, como por la debilidad de los propios castellanos por sus conflicto internos. La buena estrella de Abu-l-Hasan brilló con inusitada intensidad durante los primeros años de su reinado y Granada tenía un rey aguerrido y enérgico que deseaba revivir los años gloriosos del Islam andalusí, que reorganizó su ejército, reforzó la defensa de las fronteras, frenando las incursiones de los cristianos, lo que permitió el impulso de la producción agrícola, el comercio, la artesanía y el negocio de la seda. Es entonces cuando hasta Granada llegan ecos del descontento de algunos nobles castellanos con su rey, don Enrique, al que tenían por débil y afeminado. Éste, temeroso de la aristocracia, se rodeó de advenedizos a los que encumbró a lo más alto para escarnio de los nobles de sangre. A esto, se añadió un escándalo que desencadenó la guerra entre la nobleza castellana: La reina dió a luz a una niña cuyo padre se rumoreaba era uno de aquellos advenedizos, don Beltrán de la Cueva.
Mientras Muley Hacén se vería obligado a subir los impuestos para mantener un poderoso ejército en pie de guerra; las tropas granadinas, bien abastecidas y con el rey a la cabeza, saquean las tierras de Murcia y Jaén sin que Castilla supiera reaccionar, inmersa en luchas internas. Castilla, en medio de una guerra fraticida, se apresuró a firmar treguas con Granada.
En 1474 muere el rey de Castilla, Enrique IV, y al año siguiente comienza una guerra civil en Castilla por la sucesión al trono, entre Isabel, hermana de don Enrique, y Juana la Beltraneja, supuesta hija del rey. Este grave litigio por los derechos hereditarios de la Corona entre ambos partidarios; tras los funerales del monarca, Isabel se hizo proclamar reina y la guerra estalló entre los dos bandos.
En 1478, Muley Hacen solicita a Isabel y a su esposo Fernando treguas de paz que le eximan de pagar tributos de vasallaje al reino de Castilla, y le son concedidas por espacio de 3 años hasta haber controlado los problemas sucesorios. Esta paz estaría salpicada por numerosas algaradas a ambos lados de la frontera, limitándose éstas a la captura de prisioneros (que luego eran canjeados o vendidos como esclavos), saqueos y asolamientos. Estas incursiones no se reconocían como roturas de las treguas porque no duraban más de tres días y no se mostraban banderas ni insignias, por lo que ambas partes los valoraban como acciones de bandoleros y no del ejército.
Es en una de estas aceifas (expediciones militares que los andalusíes hacían en verano principalmente) cuando El Zagal capturó a la hija del Alcalde del Castillo de Higuera de Martos (actualmente Higuera de Calatrava), la cristiana Isabel de Solís, quien sería recluida en el harén como esclava a la espera del pago de su rescate. Allí conquistará el corazón de Muley Hacén, convirtiendo a esta romía o cristiana en su favorita y rechazando a su esposa Aixa, madre de Boabdil.
En 1476 nacería el primer hijo entre Soraya y Muley Hacén: Nasr ben Ali. Esto pone en peligro la sucesión al trono de Granada de Boabdil y la influencia Aixa. Después de que Aixa se declarara enemiga abierta del sultán, Muley quiso hacer pública su relación con Isabel de Solís, que se había convertido al Islam con el nombre de Soraya, organizando una espectacular parada militar a la que asistirían tropas de todo el Reino y la fiesta duraría varios días. Sin embargo, el 24 de marzo de 1478, nada más comenzar ocurrió una terrible desgracia: estalló una tempestad durante la Gran Parada militar, que trajo el luto y la desolación a la ciudad cuando el monarca nazarí presidía una revista militar, posiblemente en la Sabika. El río Darro se desbordó anegando las calles -en lo que actualmente es la calle Reyes Católicos, pasaba el río Darro al descubierto que por la estrechez del cauce se producían terribles catástrofes por la complicada red de callejuelas y plazoletas que por aquí se extendían.
