Los gitanos




Gráfico expuesto en el Museo Etnográfico de Melilla
que muestra el éxodo de los gitanos de la India
hacia Occidente


Los gitanos, cuya aparición en España se fija en 1447, remontan su origen a la India y se extienden por Europa a comienzos del siglo XV, penetrando por una parte con los musulmanes que, desde Arabia, Egipto y Marruecos, hacían sus incursiones a las costas españolas y por otra a través de Hungría y Bohemia con las huestes de los turcos, traspasando el Danubio y dispersándose por el centro y norte de Europa hasta llegar a Italia, Francia y España.

De aquí los distintos nombres con que son conocidos dependiendo del país de procedencia: cairds en Escocia, faraohnepk en Hungría, fantes en Noruega, zíngaros en Portugal y gitanos en Inglaterra, Grecia y España. 

Hasta 1499 no aparece ningún registro sobre ellos en España; es en ese momento cuando los Reyes Católicos les ordenan fijarse en las ciudades y abandonar su vida nómada, tomando un oficio, pues los consideraban peligrosos para la estabilidad del país. Les ordenaron exiliarse en el plazo de sesenta días si no cumplían con esta orden o se les castigaría cortándoles las orejas y quedar cautivos de quien los descubriese. Sin embargo, ninguno salió de la Península ni abandonó sus costumbres, quedando como un elemento aislado dentro de la sociedad.

El flamenco tiene una profunda huella andalusí

De hecho, los gitanos, el flamenco y los moriscos guardan una estrecha relación. Por ejemplo, jarana es irte de lo prohibido, de los “Jaram” en árabe o faralaes, del árabe “Farah” que significa alegría y “Lebs” que es traje, por lo que “Farah Lebs” es el traje de la alegría, o feria, también proviene de “Farah”, alegría, o la expresión castellana, irte de farra. De hecho malfario es tener mala alegría. La palabra Flamenco viene del árabe morisco, “felah-menkub”; “felah” significa campesino y “menkub”, marginado o excluido en árabe, siendo “felah-menkub” atribuido no al arte flamenco, sino al excluido inicialmente.

Carlos I y Felipe II renovaron esta disposición, prohibiéndoles el uso de su lengua, nombres, trajes y costumbres, vivir en pueblos de menos de mil vecinos y únicamente dedicarse a la agricultura. Estas prohibiciones se reiteraron por Felipe III, Felipe IV y Carlos II, incluyendo no poder vivir en barrios aparte, ni celebrar matrimonios conforme a sus ritos.

En el siglo XVIII, en Andalucía vivían más de 40.000 gitanos, lo que demuestra lo ineficaces que fueron estas disposiciones, por lo que Felipe V se vio obligado a dictar nuevas órdenes, sometiéndoles a vigilancia continua y no permitirles el uso de trajes ni armas, hasta que Carlos III, intentando regenerarlos, prohibió que se les injuriase y que pudieran ejercer cualquier oficio, siempre y cuando abandonaran sus trajes, usos y lengua.

Escultura a Mariano Fernández "Chorrojumo"
en la Cuesta del Chapiz de Granada


Destacar el personaje de Mariano Fernández (?-1906), conocido como Chorrojumo, que era una de las figuras más castizas y conocidas de la Granada de la segunda mitad del XIX. Autocalificado como "rey de los gitanos", representa la figura real del patriarca gitano, respetado por su autoridad y buen juicio cuando hay rencillas entre los clanes gitanos. Se ganaba la vida contando a los viajeros románticos historias sobre la Alhambra y dejándose fotografiar. También vendía postales con su retrato, vestido con atuendo tradicional, como aquí se representa. Su figura se reproduce en diversas celebraciones populares, como la Tarasca, que abre las fiestas del Corpus.

Hasta nuestros días, los gitanos han mantenido su personalidad, conservando su lengua llamada caló, sus costumbres y oficios tradicionales, cultivando la danza como recuerdo de los viejos ritos.

Escultura de Chorrojumo en el Camino
del Sacromonte de Granada




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