La Rawda Real de La Alhambra: el descanso de los restos de los Reyes Nazaríes

Hace aproximadamente una década, a raíz de las obras de la autovía de la costa, vió la luz un cementerio musulmán, pero no uno cualquiera, sino los restos de los antepasados del rey Boabdil, el último rey nazarí. Pero esta historia comienza en La Alhambra, tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos, en febrero de 1492, cuando la capital del reino de Granada ya había sido entregada y en el interior de La Alhambra se vivía una triste actividad porque aún se encontraba la familia real y sus cortesanos en los días previos al exilio.

La Rawda Real de la Alhambra se
encontraba a las espaldas del
Palacio de los Leones, donde
tres espacios marcados recuerdan
donde fueron hallados los restos
humanos de personas que pudieron
pertenecer a la familia real nazarí

Boabdil había recibido un feudo en Laujar hacia el que marchó, pero antes de partir dió orden de levantar el Cementerio Real de la Alhambra para evitar que sus ancestros quedaran en tierra cristiana, exhumando sus tumbas para llevarlos con él y buscar un camposanto donde pudieran evitar ser profanados. Pactó con Fernando el Católico llevarse a sus muertos, ocultos en la noche para evitar que los granadinos los vieran salir de la ciudad. Una larga recua de asnos y mulos abandonaron la ciudad palatina con la preciada carga en sus alforjas a través de la Calle Real Baja dejando la fortaleza por la Puerta de los Siete Suelos caminando por los campos de Alixares para dejar la ciudad atrás y encontrar las sendas del Barranco del Abogado hasta llegar al Genil, en dirección a Mondújar, el último retiro de Muley Hacén. Vivos y muertos recorrerían la senda del exilio, dejando vacías las tumbas de la Rawda Real de La Alhambra.

Se conoce la existencia, según los 
cronistas, de un cementerio fuera de 
las murallas de la Alhambra, (aunque 
se desconoce su emplazamiento exacto) y 
otro en los jardines al sur del palacio de los
Leones, entre éste y la mezquita Mayor

Estas fueron las fosas de los
reyes nazaríes de Granada que
fueron exhumados por Boabdil
para evitar que pudieran ser
profanados por los cristianos

La Rawda quedó muda,
como los habitantes de las
tumbas que fueron abiertas

En el libro "Boabdil, el príncipe del
día y de la noche" de Antonio Enrique
dice: "Hay un silencio hondo y misterioso
aquí en la Rauda real, el macaber dinástico
de la Alhambra, un silencio que solo puede
entenderse por la cercanía de los cipreses"

En el año 1926, el arquitecto conservador de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, inició unos trabajos de restauración en la rauda nazarí con un resultado sorprendente: localizó más de 70 tumbas vacías. Eran sin duda las fosas que  un día ocuparon los príncipes, monarcas nazaríes y sus familiares; también había otras próximas, pero con algunos cadáveres dentro. La memoria de aquella excavación de Torres Balbás dice lo siguiente: “Todas tenían forma trapecial, más estrechas por los pies que por la cabecera. Su profundidad con respecto  a la solería era de 1 metro a 1,50, y a menos de 1 de altura desde su fondo remetíanse algo los muros para que apoyasen las lajas de pizarra que las cubrían sirviendo de cobijas. En ninguna encontráronse huesos, lo que prueba que la traslación de los restos a Mondújar fue cuidadosa”. Fuera de este recinto, aunque próximo a él, nos dio noticias Torres Balbás de la aparición de otras muchas sepulturas, que sí contenían huesos, que debieron corresponder a personas ajenas a la familia real o de no tan alta alcurnia “… y por ello no se transportaron sus restos a Mondújar, o se hizo con poca atención”. Otra incógnita es que durante las excavaciones  de Torres Balbás que descubrieron las fosas de la Rawda Real en la década de 1920 apareció el cadáver de una mujer ¿de quién se trataba?