La catástrofe causada por las aguas fue considerada por los fanáticos enemigos de la cristiana Isabel de Solís como muy mal augurio, un castigo de Dios, culpándola de lo ocurrido, y sembrando el odio hacia la romía entre los habitantes de la ciudad. Este descontento popular se sumaba a las cargas tributarias e impuestos con los que los súbditos nazaríes se veían abrumados, añadiendo los problemas conyugales del rey.
Por otro lado, la reciente unión de Castilla y Aragón bajo un solo trono suponía para Granada el fortalecimiento y reorganización del enemigo cristiano, que había estado hasta entonces más preocupado en sus luchas intestinas que en atacar a los nazaríes. Así cuando en 1481 vencía la última tregua pactada con los cristianos, y los Reyes Católicos enviaron como embajador al Comendador de Santiago, D. Juan de la Vera y Mendoza para cobrar las parias pactadas (12.000 doblas de oro), Muley, orgulloso, despidió a los negociadores de la Reina Isabel y el Rey Fernando diciéndoles: “la murieron los reyes granadinos que pagaban tributos a los cristianos y ahora las fundiciones donde se acuñaban las monedas se utilizan para fabricar cimitarras para cortarles las cabezas”. La respuesta del rey Fernando no sería menos altanera: “Yo arrancaré, uno a uno, los granos de esa Granada”. Muley Hassan no midió bien su arrogancia y los Reyes Católicos vieron el momento propicio para reiniciar la cruzada cristiana, y terminar de expulsar del territorio peninsular a los infieles musulmanes, decidiendo entrar en guerra para hacerse dueños del último territorio islámico que quedaba en la península aprovechando la división interna en la familia real nazarí que se produce en medio de la guerra contra los reinos cristianos.
Tras esta declaración de intenciones, Muley Hacén empezó a prepararse para la guerra poniendo a punto las defensas de la frontera y los numerosos recintos amurallados del Reino.
En la noche del 28 de diciembre de 1481, en plena tempestad de nieve y frío, Muley Hacén toma por sorpresa Zahara de la Sierra, una agreste fortaleza entre Ronda y Medina Sidonia aparentemente inexpugnable, matando al alcaide Gonzalo Arias, cautivando a sus vecinos y sembrando desolación y muerte en la villa. La toma de la plaza fijará el momento en el que comienza la Guerra de Granada, una guerra larga, costosa y que dista de las batallas a campo abierto medievales.
Aquello fue un gran éxito militar para el rey de Granada, sus súbditos lo alababaron y celebraron esta victoria por las calles, aunque también se levantaron voces importantes anunciando grandes males por haber despertado la ira de los cristianos pues justo dos meses después, los cristianos, como venganza, atacaron y conquistaron la inexpugnable Alhama de Granada.
En las jornadas siguientes, el propio Muley, con un ejército de ochenta mil hombres, trató de reconquistar la inexpugnable fortaleza, y tras varios intentos muy sangrientos, tuvieron que desistir ante la llegada de grandes refuerzos enviados por el Rey Fernando.
Muley Hacén se hacía mayor y quería disfrutar de la buena vida junto a su amante por lo que fue cediendo a su hermano El Zagal las acciones de guerra, organizando algaradas, escalando castillos y arrasando los campos cristianos. Nombra visir a Abu-l-Qasim ben Ridwan Bannigas, que hasta entonces era caudillo de la guardia palatina, convirtiéndose en el hombre más poderoso de Granada y emparentando con la propia familia real. Por tercera vez en la historia de los nazaríes, un tornadizo o renegado cristiano gobernaba a los musulmanes granadinos (anteriormente lo habían hecho Abu-l-Nuaym Ridwan en los reinados de Mohammed IV, Yusuf I y Mohammed V, y Mofarrich en el de Yusuf III).
La pérdida de Alhama fue un durísimo revés para Muley, cuyo prestigio estaba ya muy debilitado por los sermones de los ulemas que proclamaban por los zocos y las mezquitas que la derrota era claramente un castigo de Dios, por la vida disoluta de su rey.
