La Alcaiceria y el zoco




La Alcaicería era el mercado donde se vendía principalmente seda (tanto manufacturada como natural y cuya importancia en la economía del reino era fundamental) y artículos de lujo en la ciudad de Granada. El origen de la palabra es latina, cuando el emperador Justiniano concedió el derecho a los árabes para comercializar la seda; el césar en árabe se dice qaysar, de ahí Al-qaysar o Alcaicería. Las primeras referencias escritas sobre la Alcaicería de Granada se encuentran en una carta sobre la venta, el 24 noviembre de 1460, de dos tiendas del rey nazarí Abu Nasr Sa´d, y este mercado al ser propiedad regia, pasó a mano de los Reyes Católicos tras la capitulación de la ciudad, quedando vinculado a la Corona hasta 1868. El 20 de julio de 1843, un incendio en una tienda de cerillas de la Calle Mesones destruyó la Alcaicería por completo, reconstruyéndose en un estilo neoárabe, modificando el trazado original de las calles y ensanchándolas, así como reduciendo el espacio que ocupaba el mercado.

Reconstrucción orientalista tras el incendio

Vista nocturna de la Alcaicería

Poco después del final del Reino de Granada, en 1502, Antonio de Lalaing, señor de Montigny, acompañante a España de Felipe el Hermoso, escribía que "Granada es muy comercial, especialmente en sedas, porque los mercaderes compran allí la mayor parte de las sedas que trabajan en Italia para hacer las telas de seda. El sitio donde se venden es llamado el Zacatín (debió de confundirse por su proximidad). Cerca de este sitio hay una plaza llamada Alcaicería, donde se venden los paños de la seda trabajados a la morisca, que son muy hermosos por la multitud de sus colores y la diversidad de sus labores, y hacen de ellos un grandísimo comercio".

La calle Paños se encuentra en el centro
de Granada, entre la Alcaicería y la
 Plaza Bib-rambla y era la máxima concentración
 de comerciantes y los de paños tenían en ésta
 la mayoría de los de este ramo, de ahí su nombre


Había alcaicerías en otros centros urbanos importantes como Málaga, Almería (al-Mariya) y Vélez-Málaga, aunque Granada por su condición de capital del reino contaba con la más importante. En ellas podían comprarse la seda en madejas, marcarlas con el marchamo y pagar los aranceles con los que estaba gravada. Aunque todas las tiendas estaban dedicadas al comercio de la seda, también se vendían los mejores paños de algodón, lino, lana y pelo de cabra, sin excluir los comercios dedicados a otras actividades. 

"Diseño por planta de la Alcaicería y calles 
que la circundan según su estado actual", 
dibujado por Tomás López (1787). 
(Archivo General de Simancas)

La Alcaicería de Granada se situaba frente al muro de la alquibla de la Mezquita Mayor. Era como una ciudadela en el centro de la medina de la ciudad, protegido por murallas con nueve puertas de acceso que se cerraban con rejas y vigilada por perros durante la noche, además de estar atravesadas por cadenas sujetas en poyos de piedra para impedir el paso de caballerías. Formaba un cuadrilátero de 4.600 metros cuadrados que se extendía desde la actual Plaza Nueva hasta la Plaza de Bib- Rambla, con frentes al Zacatín (Saggâtîn o al-Saqqâttîn) o calle de los ropavejeros, a la calle de los tinteros o Darbalcata (nombres que aún recuerdan las callejas donde los hispanomusulmanes tuvieron sus tenerías y curtidurías), calle Oficios y Bibarrambla, angostas calles pavimentadas en las que se alineaban tanto viviendas como alhóndigas y tiendas, principalmente concentradas en la parte occidental, más cercana a Bibarrambla, combinando el carácter mercantil con el administrativo. Los establecimientos, llegando a contar cerca de doscientos, eran de pequeño tamaño, con una puerta abatible de color rojo ocre que servía de toldo para proteger las mercancías del sol y la lluvia. Otras tiendas que por la estrechez de la calle no permitían cerrarse en la forma descompuesta, lo hacían con tablas sueltas, de las cuales encajaba una con otra. Algunas contaban con un piso superior o almacería a las que se accedía por una estrecha escalera. En las tiendas diminutas los artesanos trabajaban de rodillas o en cuclillas, mientras que en las tiendas más ricas obsequiaban con un té caliente a sus clientes mientras extendían a sus pies las mercancías.