Entre 1925 y 1926 fueron descubiertas por Torres Balbás las fosas
 en las que se encontraban las tumbas nazaríes en la zona de la Rawda


El Reino nazarí de Granada contó con veintidos reyes entre 1237 y 1492, pero no todos ellos fueron sepultados en la Rawda Real alhambreña. Por el testimonio de Ibn al-Jatib en su Historia de los Reyes de la Alhambra se tiene conocimiento que Mohammed IMuhammad III y Nasr I fueron enterrados en otra rawda que había en el monte de la Sabica, frente a la Alhambra, en lo que hoy es el Carmen de los Mártires, y que Mohammed V y Yusuf II fueron enterrados en otro cementerio en la zona de El Generalife. Pero nunca se han encontrado sus modestas moradas fúnebres de las que Ibn al-Jatib nos informa de sus epitafios. Tampoco los dos últimos reyes de Granada fueron enterrados en la Alhambra: Muley Hacén y su hermano El Zagal. Ni Boabdil, que fallecería en el exilio en el Norte de África.

Una pequeña puerta del
Patio de los Leones da
paso a la Rawda, el
cementerio donde
reposaban los reyes
de la Casa de Nasr

Según el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Granada, Antonio Malpica, el ritual que seguía a la muerte de un rey nazarí era el siguiente. Se lavaba el cuerpo del difunto tres veces para su purificación y a continuación se amortajaba con tres telas blancas de algodón perfumadas con alcanfor. El cadáver del monarca era colocado en una especie de qubba, en un espacio que hay detrás del Patio de los Leones, con la intención de hacer pública su muerte, cubierto por una sábana o lienzo de color blanco, con el que serían enterrados de costado y orientados al sureste, hacia la Meca, marcando la tumba con una macabrilla (en el Museo de la Alhambra se conservan algunas de las lápidas reales, con inscripciones sobre la historia del rey al que pertenecía).

Escena procedente de la serie "Requiem por Granada",
emitida en 1991. Los cuerpos que iban a ser
enterrados se amortajaban y cubrían con un
lienzo blanco, color de luto hispanomusulmán

Una torre franqueada por los cuatro lados 
es el lugar dedicado a honrar a los muertos
 de la Casa Real Nazarí, el paso previo para 
ser enterrados en la Rawda Real, el 
Maqaber 
dedicado a los reyes de Granada

Parece ser que se trataba un magnífico mausoleo, 
con una estructura de qubba (espacio cupulado de 
carácter monumental) de bellísima decoración, 
como correspondería a la importancia del lugar

Esta cubierta mudéjar, con decoración
pintada y conservada en el Museo de
La Alhambra, se encontraba sobre la
antigua Rawda Real de La Alhambra


La Rawda, tenía planta de rectángulo, con la misma orientación de las mezquitas, SE a NO. En el extremo NO dos muros separan el espacio de tres cámaras, donde Rafael Contreras encontró cuatro lápidas horizontales, dos en la central mayor, y una en cada una de las laterales. En el centro quedaban los pilares esquinados de una linterna, de la cual han quedado restos de una ventana alta que se conservan en el Museo de la Alhambra (R.4002, 4003). Al norte un pequeño vestíbulo abre al foso con una entrada en arco de herradura. 

Estas son las lápidas de mármol de Macael
que se conservan y exponen en el Museo
de la Alhambra que se encuentra en el
Palacio de Carlos V de La Alhambra y
que, según Lafuente Alcántara, fueron utilizadas
en las habitaciones de la Casa Real por el
gobernador, que sobre pies de madera apoyaban
como tableros para posteriormente pasar a estar
expuestas en la Sala de los Reyes como
primer espacio expositivo del museo

