Cuando la Mano Tome la Llave: La Leyenda del astrólogo árabe

¿Será verdad que cuando la mano 
alcance la llave, la Alhambra desaparecerá?

La Alhambra no solo es un prodigio arquitectónico; es también un universo de leyendas que sobreviven en cada arco, cada jardín y cada torre. Entre todas ellas, pocas despiertan tanta fascinación como la que se esconde en la Puerta de la Justicia, donde una mano y una llave, talladas en dos arcos distintos, parecen custodiar un misterio ancestral.

En el arco exterior, una mano —posiblemente aludiendo a los cinco preceptos del Islam o a la protectora Mano de Fátima— da la bienvenida a quienes cruzan este umbral monumental. En el arco interior, una llave se presenta como guardiana silenciosa.

Aunque separadas, muchos viajeros imaginan una conexión mágica entre ambas. La tradición popular asegura que el día en que la mano descienda para tomar la llave, la Alhambra desaparecerá. Un presagio tan inquietante como poético.

Washington Irving recogió otra historia extraordinaria que conecta con este símbolo. Según la leyenda, el rey Aben Habuz, cansado de guerras y acechanzas, acogió a un sabio astrólogo capaz de leer el destino y advertir peligros. El astrólogo le entregó al rey una veleta mágica que colocada en lo alto de una torre del Albayzín podía señalar la dirección del enemigo. Tras su primera señal hacia Sierra Elvira, el ejército de Aben Habuz venció fácilmente en una emboscada. Agradecido, el rey ofreció al astrólogo que la creó un deseo, y este pidió un palacio sin igual. La veleta siguió alertando de peligros y, con cada victoria, el astrólogo pedía nuevos deseos, que el rey complacía sin cesar. Gracias a su magia, el rey ganó batallas, acumuló tesoros y soñó con paz.

Pero todo cambió cuando apareció una misteriosa joven cristiana. El rey quedó prendado de ella, y el astrólogo —resentido por el rechazo de un deseo no concedido— concibió un plan. Construyó un palacio encantado cuya puerta llevaba, esculpidas por él mismo, una llave y una mano gigantesca. Allí se desencadenó el engaño: el astrólogo reclamó como pago “la primera bestia que cruzara la puerta”… que resultó ser la joven montada en su palafrén.

Cuando el rey intentó impedirlo, el viejo sabio golpeó el suelo con su báculo, envolviendo el palacio en humo antes de hacerlo desaparecer. En su lugar, dice la leyenda, se levantaría más tarde la Alhambra, cuyos artesanos esculpieron la mano y la llave como eterno recordatorio de aquel encantamiento.

Así, entre historia y fantasía, la Alhambra conserva no solo piedra y arte, sino también un eco de magia antigua. Sus puertas no solo abren paso a los visitantes… también guardan secretos que han cruzado generaciones. Quizá solo sea un mito. O quizá, como todo en este lugar, la verdad y la leyenda caminan juntas.

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