Cuatro meses más tarde, los Abencerrajes, que ven como pierden su poder social y que consideran un ultraje el desprecio de Muley por su esposa Aixa, intentan derrocarlo y sustituirle por su hijo Boabdil que se proclamó rey en la Alhambra durante la ausencia de Muley Hacen. Esta situación se tradujo en una inoportuna Guerra Civil que debilitó aún más el gobierno del reino. Muley se retiró a Baza y posteriormente a Málaga, y junto con su hermano El Zagal continuaron la guerra contra los cristianos, obteniendo algunos éxitos notables como la derrota de la Axarquía en marzo de 1483, donde los castellanos sufrieron más de 800 muertos y casi 1.500 prisioneros, de los cuales 400 eran de noble linaje.
El eco de las victorias de Muley y su hermano sobre los nobles cristianos tuvo gran repercusión en Granada, hasta el punto de que Boabdil, acusado de cobarde por el pueblo, veía peligrar su trono y para acallar las quejas del populacho y buscando reafirmar su posición, atacó a los cristianos con unos 1.500 jinetes y 7.000 infantes en la Batalla de Lucena en abril de 1483 pero su suegro Aliatar moriría en combate y él será hecho preso.
Durante su cautiverio, Muley Hacen recuperará el trono de La Alhambra, mientras que Aixa, con sus fieles seguidores, se retiraría al Albaicín, donde se sentía segura rodeada de sus murallas y su gente. Ambos bandos rivales enviarán ofertas de negociación a los reyes cristianos para liberar a Boabdil con diferentes fines. Muley Hacen manda como embajadores a Federico Centuríon, un mercader genovés, y a Juan de Pineda, un caballero sevillano, sin llegar a un trato con el rey Fernando quien finalmente, tras tenerlo seis meses cautivo y obtener un comprometido pacto le libera para avivar las luchas intestinas de la dinastía nazarí.
Boabdil se instaló con su madre en el palacio de Dar al Horra, reavivando de inmediato una muy sangrienta guerra civil, en la que murieron muchos partidarios de cada bando, entre los partidarios de Boabdil, confinados tras los muros del Albaicín, y los de Muley, que dominaban la Alhambra y Granada.
Entonces Muley pensó acertadamente que para vencer a su hijo y acabar con aquella terrible guerra civil entre el Albaicín y Granada, debía desacreditar a Boabdil. Para ello utilizó el arma que más podía impresionar a sus partidarios: la religión. Llamó al Gran Mufuz (jurisconsulto musulmán con autoridad pública, cuyas decisiones son consideradas como leyes o fatwas, es decir, dictámenes jurídicos) y le pidió un dictamen relativo al caso, cuya contestación se inclinaba claramente a su favor, puesto que Boabdil se había convertido en vasallo de los Reyes Católicos. En resumen, los juristas dictaminaron que la proclamación de Boabdil iba contra la ley de Dios y, por lo tanto, había sido un pecado pactar con los infieles y que reconocer al Emir recientemente liberado era ilícito, aunque se aceptaba el arrepentimiento de los que lo hubiesen hecho. Esta es la fatua traducida por el arabista, catedrático y académico de la Real Academia de la Historia, D. Fernando de la Granja Santamaría, discípulo de Emilio García Gómez.