Entre los restos de sepulturas que se encontraban en la Rawda de la Alhambra, se conservan dos epitafios de reyes, y otros tres, aunque hay constancia de un cuarto, de losas que cubrían la fosa. Con la construcción de la parte noreste del Palacio de Carlos V que invadió el cementerio real nazarí, desaparecieron parte de los enterramientos. En 1574, durante la continuación de las obras del palacio cristiano, removieron la parte más céntrica de la Rauda musulmana. Aparecieron las tumbas vacías (cenotafios) de cuatro supuestos reyes; no obstante, las identificaron por las lápidas  mortuorias erigidas en sus memorias. Eran las de Mohammed II (fallecido en 1301), Yusuf I (1354) que pronto se perdió, Yusuf III (1417) y el príncipe Yusuf (1467) (a éste se le confundió entonces con otro rey desconocido). Las de Mohammed II y Yusuf III siempre han permanecido en la Alhambra.

Marcado en rojo en esta imagen y 
cerca al Palacio de Carlos V
se encuentran los restos de la 
Rawda Real de La Alhambra

Según D. Manuel Gómez-Moreno, Mohammed V ordenó la construcción adyacente al Palacio de los Leones (que al parecer se levantó sobre enterramientos anteriores que fueron respetados al hacer la construcción) de un huerto real para ser utilizado como cementerio, la Rawda, siguiendo el hadit profético de "La sepultura es uno de los jardines del paraíso”. El espacio en La Alhambra conocido como la Rauda -que significa jardín, cementerio y paraíso- acogía las sepulturas de los difuntos reyes nazaríes. Un lugar reverencial dedicado a la memoria de sus mayores dignatarios, por lo que Boabdil no dudó en llevarse sus cuerpos con él. 

El torreón de ladrillo adosado al sur del 
Patio de los Leones es conocido como el 
Torreón de la falsa rauda o Puerta de la Rauda
por pensarse que era el cementerio de los 
reyes nazaríes pero que, según algunas 
hipótesis. la construcción podría haber
 formado parte del desaparecido
 palacio de 
Ismail I

La falsa Rauda, destaca por sus grandes 
arcos de herradura y su cúpula interior, 
ha sido restaurada recientemente

Al llegar a Mondújar mandó construir un nuevo cementerio para que sus antepasados reposasen en las tierras que los Reyes Católicos le habían concedido. Manuel Gómez-Moreno recogió un texto que data de 1529 y que se conserva en los archivos de la Alhambra, según el cual, los restos de la esposa de Boabdil, llamada Morayma, y de los reyes nazaríes se encuentran en Mondujar, pero estos datos nunca han podido ser confirmados por excavaciones arqueológicas porque para empezar existen dos poblaciones con el nombre de Mondújar: una en el Valle de Lecrín y otra almeriense, en el camino entre Laujar y Adra, puerto desde el que el último rey nazarí marchó a Fez. 

Según consta en el folio 28 del libro de Apeo (1577) de Mondujar (Granada),  los restos de los reyes Mohammed IIYusuf I y Abu Saad, fueron enterrados en la rauda de la mezquita de Mondújar. Existen numerosos documentos y referencia que atestiguan la existencia de la rauda real de la familia nazarí en Mondújar, como el de Juan Jusepe de Herrera, vecino de Béznar que testificó lo siguiente en 1549:
"Dixo que la dicha fortaleza de mondújar es muy ymportante para la guarda y seguridad de todas las alpuxarras y val de lecrin porque está en parte de donde puede amparar a el dicho val de lecrín y defender la dicha alpuxarra; como cosa tan importante están trasladados al pie de la dicha fortaleza, en una haça que se llama la rrauda, todos los cuerpos de los reyes de moros que fueron de granada al tienpo que fue de moros y después la rreyna horra mora se truxo desde andarax, después de entregada la çibdad a los señores rreyes católicos, de goriosa memoria, a enterrar a dicha rauda, lo qual es cosa notoria e çierta, y la causa de trasladarse allí los dichos cuerpos fue pretender el rrey moro que se dezía el chiquito que se le diese la dicha fortaleza para su morada y aposento…”


