Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra: capitel de la Alcaicería

Capitel nazarí procedente de la Alcaicería,
Museo Islámico de la Alhambra
De la mano de Francisco Serrano, la pieza destacada de este mes de diciembre en el Museo de Arte Islámico que alberga el Palacio de Carlos V de la Alhambra es el único capitel original de la Alcaicería de Granada que se conserva y que sabemos con seguridad que procede de dicho mercado de la ciudad.

Se trata de un capitel cúbico muy grueso, de 31 centímetros de altura por 31,5 de anchura, con decoración vegetal, formada por hojas de palma dobles onduladas, creando espirales o volutas (cuatro en cada cara) y piñas y frutos en sus esquinas (dos en cada una) en cada una de sus cuatro caras y epigrafía en cartelas con el lema dinástico nazarí Wa-la galiba illa Allah, es decir, "Sólo Dios es vencedor" en cursiva.

Los cálatos lo ocupa una franja de ocho hojas de acanto muy estilizadas que conectan con el cuerpo superior descrito en el párrafo anterior; cada punta de las hojas presenta una pequeña cara lisa horizontal que mira hacia el suelo al girar en la parte alta.

Vista del capitel de la Alcaicería

Esta columna procede de una tienda que se situaba entre la calle Zacatín o al-Saqqâttîn número 2 y la calle Tundidores número 1. Estas calles pertenecían al recinto conocido como Alcaicería, lugar que albergaba el comercio y producción de la seda granadina, actividad por la que se conoció la ciudad desde el siglo XIV hasta el siglo XVII, momento en que los moriscos fueron expulsados.

La Alcaicería hispanomusulmana fue un recinto muy cerrado, formado por pequeños cubículos o estancias, rodeados por almacenes y talleres que trabajaban la seda que se producía en la Vega (Chauchina, Atarfe) y en las Alpujarras (al-Busarrat), especialmente en el Valle de Lecrín.

En el mundo hispanomusulmán nazarí, la industria textil fue muy importante, ornando todos los espacios de las viviendas más pudientes, exponiéndose como cortinas que separaban espacios o como tapices en los espacios vacíos de las paredes, entre los zócalos de azulejos y adornos del techo, como la cortina conservada en el Museo de Arte de Cleveland en Ohio y que puedo pertenecer a la Sala de los Reyes de la Alhambra.

Cortina nazarí expuesta en el Museo de Cleveland
En la Alcaicería existían dos talleres que trabajaban exclusivamente en la manufactura de tejidos para la casa real nazarí, particularmente unas piezas muy apreciadas llamadas tiraz que contenían bandas epigráficas, religiosas o adulatorias que hacían referencia al monarca del momento.

Antiguo plano de la Alcaicería

Como recinto cerrado, la Alcaicería contaba con nueve puertas que daban acceso al recinto, de las cuales sólo cuatro se han conservado, aunque se desconoce su nombre en época islámica, salvo en el caso de la Puerta de los Gelices, los encargados de controlar la venta de los fardos de seda, ya que a veces la picaresca de los comerciantes, que vendían las piezas de seda al peso, mojaban el interior de los fardos para que pesaran más y cobrar más por ellos, así como el uso fraudulento de pesas.

El arco que se ve a la izquierda al final de la calle Oficios
era el lugar donde se encontraba la Puerta de los Gelices
El capitel nazarí que es estudiado en esta ocasión se puede llamar preclásico y antecede a los complejos capiteles fabricados para la construcción del Palacio de los Leones de la Alhambra. El capitel en su origen se encontraba policromado, lo que ayudaba a apreciar mejor su volumetría, además de hacer referencia al rey nazarí Mohammed V. Es probable que el fuste de la columna no sea el original y que fuese acoplado en el siglo XIX o principios del XX.

Diseño inspirado en los planos levantados por José de
Salas en 1823 para el censo de comercios de la Alcaicería y
 recaudación de impuestos reales; los circulos representan
la situación de columnas como esta
Las tiendas de la Alcaicería estaban separadas por tabiques y techos de madera por lo que, cuando la noche del 20 de julio de 1843 se produce un incendio en uno de los almacenes del recinto, con tan mala suerte que se encontraba junto a un negocio de fósforos, junto con las telas almacenadas en el mercado, se convierte en un polvorín que tarda tres días en sofocarse.

Ilustración del Diario "El Grito" con la noticia del incendio
Esto produjo grandes pérdidas económicas, ya que dada la seguridad del recinto comercial, los dueños de los negocios guardaban en su interior todas sus riquezas, las cuales perdieron por el ataque de las llamas. Tras el incendio se hacen grandes esfuerzos para reedificar el complejo consiguiendo inaugurarlo en la festividad del Corpus de 1844 realizando una reconstrucción romántica diseñada por José Contreras, padre del conservador de La Alhambra Rafael Contreras. El proyecto se convirtió en un negocio lucrativo para el arquitecto ya que él era el único proveedor de la decoración sufragada por los comerciantes obligados por el ayuntamiento de la ciudad. 

Finalmente, la Alcaicería se convirtió en el primero de los tres diseños neonazaríes en España, junto a los baños de la calle Capellanes de Madrid y una estancia del Palacio de Vista Alegre.

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