Presentación de la pregunta:“Señor mío, Alah, (Exaltado sea), esté satisfecho de vos y mantenga el provecho que de vos se saca. ¿Cuál es vuestra respuesta tocante a esta cuestión?:Una facción de Alcaides y caballeros de al-Andalus se volvieron atrás del juramento de fidelidad prestado a nuestro señor mawlana Abú I-Hacén, Alah, (Exaltado sea), le defienda; se desligaron de su obediencia y llevaron a cabo la proclamación de su hijo, habiendo además invitado a las gentes a que le reconocieran por soberano, y encontrando ayuda por parte de cuantos, Alah, (Exaltado sea), Altísimo ha querido, hasta que acaecido la rota de Lucena en la que perdieron la vida gran número de ellos, fue hecho prisionero el propio príncipe, y los que lograron salvar la vida se exiliaron de la capital y buscaron refugio cerca del señor de Castilla, Alah, (Exaltado sea) le aniquile, pidiéndole ayuda, acogiéndose a los lazos de su protección y conviniendo con el determinadas condiciones a que han quedado obligados. El cristiano les ha prometido en connivencia con el citado principe, salir con el a combatir a tierras musulmanas, y ha firmado un tratado de paz con los territorios que le prestan obediencia, viéndose claramente cuáles son los propósitos que abriga el infiel, Alah, (Exaltado sea) le arruine, al hacer lo que hizo. Dignaos dar vuestro dictamen en lo tocante a la conducta de estos musulmanes, y en primer lugar, si ésta puede encontrar respaldo en la Ley divina, o si se trata, por el contrario, de pura y simple rebeldía contra Alah, (Exaltado sea), y desobediencia a Alah, (Exaltado sea), y su Enviado. Y en caso de que Alah, (Exaltado sea), disponga que abandonen las tierras cristianas, obstinados como están en su ardor por provocar la guerra civil y la disensión, si les es lícito a cualquier musulmán ayudarles en su intento y colaborar con él y si es lícito a los habitantes de cualquier ciudad o castillo darles cobijo y cuál es la sentencia divina contra quienes lo hagan, les ayuden, se adhieran a su causa o se pongan de su parte, de corazón o con dichos y hechos. Hacednos una declaración que baste para iluminar con su luz y guiar con su orientación y Alah, (Exaltado sea), haga durar en vosotros vuestra baraka, ensalce vuestro rango entre los grandes ulemas y sean sobre vosotros la noble paz, la misericordia y las bendiciones de Alah, (Exaltado sea).”
Respuesta de los Ulemas (Texto oficial de la condena):“En el nombre de Alah, el Clemente, el Misericordioso. Alah, (Exaltado sea), bendiga y salve a nuestro señor Mahoma y a sus familiares.Dictamen emitido por los señores ulemas, ilustres y sapientísimos gulas del género humano, lámparas en las rinieblas, en la sublime corte, Granada Alah, (Exaltado sea) la guarde, con respecto a la cuestión planteada arriba.Sigue la relación nominal de los ulemas, que termina con la formula Alah, (Exaltado sea), haga durar la baraka de todos ellos y mantenga en sugrado el rango de sabios que tienen).la violación del juramento de fidelidad prestado a nuestro schor maulana Abú el Hacén, Alah, (Exaltado sea), resguarde, por arte de las gentes responsables y haber llevado a cabo la proclamación de su hijo, no encuentran el menor respaldo de la ley de Dios, ni tienen más calificación que la de puro y simple pecado y abandono de la obediencia debida a Alah (Exaltado sea), y a su Enviado Alah, le bendiga y lo salve, en razón de los muchos perjuicios que han ocasionado y que desagradan a Alah, (Exaltado sea): la escisión del Islam en este país abandonado a sus propios medios, la división de su poder, después de haber estado unido, encender el fuego de la guerra civil, y por su causa, sembrar la enemistad y el odio en los corazones de los musulmanes, y corromper la concordia. De esto dijo el Enviado Alah, lo bendiga y lo salve. No es otra cosa que la muerte por lo que significa: destrucción de los musulmanes, incitación al enemigo infiel a extirpar de raíz la flor y nata de los creyentes, y violar sus cosas más sagradas, todo lo cual estará declarado ilícito en el Libro de Dios, en la Zuna de su Enviado Alah le bendiga y le salve, y en la opinión unánime de los ulemas, aparte de otros peligros evidentes, ya que apoyarse en los infieles y pedirles ayuda cae, con toda evidencia, bajo la amenaza contenida de Alah, (Exaltado sea), Altísimo: Oh creyentes. No toméis por amigos a los judíos y a los cristianos, porque unos son amigos de los otros. Aquel que entre vosotros los tome por amigos se convertirá en uno de ellos. Alah, (Exaltado sea), no es guía de la gente injusta.