Todos los cuerpos  enterrados
en la Rawda Real de La Alhambra
tendrían la cabeza al mediodía,
ligeramente vuelta hacia la Meca

Las calles y la carretera de Motril removieron la mayor parte del viejo macáber pero existen varias referencias escritas, como la anteriormente citada, que acreditan que Mondújar fue el lugar del segundo enterramiento de la familia real nazarí tras la toma de Granada. En el Libro de Apeo y Repartimiento de Mondújar,  con deslindes fechados en 1547, 1572 y 1593, vecinos, conocedores y escribanos declaran que Mondújar tiene un macáber donde fueron enterrados los reyes de Granada en la ladera del Cerro del Algarrobo (actual barriada del Cerrillo); en la referencia de 1547 se dice textualmente: “Un macáber grande de seis marjales poco más o menos por abrir que alinda con haza de Diego Aguilar y con Haza de Diego Escobar… donde dicen que están enterrados los Reyes Moros de Granada”.  También se indica la existencia de la rábita Alcana en sus inmediaciones.  En esta misma referencia de 1547 se hace la observación de que el antiguo macáber se había parcelado y se encontraba en proceso de puesta en cultivo. 

A partir de las sublevaciones mudéjares de 1499-1500, el cementerio musulmán quedó en el olvido por dos causas: la pretensión de los conquistadores para abandonar el sistema de enterramiento musulmán y acelerar la cristianización de los sometidos y para la apropiación por la fuerza de todas aquellas hazas por parte de Pedro de Zafra, hermano del secretario de los Reyes Católicos.  Para la población morisca de Mondújar sería habilitado un nuevo cementerio en la zona de Torna Alta, que estaría en funcionamiento al menos la guerra de la Alpujarra (1568-71). En cuanto al viejo macáber musulmán donde se enterró a los reyes, sabemos que en 1509 había un pleito de la Inquisición para rellenarlo de tierra y ponerlo en cultivo por parte de la viuda e hijos de Pedro de Zafra quien había muerto en la toma del castillo en 1500.

El olvidado macáber real de Mondújar pasaría a ser campo de cultivo durante casi cinco siglos, haciendo necesaria una intervención de tipo arqueológico para comprobar la veracidad de las fuentes escritas.

La oportunidad llegó entre los años 2001 y 2002, con motivo de la construcción de la autovía Granada-Motril; las abundantes referencias históricas obligaron a efectuar una intervención arqueológica previa, que en este caso corrió a cargo de Ángel Rodríguez Aguilera y Sonia Bordes. En las excavaciones previas a la construcción de la autovía a Motril (año 2000), se constató la existencia de tumbas del tipo Alhambra. Lo primero que comprobaron los arqueólogos al acotar la zona fue que el macáber musulmán de Mondújar ya había sido removido con anterioridad,  durante las obras de construcción de la vieja carretera en el año 1988. De hecho, antes de comenzar la excavación de 2001 se apreciaban tumbas cortadas en el talud superior de la carretera y huesos esparcidos por la cuneta.

El resultado del informe arqueológico, depositado en la Delegación de Cultura de Granada, arrojó resultados sorprendentes que venían a confirmar Mondújar (provincia de Granada) como lugar de enterramiento de los reyes nazaríes. Quedó demostrada la similitud en los sistemas de enterramiento entre la rauda de la Alhambra y el macáber musulmán del Cerrillo de Mondújar. Se halló una complejidad funeraria sin precedentes, pues a  finales del siglo XV, de pronto hubo muchos enterramientos ¿tal vez no sólo los reyes nazaríes fueron enterrados allí sino que las familias nobles hispanomusulmanas que acompañaron a Boabdil llevaron también allí a sus muertos y querían tener el privilegio de sepultarlos junto a los difuntos monarcas nazaríes? 

