Casa de la Calle del Cobertizo de Santa Inés, 4

Fachada de la casa morisca en su lado
de la Carrera del Darro 21 cuyo trazado
actual data de comienzos del siglo XVII

En paralelo al río Darro discurre la calle del Cobertizo de Santa Inés, un callejón sin salida, modelo característico de los entramados saturados urbanos musulmanes de la Edad Media, de los que se conservan pocos ejemplos en la actual Granada. La palabra castellana "cobertizo" hace referencia a una habitación edificada sobre la calle, que hacía de enlace entre dos fachadas, en este caso entre las viviendas 6 y 5. 

En la imagen se puede ver el cobertizo
de esta calle, tan característico en la
Granada islámica y que desaparecieron
tras la conquista cristiana quedando
pocos ejemplos en la actualidad


Hasta la configuración actual entre los siglos XVI y XVII, las edificaciones de la manzana en que se sitúa esta casa tenían sus fachadas principales de espaldas al cauce del río, similar a la disposición de las casas que hoy se contemplan en la otra orilla.

Las viviendas de ambas orillas tenían sus fachadas traseras hacia el río,
como en el ejemplo de las viviendas de la derecha
Por tanto, el acceso a la casa número 4, como el de las vecinas edificaciones, tenía lugar por angostos callejones situados en la fachada norte. Éstos guardaban conexión con la actual calle de San Juan de los Reyes, la entonces principal vía del barrio, situada al pie de la muralla de la Alcazaba Qadima o Antigua o Qasba al-Qadima. Y al igual que sus inmediatas, muestra una impresionante diferencia de cotas entre la fachada norte y sur por el acusado desnivel que tiene la ladera hacia el Darro. 

La casa linda por el norte con la Calle del Cobertizo
de Santa Inés, por el sur con la Carrera del Darro
y por el este y el oeste con otros edificios. 
Espero poder ver su interior algún día, mientras colgaré alguna imagen (en este enlace podéis encontrar más) que he encontrado del patio de la casa, ya que actualmente es una vivienda en manos privadas. A pesar de lo destructivas que pudieran haber sido las transformaciones del edificio en el siglo XX, continua siendo un atrayente y sugestivo ejemplo de arquitectura residencial nazarí del siglo XIV probablemente.

Interior de la vivienda nazarí 

El acceso a la vivienda se realizaba por el lado norte a través de dos minúsculos zaguanes. El primero conduce a una estrecha crujía paralela a la calle, espacio que tal vez estuviera ocupada por una cuadra en almacenes en su origen. Por el segundo zaguán, mediante un recodo que apunta a la izquierda, tras atravesar un arco decorado con atauriques se accede al pórtico del patio. En torno a éste, de forma casi cuadrada y con crujías en tres lados, se desarrollaba toda la vivienda. El patio cuenta además con una alberca junto al pórtico norte y cuenta con un cenador que se abre a este espacio por cinco vanos en el lado opuesto. La crujía occidental cuenta con una escalera que comunicaba con el zaguan y en la planta baja se encontraría seguramente la cocina con su puerta de entrada centrada en la fachada.

Plano y fachada tras las transformaciones en el siglo XX

En una primera etapa, la vivienda había tenido planta alta en la crujías occidental y meridional y que, más tarde, había sido elevada esta última y otras habían sido construidas en el lado norte. Se encontraron piezas vidriadas en el bordillo que rodeaba la alberca y algunos restos de solería sin vidriar. Se halló además una fuente octogonal de piedra de Sierra Elvira en la mitad del patio antes de la restauración y una tinaja de cerámica bajo el pavimento que seguramente sirvió para almacenar agua.

El pórtico norte anteriormente mencionado, esta encuadrado en tres vanos con pilares de ladrillo y aún conservan yeserías en la portada de la sala principal, la más perjudicada por la reformas de comienzos del siglo XX, así como trozos de las tacas que hubo en los frentes de las jambas. 

La sala principal era utilizada en invierno por estar orientada al sur y cuenta con 6,65 metros por 2,50 de superficie. Esta sala está cubierta por un alfarje decorado con lazo, y cuenta con huecos para las alacenas conservados en el muro que separa la sala del patio.

En cambio, la sala de verano se encontraba en la crujía sur, abierta al patio por cinco arcos, posiblemente la única muestra conservada de la arquitectura doméstica nazarí. El arco central es gallonado, coronado con ventanillas con celosías. Los dos arcos contiguos al central, también gallonados, se acompañaban de otros dos angrelados en los extremos.

En el umbral del vano central se ha conservado gran parte de la almatraya, una especie de alfombra compuesta por piezas de cerámica vidriada verde, blanca y negra, y por otras sin vidriar.

Sobre el alfarje del cenador hay una algorfa o sala alta cuya elevación, aunque mínima, era lo suficiente para que las mujeres de la casa pudieran permanecer allí mientras dirigía la vista al patio a través de dos pequeñas ventanas, a ras del pavimento. Estas peculiares características hacen pensar que los moradores no tenían más remedio que disfrutar de la algorfa sentados sobre alfombras, o que estas estancias superiores, escasamente voluminosas y poco abiertas al exterior, serían las más solicitadas en invierno.

Al tratarse de una casa nazarí de cierta categoría, contaría con una letrina, posiblemente en el extremo occidental del cenador para facilitar el vertido directo a las aguas del río.



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