Y en estas otras palabras: Aquel de vosotros que lo hiciere se apartaría del camino llano.Haber prestado juramento de fidelidad al príncipe prisionero es obstinarse en los pecados y en los hechos ilícitos a que nos hemos referido e insistir en los crímenes y maldades que ya han perpetrado. Todo aquel que dé amparo o les ayude de palabra o de obra, presta ayuda en rebeldía contra Alah, (Exaltado sea), Altísimo, y se pone en contra de la Zura de su Profeta. Y todo aquel que se complazca en lo que hacen o desee su victoria, tiene el deseo de rebelarse contra Alah, (Exaltado sea), en la tierra de Dios con la más grave de las rebeldías. Esta es la cualificación en tanto persistan en tal conducta.Ahora bien, si vuelven a Alah, (Exaltado sea), y renuncian a la disensión Y a la rebeldía en que se encuentran, los buenos creyentes tienen el deber de aceptarlos, porque Alah, (Exaltado sea), Altísimo dice: Quien después de haber cometido injusticia vuelve a Dios y se enmienda, también Alah, (Exal-tado sea), se vuelve a él. A Alah, (Exaltado sea), pedimos para que nos inspire el recto camino que debemos seguir, nos libre de la maldad de nuestras almas, y afiance con bien nuestra concordia. El, que puede hacerlo, nos valga en ello.Los señores mencionados en la lista anterior han declarado lo que queda escrito, redactado según sus palabras, en respuesta a la cuestión planteada y lo admiten y reconocen como emanado de ellos, en pleno uso de sus facultades mentales y en perfecto estado, para dar testimonio. Se consignó por escrito el contenido de esta declaración a mediados del honrado mes del ramadán háganos Alah, (Exaltado sea), conocer su bien. Del año 888 (octubre de 1483).Siguen las firmas de quienes testifican y avalan el escrito.
Es entonces cuando Boabdil y sus seguidores se vieron obligados a alejarse del Albaicín y retirarse a Almería. A su vez, para fortalecer su posición tras la fatua a su favor, Muley envió a su hermano a golpear a los cristianos en el sector occidental del reino nazarí con notable éxito.
Sin embargo la contraofensiva castellana fue contundente con gran empleo de la artillería, y por primera vez en la guerra, de forma masiva. Con los cristianos combatiendo en contra del bando de Muley Hacen, en el verano de 1484, Álora, muy bombardeada, se rindió, al igual que Setenil, dejando a Málaga y Ronda en situación precaria.
En 1485 el rey de Granada cayó enfermo, una enfermedad que fue muy desagradable; su médico judío, Isaac Hamón (su hijo Moshe Hamón llegó a ser médico del sultán turco Bayaceto II tras la expulsión de 1492), no pudo hacer más que paliar sus dolores. Prácticamente ciego, muy dolorido, con frecuentes convulsiones, y con todo el cuerpo hinchado, la familia real se retiró a su castillo de Mondújar y Muley Hacén cedió el trono a su hermano, El Zagal.
Antes de morir Muley Hacen, ordena que su hijo Yusuf, hermano de Boabdil, sea degollado en Almería, junto a los principales partidarios opositores a su causa, aunque realmente no está muy clara su muerte, pues oficialmente se declaró que fue por unas fiebres, pero Hernando de Baeza cuenta en su libro “Las cosas que pasaron entre los Reyes de Granada…” declara que fue degollado por El Zagal siguiendo instrucciones de Muley Hassan, su padre, quien después lloró amargamente su muerte y dijo que su hermano El Zagal le había entendido mal.
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Según la leyenda, Muley Hacén fue enterrado en el monte Mulacén (de quien toma el nombre) lejos de las luchas por Granada |
Alí ben Saad, Muley Hacén para los cristianos, murió en el castillo de Mondújar el martes 23 de junio de 1485, a los cincuenta años de edad, siendo enterrado en Mondújar o Salobreña, pues la supuesta tumba en la cima del monte Mulhacén sólo es una leyenda.
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