En 2002 fue excavada la zona alta de lo que había sido el cementerio, la más cercana a la antigua mezquita y seguramente la parte noble donde fueron enterrados la mayoría de los reyes de Granada y que había desaparecido por completo en los movimientos de tierra de 1988, por lo que no se pudo profundizar en la investigación de campo. Aun así, fueron escavadas casi 70 sepulturas con resultados dispares y sorprendentes. Todas ellas estaban intactas, jamás en cinco siglos habían sido abiertas hasta entonces. En esta excavación aparecieron también restos de la rábita Alcana mencionada por las fuentes escritas, alrededor de la cual fueron depositados los huesos traídos desde la Rawda de la Alhambra a finales de 1491; este hecho ratificaría que estábamos sin duda ante las tumbas de los reyes nazaritas. Había tumbas con cadáveres completos, un grupo de tumbas pequeñas con los huesos apilados, tumbas infantiles y bastantes tumbas no albergaban cadáver alguno. ¿Qué podría haber ocurrido? 

En su informe arqueológico, Rodríguez Aguilera estudia tres posibilidades para explicar el misterio de las tumbas reales de Mondújar. Una práctica ancestral musulmana de abrir fosas paralelas para enterrar los delitos del difunto, justo al lado a su tumba, pero este hecho es poco probable pues aquel había caído en desuso en aquella época. Podrían haberse visto afectados por algún tipo de reacción química que hubieran deshecho los cuerpos, pero esta hipótesis también se descarta pues el relleno de la fosa fue el mismo que en otras tumbas donde los restos humanos se habían conservado, por lo que la posibilidad de una descomposición por la acidez del suelo no tiene fundamento. Podría tratarse de una simulación pero cuando los arqueólogos cribaron el interior de las tumbas y analizaron la tierra, llegaron a la conclusión de que había indicios de que  hubo huesos enterrados que procedían de otro lugar.  

Por tanto hacía sospechar que Boabdil volvió a trasladar en secreto los cadáveres de sus ascendientes hasta Marruecos. A partir de aquí nos movemos en el terreno de las conjeturas. No parece muy probable que Boabdil acudiese en el verano de 1493 a dar sepultura a su esposa Moraima en Mondújar y, sólo un mes después, volviese a desenterrarla a ella y a todos sus antepasados para llevárselos consigo a Fez. Tampoco hay ninguna referencia escrita de que Boabdil volviera a Mondújar y mucho menos de que lo hiciera para desenterrar tantos cadáveres y dejar las fosas selladas de manera tan perfecta y jamás nadie mencionó un nuevo desentierro y traslado. Tampoco en los documentos que Pedro de Zafra y Gonzalo Fernández de Córdoba (encargados por los Reyes Católicos de supervisar el paso de Boabdil a África) mencionan que se llevara a sus antepasados muertos, cuando sí existe una completa relación de navíos, personas, bienes, etc. que se llevó consigo en su exilio definitivo.

¿Qué pudo ocurrir entonces? ¿Dónde están los restos de la dinastía nazarita? En primer lugar, la mezquita fue convertida en iglesia cristiana, para lo cual ya se destruyeron las tumbas más cercanas. Después continuaron construyendo casas, abriendo calles y convirtiendo el antiguo cementerio musulmán en zona de cultivo. Así durante siglos. En el año 1988 se fue desmontado el terreno para hacer la carretera de circunvalación, con lo cual las excavadoras se llevaron las tumbas por delante. Los camiones llevaban revueltos algunos huesos.  Al comenzar las obras de la autovía ya estaba hecho el daño en el cementerio de los reyes nazaritas de Mondújar; había sido removida la zona más importante, donde seguramente permanecieron olvidados durante cinco siglos la mayoría de emires y sus familiares. Es macabro y duro pensarlo, pero es bastante factible, muy probable, que buena parte de la dinastía nazarita repose olvidada para siempre bajo el asfalto de la autovía de Motril, aunque seguirá siendo un misterio que posiblemente nunca sea desvelado.




Cinco siglos después, el silencio
aún habita en las piedras de la
vieja Rauda, donde perviven
las tumbas vacías

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