Calle Zacatín actualmente, de la que
sólo queda una parte, pues al abrirse
la Gran Vía a comienzos del s. XIX,
desapareció el tramo comprendido
entre ella y la plaza Nueva

La función administrativa se encontraba en la zona oriental, con oficinas para el almotalefe o almotacén (inspector del mercado, vigilando las medidas y los pesos utilizados por los comerciantes), alamines (inspectores de pesos) que se organizaban por gremios como el de los perfumeros -los alamines y almotacenes cumplían las mismas funciones pero los alamines tenían un rango mayor por sus conocimientos y estudios-, gelices (comprobaban el peso y calidad de la seda), hafiz (vigilantes de la compraventa) y zaguacador (pregonero), además de las aduanas de paños, lino, especiería, azúcar y seda, siendo esta la más importante y se encontraba junto a la placeta de los Gelices y calle del Tinte. Además contaba con dos mezquitas, la casa del alcaide, el cuartel de guardia y el cuarto de los perros que eran soltados para la vigilancia nocturna. El alcaide que residía en el recinto velando por su mantenimiento y vigilancia, siendo un cargo nombrado directamente por el rey de Granada entre los nobles y ricos de la ciudad.

Azulejos de la Alcaicería de Granada
que representa una transacción 
comercial de paños en 
época andalusí


Dividida en dos partes desiguales, separada por una calle de mayor anchura que las restantes, llamada actualmente calle Alcaicería y de los Sederos antiguamente, que unía la fachada suroeste de la Mezquita Mayor con el Puente Nuevo, la Alcaicería se caracterizaba por tener un conjunto interior era complejo, pero bastante racional, pues su trazado se hizo según ejes ortogonales, deduciendo que fue construido de nueva planta con ese sentido.



El zoco era el mercado
menos formal y existían
en todas las ciudades
nazaríes


En el zoco se vendía de todo,
 sobre todo aquellas mercancías
que no podían producir las
propias familias: los frutos y vegetales 
menos comunes y exóticos y las labores
de artesanía, así como las importaciones de
otras regiones y las llegadas desde lugares
lejanos: telas, libros, especias, perfumes y cerámicas
 de calidad como la loza de reflejo dorado,
como muestra esta vitrina del Museo
Regional de Madrid en Alcalá de Henares


Pero además de la Alcaicería, el zoco (suq) era el mercado menos formal, constituyendo lugares ruidosos y bullangueros. Se llamaba zoco a cualquier lugar que hubiera un conjunto de tiendas permanentes o eventuales, pudiendo estar en una o varias calles, en una plaza o a extramuros, cerca de las puertas de la ciudad. Se agrupaban en gremios, ocupando una calle o un sector del zoco.

Plaza Mariana Pineda donde se celebraba un mercado
En Granada, el llamado "mercado del jueves" se emplazaba en la placeta del Corro o Corrillo. Había otro junto a la Puerta de los Alfareros, en lo que hoy es la plaza Mariana Pineda, dedicado a objetos de barro, y el de los caballos, mulos y burros, tenía lugar junto a la Puerta de Elvira, así como el zoco de la fruta. En el cercano barrio del Mauror, el barrio judío, estaba el zoco de los carpinteros, mientras que los curtidores ensuciaban el río en el zoco del al-Dabbagin, cercano al Puente del Álamo. Los aceros y los hierros se trabajaban en el zoco de los cuchilleros, en el arrabal de los Gomeres. En torno a la Mezquita Mayor estaba el principal centro comercial donde predominaban las tiendas de especieros y perfumistas, en la plaza Maysid al-Azam. El más importante de los zocos de la ciudad estaba en la calle Zacatín, una de las principales vías de la medina. Había tiendas de plateros, zapateros, merceros y ropavejeros, así como fabricantes de alcornoques frente al puente del mismo nombre. Entre el Zacatín y el cauce del río Darro estaban los zocos destinados a la alimentación, agrupados por mercancías, tales como gallinas, pescado o carnes. La Puerta de al-marqatan, llamada así por venderse marlotas y almayzares (velos de gasa) en sus inmediaciones, era una de las tres entradas que desde el Zacatín permitían acceder a la Alcaicería.

En cuanto a la calle Zacatín o al-Saqqâttîn paralelamente y trasero a esta calle comercial donde se ubicaban negocios y comercios de todo tipo, junto a viviendas de ilustres  mercaderes, tratantes, corrales y cobertizos, se encontraba el lecho del río Darro o Hadarro que era utilizado como salida de aguas sucias de retretes y residuales de las tenerías, provocando que su aspecto, en esa altura de la ciudad fuese repulsivo y nauseabundo y en la ciudad se hizo conocida la frase para referirse a alguien o algo deforme o repugnante "eres más feo que el revés de Zacatín".

Acceso a la Alcaicería desde la calle Zacatín
Tanto la Alcaicería como los zocos debieron de ser lugares bulliciosos, donde los mercaderes pretenderían convencer con aspavientos de la bondad de sus productos a sus parroquianos, pidiendo cantidades que serían seguidas de un prolongado regateo entre vendedor y cliente, utilizando el dialecto de los granadinos, la imala, prolongando las vocales.

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